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Tertia Pars - Suma Teológica

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228 Tratado del Verbo encarnado C.22 a.3<br />

acontecerá sobre todo en la gloria. Por eso,<br />

en la ley antigua, se ofrecía el holocausto, a<br />

modo de combustión total, como se dice en<br />

Lev 1.<br />

Ahora bien, todos estos beneficios se han<br />

verificado en nosotros por medio de la<br />

humanidad de Cristo. Pues, efectivamente:<br />

primero, fueron borrados nuestros pecados,<br />

según las palabras de Rom 4,25: Fue entregado<br />

por nuestros pecados. Segundo, por él recibimos<br />

la gracia que nos salva, conforme a<br />

Heb 5,9: Fue hecho causa de salud eterna para<br />

todos los que le obedecen. Tercero, por él hemos<br />

logrado la perfección de la gloria, como se<br />

lee en Heb 10,19: Tenemos confianza, en virtud<br />

de su sangre, de entrar en el lugar de los santos, es<br />

decir, en la gloria celestial. Y por eso el<br />

propio Cristo, en cuanto hombre, no sólo<br />

fue sacerdote, sino también víctima perfecta,<br />

siendo a la vez víctima por el pecado,<br />

hostia pacífica y holocausto .<br />

Respuesta a las objeciones: 1. A la<br />

primera hay que decir Cristo no se mató, sino<br />

que se expuso voluntariamente a la muerte,<br />

conforme a las palabras de Is 53,7: Se ofreció<br />

porque quiso. Y por eso se dice que se ofreció<br />

a sí mismo.<br />

2. A. la segunda hay que decir: La muerte<br />

de Cristo puede relacionarse con una doble<br />

voluntad. En primer lugar, con la voluntad<br />

de los que le mataron. En este sentido no<br />

tuvo la condición de víctima, pues no es<br />

posible decir que quienes mataron a Cristo<br />

hayan ofrecido a Dios una víctima, sino que<br />

pecaron gravemente. Los sacrificios impíos<br />

de los gentiles eran imagen de este pecado,<br />

porque sacrificaban hombres a sus ídolos.<br />

En segundo lugar, la muerte de Cristo puede<br />

considerarse en comparación con la voluntad<br />

del paciente, que se ofreció voluntariamente<br />

a la pasión. Y, bajo este aspecto,<br />

tiene razón de víctima, y no guarda semejanza<br />

con los sacrificios de los gentiles.<br />

3. A la tercera hay que decir: La santidad<br />

inicial de la humanidad de Cristo no impide<br />

que la misma naturaleza humana, ofrecida<br />

a Dios en la pasión, haya sido santificada<br />

de una nueva manera, a saber, como hostia<br />

ofrecida actualmente, pues entonces adquirió<br />

la santificación actual de la víctima en<br />

virtud de la antigua caridad y por la gracia<br />

de unión, que lo santificó de modo absoluto.<br />

ARTICULO 3<br />

La expiación de los pecados, ¿es efecto<br />

del sacerdocio de Cristo?<br />

In Hebr. 9 lect.3<br />

Objeciones por las que parece que la<br />

expiación de los pecados no es efecto del<br />

sacerdocio de Cristo.<br />

1. Borrar los pecados es competencia<br />

exclusiva de Dios, conforme a lo que se<br />

dice en Is 43,25: Soy yo quien borro tus pecados<br />

por amor de mí mismo. Ahora bien, Cristo no<br />

es sacerdote en cuanto Dios, sino en cuanto<br />

hombre. Luego el sacerdocio de Cristo no<br />

es apto para expiar los pecados.<br />

2. Aún más: escribe el Apóstol, en Heb<br />

10,1-3, que los sacrificios del Antiguo Testamento<br />

no pudieron hacer perfectos a los oferentes;<br />

de otro modo, hubieran dejado de ofrecerlos,<br />

porque, una vez purificados suficientemente, no<br />

tendrían conciencia alguna de pecado; pero en tales<br />

sacrificios se hacía cada año memoria de los pecados.<br />

Ahora bien, bajo el sacerdocio de Cristo se<br />

hace del mismo modo conmemoración de<br />

los pecados, cuando se dice: Perdona nuestros<br />

pecados (Mt 6,12). Además, también continuamente<br />

se ofrece el sacrificio en la Iglesia;<br />

por lo que en el v.ll se añade: Danos<br />

hoy nuestro pan de cada día. Luego los pecados<br />

no son expiados por el sacerdocio de<br />

Cristo.<br />

3. Y también: en la antigua ley se inmolaba,<br />

en especial, un macho cabrío por el<br />

pecado de un jefe, una cabra por el pecado<br />

de un miembro del pueblo y un ternero por<br />

el pecado de un sacerdote, como es claro<br />

por Lev 4,3.23.28. Pero Cristo no es comparado<br />

con ninguno de esos animales, sino<br />

con el cordero, según palabras de Jer 11,19:<br />

Era yo como manso cordero que es llevado al<br />

matadero. Luego parece que su sacerdocio no<br />

tiene por finalidad expiar los pecados.<br />

En cambio está lo que dice el Apóstol<br />

en Heb 9,14: La sangre de Cristo, que por el<br />

Espíritu Santo se ofreció a sí mismo inmaculado a<br />

Dios, limpiará nuestras conciencias de las obras<br />

muertas, para que sirvamos al Dios vivo. Ahora<br />

bien, se llama obras muertas a los pecados.<br />

Luego el sacerdocio de Cristo tiene poder<br />

para limpiar de los pecados.<br />

Solución. Hay que decir: Para la purificación<br />

perfecta de los pecados se requieren<br />

d. La definición agustiniana de sacrificio traduce bien lo que significa el culto «en espíritu y en<br />

verdad». Lo decisivo no es la muerte física de las víctimas, sino la entrega libre y personal de los<br />

oferentes (sol.2; II-II q.85 a.3).

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