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Tertia Pars - Suma Teológica

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C.80 a.5 El uso o recepción de este sacramento 715<br />

especialmente el pecado de incredulidad.<br />

Luego el pecado de cualquier pecador que<br />

se acerca a la mesa de Cristo es gravísimo.<br />

3. Y también: es más abominable para<br />

Dios la inmundicia espiritual que la corporal.<br />

Pero si alguien arrojase el cuerpo de<br />

Cristo al fango o al estercolero, su pecado<br />

sería considerado como gravísimo. Luego<br />

peca más gravemente recibiéndole en estado<br />

de pecado, por ser éste una inmundicia<br />

espiritual.<br />

En cambio, comentando el texto de Jn<br />

15,22: Si no hubiese venido j no les hubiese<br />

hablado no tendrían pecado, dice San Agustín 18<br />

que esto hay que entenderlo del pecado de<br />

incredulidad, el cual contiene todos los pecados.<br />

Por lo que se ve que éste no es el pecado<br />

más grave, sino que es más grave el de la<br />

incredulidad.<br />

Solución. Hay que decir: Como ya se manifestó<br />

en la Segunda Parte 19 , un pecado<br />

puede ser más grave que otro de dos maneras.<br />

Una, por sí mismo; otra, por las<br />

circunstancias. Por sí mismo, en razón de<br />

su especie, especie que viene designada por<br />

el objeto. Y, en este sentido, cuanto más<br />

importante es aquello contra lo cual se peca,<br />

tanto más grave es el pecado. Y puesto que<br />

la divinidad de Cristo es más importante<br />

que su humanidad, y puesto que la misma<br />

humanidad es más importante también que<br />

el sacramento de la humanidad, los pecados<br />

más graves son los que se cometen contra<br />

la misma divinidad, como es el pecado de<br />

la incredulidad y el de la blasfemia. Por<br />

orden de gravedad vienen, en segundo lugar,<br />

los pecados que se cometen contra la<br />

humanidad de Cristo. Por lo que en Mt<br />

12,32 se dice: Al que diga una palabra contra<br />

el Hijo del hombre, se le perdonará. Pero al que la<br />

diga contra el Espíritu Santo, no se le perdonará<br />

ni en este mundo ni en el otro. En tercer lugar<br />

están los pecados que se cometen contra los<br />

sacramentos que pertenecen a la humanidad<br />

de Cristo. Y, por último, están los<br />

pecados contra las criaturas.<br />

Por las circunstancias, un pecado es más<br />

grave que otro por parte de quien peca: un<br />

pecado de ignorancia, por ejemplo, o de<br />

debilidad es más leve que un pecado de<br />

desprecio o cometido con pleno conocimiento.<br />

Y dígase lo mismo de otras circunstancias.<br />

En este sentido, el pecado de que<br />

hablamos en algunos puede ser más grave:<br />

18. In loann. tr.89: ML 35,1856.<br />

En cambio; a.4.<br />

por ej., en aquellos que por puro desprecio<br />

se acercan a este sacramento con conciencia<br />

de pecado. En otros, sin embargo, es menos<br />

grave: por ej., en aquellos que reciben<br />

este sacramento con conciencia de pecado<br />

por miedo a pasar ante los demás como<br />

pecadores.<br />

Por todo lo cual, es evidente que este<br />

pecado es específicamente más grave que<br />

otros muchos, pero no es el más grave de<br />

todos.<br />

Respuesta a las objeciones: 1. A la<br />

primera hay que decir: El pecado de quienes<br />

reciben indignamente este sacramento se<br />

compara al de los que dieron muerte a<br />

Cristo por una cierta semejanza, porque<br />

ambos se cometen contra el cuerpo de<br />

Cristo, pero no porque la gravedad del<br />

crimen sea la misma, pues el pecado de los<br />

que mataron a Cristo fue mucho más grave.<br />

Primero, porque ese pecado se cometió<br />

contra el cuerpo de Cristo en estado natural,<br />

mientras que éste se comete contra el<br />

cuerpo de Cristo en las especies sacramentales.<br />

Segundo, porque aquel pecado se cometió<br />

con la intención de dañar a Cristo,<br />

cosa que no se da aquí.<br />

2. A la segunda hay que decir. Al fornicario<br />

que comulga se le compara con Judas besando<br />

a Cristo por semejanza de los dos<br />

pecados, ya que tanto uno como otro ofenden<br />

a Cristo a través del signo del amor,<br />

pero no por la gravedad de los mismos,<br />

como acabamos de decir (ad 1). Pero este<br />

tipo de semejanza puede hacerse tanto con<br />

los fornicarios como con los otros pecadores,<br />

pues también los otros pecados mortales<br />

se oponen a la caridad de Cristo —de la<br />

cual es signo este sacramento—, y tanto<br />

más cuanto más graves son los pecados. En<br />

cierto sentido, sin embargo, el pecado de<br />

fornicación hace al hombre más inepto para<br />

recibir este sacramento, ya que este pecado<br />

es el que más somete el espíritu a la carne,<br />

con lo que se impide el fervor de la caridad<br />

que se requiere en este sacramento.<br />

Pero pesa más el impedimento que va<br />

contra la caridad misma que contra su fervor.<br />

Por eso, el pecado de incredulidad, que<br />

separa radicalmente al hombre de la unidad<br />

de la Iglesia, hablando en absoluto, es el que<br />

hace al hombre más inepto para recibir este<br />

sacramento, que es el sacramento de la<br />

unidad de la Iglesia, como ya se dijo 20 . De<br />

19. 1-2 q.73 a.3.6; 2-2 q.73 a.3. 20. Q.67 a.2; q.73 a.2

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