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Tertia Pars - Suma Teológica

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164 Tratado del Verbo encarnado C.13 a.4<br />

do personalmente al Verbo de Dios. Y, en<br />

este sentido, toda disposición de su cuerpo<br />

estaba enteramente sometida a su poder.<br />

Pero como la virtud de la acción no se<br />

atribuye propiamente al instrumento, sino<br />

al agente principal, tal omnipotencia se atribuye<br />

más al Verbo de Dios que al alma de<br />

Cristo.<br />

Respuesta a las objeciones: 1. A la<br />

primera hay que decir: El texto del Damasceno<br />

debe interpretarse como referido a la voluntad<br />

divina de Cristo. Porque, como él mismo<br />

dice en el capítulo anterior n , por beneplácito<br />

de la voluntad divina le estaba permitido al<br />

cuerpo sufrir j realizar todo lo que le era propio.<br />

2. A la segunda hay que decir. A la justicia<br />

original que tuvo Adán en el estado de<br />

inocencia no le competía que el alma humana<br />

tuviese poder para alterar el propio cuerpo<br />

como le pluguiese, sino sólo que pudiera<br />

conservarlo sin daño. Y tal poder hubiera<br />

podido asumirlo Cristo si hubiese querido.<br />

Pero siendo tres los estados del hombre, a<br />

saber: el de inocencia, el de culpa y el de<br />

gloria, así como asumió del estado de gloria<br />

la visión beatífica, y del estado de inocencia<br />

la inmunidad de pecado, así también asumió<br />

del estado de culpa la necesidad de<br />

someterse a las penalidades de esta vida,<br />

como luego se dirá (q.14 a.2).<br />

3. A. la tercera hay que decir: A la imaginación,<br />

si es fuerte, el cuerpo la obedece naturalmente<br />

en determinadas circunstancias.<br />

Por ejemplo, respecto de la caída desde una<br />

viga colocada en lo alto, porque la imaginación<br />

está hecha para ser principio del movimiento<br />

local, como se dice en el III De<br />

Anima 12 . Otro tanto sucede respecto a las<br />

alteraciones de calor y frío y otras derivadas<br />

de éstas; porque de la imaginación brotan, a<br />

modo de consecuencia, las pasiones del alma,<br />

que mueven el corazón, y de este modo<br />

se altera todo el cuerpo mediante los espíritus<br />

vitales. Pero las demás disposiciones<br />

corporales que no guardan una relación natural<br />

con la imaginación no se alteran a causa<br />

de la imaginación, por fuerte que sea. Tal<br />

acontece, por ejemplo, con la forma de la<br />

mano o del pie, o cosas semejantes.<br />

ARTICULO 4<br />

¿Gozó el alma de Cristo de la<br />

omnipotencia respecto a la ejecución de<br />

su propia voluntad?<br />

Infra q.21 a.l ad 1<br />

Objeciones por las que parece que el<br />

alma de Cristo no tuvo omnipotencia respecto<br />

a la ejecución de su propia voluntad.<br />

1. En Me 7,24 se lee: Habiendo entrado en<br />

una casa, quiso que nadie le conociese; pero no pudo<br />

estar oculto. Luego no pudo cumplir enteramente<br />

los planes de su voluntad.<br />

2. Aún más: el precepto es signo de la<br />

voluntad, como se dijo en la Primera Parte<br />

(q.19 a. 12). Pero hubo casos en que sucedió<br />

lo contrario de lo que el Señor había ordenado.<br />

En Mt 9,30-31 se dice, efectivamente,<br />

que a los ciegos que habían recuperado la<br />

vista les conminó Jesús, diciendo: Mirad que nadie<br />

lo sepa; pero ellos, una vez fuera, extendieron su<br />

fama por todo aquel país. Luego no pudo<br />

ejecutar en todo los deseos de su voluntad.<br />

3. Y también: lo que uno pueda hacer<br />

por sí mismo, no se lo pide a otro. Pero el<br />

Señor, mediante la oración, pidió al Padre<br />

lo que deseaba que aconteciese, pues en Le<br />

6,12 se dice que salió hacia la montaña para<br />

orar, y pasó la noche orando a Dios. Luego no<br />

pudo ejecutar en todo los proyectos de su<br />

voluntad.<br />

En cambio está lo que dice Agustín en el<br />

libro De Quaest. Vet. etNov. Test. 13 : Es imposible<br />

que no se cumpla la voluntad del Salvador, y no puede<br />

querer lo que sabe que no debe hacerse.<br />

Solución. Hay que decir: El alma de Cristo<br />

quiso las cosas de dos modos: uno, realizándolas<br />

por sí mismo. Y, en este aspecto, es<br />

preciso afirmar que pudo todo lo que quiso,<br />

pues no se armonizaría con su sabiduría<br />

querer hacer por sí mismo cosas que no<br />

estaban sujetas a su voluntad.<br />

Otro, realizándolas con su poder divino,<br />

como aconteció con la resurrección de su<br />

propio cuerpo y otras cosas milagrosas por<br />

el estilo. Estas obras no podía realizarlas<br />

por su propio poder, sino en cuanto que era<br />

instrumento de la divinidad, como ya se ha<br />

dicho (a.2) <<br />

11. De Fide Orth. 1.3 c.19: MG 94,1080; cf. c.14: MG 94,1037; c.15: MG 94,1045. 12. ARIS-<br />

TÓTELES, c.9 n.5 (BK 432B13); c.10 n.l (BK 433a9); S. TH., lect.9 y 10. 13. PSEUDO-AMBROSIO<br />

(Ambrosiastef), P.l ex Nov. Test, q.77: ML 35,2271.<br />

d. Se hace notar la sintonía de la voluntad de Cristo con la voluntad del Padre y al mismo tiempo<br />

su dependencia de Dios. Así se ve en su oración (sol.3).

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