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Tertia Pars - Suma Teológica

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102 Tratado del Verbo encarnado C.5 a.3<br />

Solución. Hay que decir: Como recuerda<br />

Agustín en el libro De haeresibus 17 , fue primero<br />

opinión de Arrio, y luego de Apolinar,<br />

que el Hijo de Dios asumió sólo la carne,<br />

sin el alma, haciendo el Verbo las veces del<br />

alma para el cuerpo. De eso se seguía que<br />

en Cristo no hubo dos naturalezas, sino una<br />

sola, puesto que la naturaleza humana se<br />

compone de cuerpo y alma d .<br />

Pero esta opinión no se puede defender,<br />

por tres razones. En primer lugar, porque<br />

es contraria a la autoridad de la Escritura,<br />

en la que el Señor menciona su propia alma:<br />

Triste está mi alma hasta la muerte (Mt 26,38);<br />

y en Jn 10,18: Tengo poder para entregar mi<br />

alma.<br />

Sin embargo, a esto replicaba Apolinar<br />

que en tales expresiones la palabra alma se<br />

toma en sentido metafórico, al modo en<br />

que se habla del alma de Dios en el Antiguo<br />

Testamento: Mi alma detesta vuestros novilunios<br />

j solemnidades (Is 1,14). Pero, como dice<br />

Agustín en el libro Octoginta trium quaest. 18 ,<br />

los Evangelistas cuentan en sus relatos que<br />

Jesús se admiró, se entristeció y tuvo hambre.<br />

Todo eso demuestra con seguridad que<br />

tuvo verdadera alma, así como se demuestra<br />

que tuvo verdadero cuerpo porque comió y<br />

durmió y se fatigó. De otro modo, y si esto<br />

se interpretase metafóricamente porque en<br />

el Antiguo Testamento se leen cosas semejantes<br />

a propósito de Dios, perecería la fe<br />

debida al relato evangélico. Una cosa es lo<br />

que se anuncia proféticamente por medio<br />

de figuras, y otra lo que los Evangelistas<br />

escriben históricamente en sentido propio.<br />

En segundo lugar, el error citado suprime<br />

la utilidad de la encarnación, que es la<br />

liberación del hombre. Pues, como argumenta<br />

Agustín en el libro Contra Felicianum<br />

19 : Si el Hijo de Dios, habiendo tomado la<br />

carne, renunció al alma, tuvo que hacerlo o porque,<br />

considerándola inocente, creyó que no estaba necesitada<br />

de remedio; o porque, considerándola como<br />

algo ajena a él, no le concedió el beneficio de la<br />

redención; o porque, jungándola incurable, no pudo<br />

sanarla; o porque la rechazó como algo vil e inútil.<br />

Dos de estas hipótesis incluyen una blasfemia<br />

contra Dios. En efecto: ¿cómo llamarle omnipotente<br />

si no pudo curar el alma que tenía perdida la<br />

esperanza? O ¿cómo será Dios de todas las cosas<br />

si no hizo El nuestra alma? De las otras dos<br />

hipótesis, una ignora la condición del alma; la otra<br />

no defiende su valor. O ¿se puede creer que conoce<br />

la condición del alma quien intenta eximirla del<br />

pecado de la transgresión voluntaria, cuando estaba<br />

instruida por el hábito de la razón natural para<br />

recibir la ley? O ¿cómo conoce su nobleza quien la<br />

califica como menospreciada por el vicio de la bajera<br />

de su condición? Si se atiende al origen, la sustancia<br />

del alma es de mucho más precio; si se considera la<br />

culpa de la transgresión, su condición es peor por<br />

razón de la inteligencia. Pero yo sé que Cristo es<br />

la perfecta sabiduría, y no dudo de que es sumamente<br />

benigna: por lo primero, no despreció a lo que<br />

era mejor y capaz de la sabiduría;y por lo segundo,<br />

asumió a la que había sido más dañada.<br />

En tercer lugar, esa creencia va en contra<br />

de la misma verdad de la encarnación. La<br />

carne y las demás partes del hombre adquieren<br />

su naturaleza específica por el alma. De<br />

donde, alejada el alma, los huesos y la carne<br />

sólo pueden llamarse tales en sentido equívoco,<br />

como es claro por el Filósofo, en el<br />

II De Anima 20 y en el VII Metaphys. 21 .<br />

Respuesta a las objeciones: 1. A la<br />

prímera hay que decir: Cuando se afirma que<br />

el Verbo se hizp carne, la palabra carne equivale<br />

a todo el hombre, como si se dijera: El<br />

Verbo se hizo hombre, al modo en que se lee<br />

en Is 40,5: Toda carne verá la salvación de nuestro<br />

Dios. La razón de que la carne represente a<br />

todo el hombre está en que, de acuerdo con<br />

la autoridad mencionada, el Hijo de Dios se<br />

hizo visible por medio de la carne, por lo<br />

que se añade: Y hemos visto su gloría (Jn 1,14).<br />

Ó también porque, como dice Agustín en<br />

el libro Octoginta trium quaest. 2¿ , en toda la<br />

unidad de la asunción, lo principal es el Verbo,<br />

mientras que lo extremo y último es la carne. Así<br />

pues, queriendo el Evangelista ponderar el amor de<br />

humildad de Dios hacia nosotros, mencionó el<br />

Verbo y la carne, omitiendo el alma, inferior al<br />

Verbo y superior a la carne. También fue razonable<br />

mencionar la carne, que parecía menos<br />

apta para ser asumida por su mayor<br />

distancia del Verbo.<br />

2. A la segunda hay que decir: El Verbo es<br />

la fuente de la vida como causa eficiente<br />

primera de la vida. Pero el alma es principio<br />

17. § 49: ML 42,39; § 55: ML 42,40. 18. Q.80: ML 40,95. 19. C.13: ML 42,1168, entre<br />

las obras de Agustín; VIGILIO TAPSENSE, De Unit. Trin. c.19: ML 62,347. 20. C.l n.9 (ÉK 412B20):<br />

S. TH., lect.2. 21. L.6 c.10 n.ll (BK 1035b25): S. TH., 1.7 lect.10. 22. Q.80: ML 40,94.<br />

d. El arrianismo fue rechazado por el Conc. de Nicea en el 325 (DS 125) y el apolinarismo fue<br />

declarado erróneo por el papa San Dámaso I en el 374 (DS 146).

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