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Tertia Pars - Suma Teológica

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C.8 a.5 La gracia de Cristo en cuanto cabera de la Iglesia 131<br />

los ángeles, pues éstos no caminan en la fe,<br />

sino en la visión; de otro modo, estarían alejados<br />

del Señor, como arguye el Apóstol en 2<br />

Cor 5,6-7. Luego Cristo, en cuanto hombre,<br />

no es cabeza de los ángeles.<br />

3. Y también: dice Agustín, en loann. 6 ,<br />

que así como el Verbo, que desde el principio<br />

estaba en Dios, vivifica las almas, así también<br />

el Verbo hecho carne vivifica los cuerpos, de<br />

los que carecen los ángeles. Ahora bien, el<br />

Verbo hecho carne es Cristo en cuanto hombre.<br />

Luego Cristo, en cuanto hombre, no<br />

influye vitalmente en los ángeles. Y así, en<br />

cuanto hombre, no es cabeza de los ángeles.<br />

En cambio está lo que dice el Apóstol<br />

en Col 2,10: Es la cabera de todo principado y<br />

potestad. Y otro tanto acontece respecto de<br />

las otras jerarquías angélicas. Luego Cristo<br />

es cabeza de los ángeles.<br />

Solución. Hay que decir: Como queda<br />

explicado (a.l ad 2), donde hay un solo<br />

cuerpo es necesario que haya una sola cabeza.<br />

Por analogía se llama cuerpo a una<br />

multitud ordenada en unidad según diversas<br />

actividades o funciones. Pero es manifiesto<br />

que los hombres y los ángeles se ordenan a<br />

un mismo fin, que es la gloria de la bienaventuranza<br />

divina. Por eso el cuerpo místico<br />

de la Iglesia está compuesto no sólo<br />

por los hombres, sino también por los ángeles.<br />

Cristo es la cabeza de toda esta multitud,<br />

porque está más cerca de Dios y<br />

participa de sus dones de modo más perfecto<br />

no sólo que los hombres, sino también<br />

que los ángeles; y de él reciben influencia<br />

tanto los hombres como los ángeles. En<br />

Ef 1,20-22 se dice que Dios Padre le sentó,<br />

a Cristo, a su derecha en los cielos, sobre todo<br />

principado y potestad, poder y dominación y de todo<br />

cuanto tiene nombre, no sólo en este mundo, sino<br />

también en el venidero, y todo lo puso bajo sus pies.<br />

Y, por tanto, Cristo es cabeza no sólo de<br />

los hombres, sino también de los ángeles.<br />

Por eso se lee en Mt 4,11 que se acercaron los<br />

ángeles y le servían.<br />

Respuesta a las objeciones: 1. A la<br />

primera hay que decir: La influencia de Cristo<br />

sobre los hombres se ejerce principalmente<br />

en cuanto a sus almas, por las que los<br />

hombres son iguales a los ángeles en la<br />

naturaleza genérica, aunque no lo sean en<br />

la específica. Y, en virtud de esta semejanza,<br />

Cristo puede llamarse cabeza de los ángeles,<br />

6. Tr.19 sobre 5,26: ML 35,1552; tr.23 sobre 5,29: ML 35,1585.<br />

aunque falte la semejanza en cuanto a los<br />

cuerpos.<br />

2. A la segunda hay que decir: La Iglesia en<br />

su fase terrena es la comunidad de los fieles;<br />

pero en su fase celeste es la comunidad de<br />

los bienaventurados. Pero Cristo no fue<br />

sólo viador, sino también bienaventurado.<br />

Y, por eso, es cabeza no sólo de los viadores,<br />

sino también de los bienaventurados,<br />

porque posee en grado plenísimo la gracia<br />

y la gloria.<br />

3. A. la tercera hay que decir: Agustín, en<br />

el texto aducido, habla de una cierta semejanza<br />

de la causa con el efecto, a saber, en<br />

cuanto las cosas corporales actúan sobre los<br />

cuerpos, y las cosas espirituales lo hacen<br />

sobre los seres espirituales. Sin embargo, la<br />

humanidad de Cristo, en virtud de su naturaleza<br />

espiritual divina, puede actuar no<br />

sólo sobre las almas de los hombres, sino<br />

también sobre los espíritus angélicos, debido<br />

a su íntima unión con Dios, es decir, a<br />

su unión personal con El.<br />

ARTICULO 5<br />

La gracia de Cristo en cuanto cabeza de<br />

la Iglesia, ¿es la misma que él tiene en<br />

cuanto hombre particular?<br />

In Sent. 3 d.13 q.3 a.2 q. a l y 2; De verit. q.29 a.5<br />

Objeciones por las que parece que la<br />

gracia de Cristo en cuanto cabeza de la<br />

Iglesia no es la misma que le compete en<br />

cuanto hombre particular.<br />

1. El Apóstol escribe en Rom 5,15: Si<br />

por el pecado de uno solo murieron muchos, mucho<br />

más ha abundado la gracia de Dios y su don en<br />

beneficio de muchos por la gracia de un solo hombre,<br />

Jesucristo. Pero uno es el pecado actual del<br />

propio Adán, y otro distinto el pecado original,<br />

que transmitió a sus descendientes.<br />

Luego una es la gracia personal propia de<br />

Cristo, y otra distinta la gracia que le compete<br />

en cuanto cabeza de la Iglesia, que de<br />

él desciende a los demás.<br />

2. Aún más: los hábitos se distinguen<br />

según los actos. Ahora bien, en Cristo, su<br />

gracia personal se ordena a un acto, que es<br />

el de la santificación de su propia alma; y a<br />

otro acto distinto, que es el de la santificación<br />

de los demás, se ordena su gracia<br />

capital. Luego una es la gracia personal de<br />

Cristo, y otra distinta su gracia capital.

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