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Tertia Pars - Suma Teológica

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C.2 a.ll Unión del Verbo encarnado con la naturaleza humana 79<br />

ción está por encima de sus fuerzas. Pero<br />

la naturaleza humana puede ser elevada<br />

hasta Dios de dos maneras: o por la operación<br />

mediante la cual los santos conocen y<br />

aman a Dios, o por el ser personal, que es<br />

el modo singular de Cristo, en el que la<br />

naturaleza humana fue asumida para pertenecer<br />

a la persona del Hijo de Dios. Es<br />

claro que para que la operación sea perfecta<br />

se requiere que la potencia sea perfeccionada<br />

por el hábito; pero para que la naturaleza<br />

exista en su supuesto no se requiere la<br />

mediación de ningún hábito.<br />

Así pues, se ha de concluir que, si la<br />

gracia de Dios se entiende como la voluntad<br />

de Dios que otorga gratuitamente algo,<br />

o teniendo por grato y aceptable a alguien,<br />

entonces la unión de la encarnación se realizó<br />

por medio de la gracia, como se realiza<br />

la unión de los santos con Dios a través del<br />

conocimiento y del amor. En cambio, si por<br />

gracia se entiende el mismo don gratuito de<br />

Dios, puede llamarse gracia la unión de la<br />

naturaleza humana con la persona divina,<br />

en cuanto que esto se produjo sin méritos<br />

precedentes de ninguna clase. Pero no ha<br />

de entenderse como si fuese una gracia<br />

habitual mediante la cual se realiza la<br />

unión ".<br />

Respuesta a las objeciones: 1. A la<br />

primera hay que decir: La gracia, por ser accidente,<br />

es una cierta semejanza de la divinidad<br />

participada en el hombre. Pero, mediante<br />

la encarnación, no cabe decir que la<br />

naturaleza humana haya participado de una<br />

semejanza de la naturaleza divina, sino que<br />

está unida a la misma naturaleza divina en<br />

la persona del Hijo. Y es de más categoría<br />

la cosa misma que una participación de su<br />

semejanza.<br />

2. A la segunda hay que decir: La gracia<br />

habitual está sólo en el alma; en cambio, la<br />

gracia, en cuanto don gratuito de Dios consistente<br />

en la unión con una persona divina,<br />

afecta a toda la naturaleza humana, compuesta<br />

de alma y cuerpo. Y en este sentido<br />

se dice que la plenitud de la divinidad habita<br />

corporalmente en Cristo, porque la naturaleza<br />

divina se unió no sólo al alma, sino<br />

asimismo al cuerpo.<br />

Aunque también puede decirse 60 que la<br />

expresión habitar en Cristo corporalmente equivale<br />

a no en sombra, como habitó en los<br />

sacramentos de la ley antigua, de los que se<br />

dice (Col 2,17) que son sombra de lo futuro,<br />

siendo Cristo el cuerpo, es a saber, en cuanto<br />

el cuerpo se contradistingue de la sombra.<br />

Otros 61 interpretan la habitación corporal<br />

de la divinidad en Cristo de tres maneras,<br />

al modo en que el cuerpo tiene tres<br />

dimensiones. En primer lugar, por esencia,<br />

presencia y potencia, como acontece en las<br />

demás criaturas; en segundo lugar, por la<br />

gracia santificante, como ocurre en los santos;<br />

finalmente, por la unión personal, que<br />

le es propia **.<br />

3. A. la tercera hay que decir: La unión de<br />

la encarnación no se realizó sólo por la<br />

gracia habitual, como se unen a Dios los<br />

demás santos, sino que se efectuó por la<br />

subsistencia o la persona.<br />

ARTICULO 11<br />

La unión de la encarnación, ¿fue<br />

consecuencia de algún mérito?<br />

1-2 q.98 a.4; In Sent. 3 d.4 q.3 a.l; In Hebr. 1 lect. 4<br />

Objeciones por las que parece que la<br />

unión de la encarnación fue consecuencia<br />

de algún mérito.<br />

1. A propósito de las palabras de Sal<br />

32,22: Señor, hágase tu misericordia sobre nosotros,<br />

al modo en que hemos esperado en ti, comenta la<br />

Glosa 62 : Aquí está insinuado el deseo del profeta<br />

acerca de la encarnación, y también el mérito de su<br />

cumplimiento. Luego la encarnación viene a<br />

consecuencia del mérito.<br />

2. Aún más: cualquiera que merezca algo,<br />

merece también aquello sin lo cual no<br />

puede alcanzarse. Ahora bien, los antiguos<br />

Padres merecían la vida eterna, a la que no<br />

60. Véase HUGO DE S. CARO, In Univ. Test., super Col.2.9 (VII 191ra). 61. Véase HUGO DE<br />

S. CARO, In Univ. Test, super Col.2.9 (VII 191ra). 62. Giossa inferí. 3,131 v, Glossa de PEDRO<br />

LOMBARDO: ML 91,336. Cf. ALEJANDRO DE HALES, Summa Theol. 3 q.8 m.3 a.2 (III,26va).<br />

//. El término «gracia» significa: a) voluntad de Dios que gratuitamente concede un don; b) el don<br />

recibido; c) un hábito —«gracia habitual»— que perfecciona al sujeto. La unión hipostática es gracia<br />

sólo si el término se entiende en los sentidos a) y b).<br />

m. La divinidad habita en todas las criaturas «por esencia, presencia y potencia» (I q.8 a.3). En<br />

los justos habita por la gracia (II-II q.110 a.l). En Cristo habita de modo singular y único «por la<br />

unión personal».

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