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Tertia Pars - Suma Teológica

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308 Tratado del Verbo encarnado C.34 a.4<br />

ción: la de los adultos, que se santifican por<br />

sus propios actos, y la de los niños, que no<br />

se santifican por un acto de fe propio, sino<br />

mediante la fe de sus padres o de la Iglesia.<br />

Ahora bien, la primera es más perfecta que<br />

la segunda, lo mismo que es más perfecto<br />

el acto que el hábito, y lo que existe por sí<br />

mismo que lo que existe por mediación de otro.<br />

Habiendo sido perfectisima la santificación<br />

de Cristo, puesto que fue santificado para<br />

ser el santificador de los otros, se sigue que<br />

él mismo se santificó por un movimiento<br />

de su libre albedrío hacia Dios. Y tal movimiento<br />

de libre albedrío es meritorio. De<br />

donde se deduce que Cristo mereció en el<br />

primer instante de su concepción.<br />

Respuesta a las objeciones: 1. A la<br />

primera hay que decir: El libre albedrío no se<br />

relaciona con el bien de la misma manera<br />

que con el mal, porque la relación con el<br />

bien es absoluta y natural; mientras que la<br />

relación con el mal proviene de un defecto<br />

y es contraria a la naturaleza. Ahora bien,<br />

como dice el Filósofo en el libro II De<br />

cáelo 9 , lo que se opone a la naturaleza es posterior<br />

a lo que es conforme a ella, pues lo que es opuesto<br />

a la naturaleza viene a ser una especie de corte<br />

respecto de lo que es conforme a la naturaleza. Y<br />

por este motivo el libre albedrío de la criatura<br />

puede, en el primer instante de la<br />

creación, moverse hacia el bien mereciendo,<br />

y no hacia el mal, pecando, con tal de que<br />

la naturaleza sea íntegra.<br />

2. A. la segunda hay que decir. Lo que el<br />

hombre tiene en el principio de su creación<br />

según el curso ordinario de la naturaleza, le<br />

es natural; pero nada impide que alguna<br />

criatura, en el principio de su creación,<br />

obtenga de Dios algún beneficio de la gracia.<br />

Y de este modo el alma de Cristo<br />

recibió, en el principio de su creación, la<br />

gracia con que podía merecer. Por este<br />

motivo, esa gracia, en razón de cierta semejanza,<br />

se dice que le fue natural, como es<br />

manifiesto por Agustín en el Enchir. 10 .<br />

3. A la tercera hay que decir Nada impide<br />

que una misma cosa sea de uno por diversos<br />

motivos. Y, según esto, la gloria inmortal<br />

que Cristo mereció en el primer instante<br />

de su concepción pudo merecerla también<br />

por actos y padecimientos posteriores; no<br />

en el sentido de que le fuese más debida,<br />

sino porque le era debida por varias causas.<br />

ARTICULO 4<br />

¿Fue Cristo comprehensor perfecto en el<br />

primer instante de su concepción?<br />

Infra q.49 a.6 ad 3; 1-2 q.5 a. 7 ad 2<br />

Objeciones por las que parece que Cristo<br />

no fue comprehensor perfecto en el<br />

primer instante de su concepción.<br />

1. El mérito precede al premio, lo mismo<br />

que la culpa a la pena. Ahora bien,<br />

Cristo mereció en el primer instante de su<br />

concepción, como acaba de decirse (a.3).<br />

Por consiguiente, siendo el estado de comprehensor<br />

el premio principal, parece que<br />

Cristo no fue comprehensor en el primer<br />

instante de su concepción.<br />

2. Aún más: en Le 24,26 dice el Señor:<br />

Fue prenso que Cristo padeciese estoy entrase así<br />

en su gloria. Pero la gloria pertenece al estado<br />

de comprehensor. Luego Cristo no tuvo el<br />

estado de comprehensor en el primer instante<br />

de su concepción, cuando todavía no<br />

había sufrido pasión alguna.<br />

3. Y también: lo que no conviene ni al<br />

hombre ni al ángel, parece que es propio de<br />

Dios, y así no conviene a Cristo en cuanto<br />

hombre. Ahora bien, el ser siempre bienaventurado<br />

no conviene ni al hombre ni al<br />

ángel, pues, si hubieran sido creados bienaventurados,<br />

no hubieran pecado después.<br />

Luego Cristo, en cuanto hombre, no fue<br />

bienaventurado en el primer instante de su<br />

concepción.<br />

En cambio está lo que se lee en el<br />

Sal 64,5: Bienaventurado aquel a quien elegiste y<br />

tomaste;\o que, según la Glosa n , se refiere a<br />

la naturaleza humana de Cristo, que fue<br />

asumida por el Yerbo de Dios en unidad de<br />

persona. Pero la naturaleza humana fue asumida<br />

por el Verbo de Dios en el primer<br />

instante de su concepción. Luego Cristo, en<br />

cuanto hombre, fue bienaventurado en el<br />

primer instante de su concepción, lo cual es<br />

ser comprehensor.<br />

Solución. Hay que decir: Como es claro<br />

por lo expuesto (a.3), no fue conveniente<br />

que Cristo, en su concepción, recibiese sólo<br />

la gracia habitual sin su acto, pues recibió<br />

la gracia sin medida, como antes se ha demostrado<br />

(q.7 a. 11). Pero la gracia del viador,<br />

por estar desprovista de la gracia del<br />

comprehensor, es menor que la de este<br />

último. De donde resulta evidente que Cris-<br />

9. C.3 n.l (BK 286al8); S. TH., lect.4. 10. C.40: ML 40,252. 11. Glossa ordin. (111,173 F);<br />

Glossa LOMBARDI: ML 191,584. AGUSTÍN, Enarr. in Psalm., Sal 64,5: ML 36,778.

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