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Tertia Pars - Suma Teológica

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C.48 a.2 Sobre el modo en que actúa la pasión de Cristo 423<br />

2. A la segunda hay que dedr: Cristo, desde<br />

el principio de su concepción, nos mereció<br />

la salvación eterna; pero por nuestra parte<br />

existían ciertos impedimentos que nos estorbaban<br />

conseguir el efecto de los méritos<br />

precedentes. Por eso, con el fin de apartar<br />

tales impedimentos, fue conveniente que<br />

Cristo padeciese, como antes se ha dicho<br />

(q.46 a.3).<br />

3. A la tercera hay que dedr: La pasión de<br />

Cristo tuvo algún efecto que no tuvieron los<br />

méritos precedentes, no por una mayor<br />

caridad, sino por la naturaleza de la obra,<br />

que concordaba con tal efecto, como es<br />

manifiesto por las razones alegadas sobre la<br />

conveniencia de la pasión de Cristo (en la<br />

sol.).<br />

ARTICULO 2<br />

¿La. pasión de Cristo fue causa de<br />

nuestra salvación a modo de satisfacción?<br />

Infra a.6 ad 3; In Sent. 3 d.20 a.3; Cont. Gentes 4,55<br />

Objeciones por las que parece que la<br />

pasión de Cristo no fue causa de nuestra<br />

salvación a modo de satisfacción.<br />

1. Parece que el satisfacer es propio del<br />

que peca, como es notorio en las otras<br />

partes de la penitencia, pues el dolerse y el<br />

confesarse es propio del que peca. Pero<br />

Cristo no pecó, conforme a las palabras de<br />

1 Pe 2,22: El, que no cometió pecado. Luego no<br />

satisfizo con su propia pasión.<br />

2. Aún más: a nadie se satisface con una<br />

ofensa mayor. Ahora bien, la ofensa suprema<br />

fue la perpetrada en la pasión de Cristo,<br />

porque quienes le mataron pecaron gravísimamente,<br />

como antes queda dicho (q.47<br />

a.6). Luego da la impresión de que a Dios<br />

no se le pudo satisfacer mediante la pasión<br />

de Cristo.<br />

3. Y también: la satisfacción incluye una<br />

cierta igualdad con la culpa, por ser un acto<br />

de justicia. Pero la pasión de Cristo no<br />

parece equivaler a todos los pecados del<br />

género humano, porque Cristo no padeció<br />

en su divinidad, sino en su carne, según<br />

aquellas palabras de 1 Pe 4,1: Cristo padeció<br />

en la carne. Y el alma, en la que se da el<br />

pecado, es mayor que la carne. Luego Cristo<br />

no satisfizo con su pasión por nuestros<br />

pecados.<br />

En cambio está lo que, en nombre de<br />

Cristo, se dice en Sal 68,5: Pagaba lo que no<br />

robé. Pero no paga el que no satisface per-<br />

fectamente. Luego parece que Cristo, padeciendo,<br />

satisfizo perfectamente por nuestros<br />

pecados.<br />

Solución. Hay que decir: Propiamente satisface<br />

aquel que muestra al ofendido algo<br />

que ama igual o más que aborrece el otro<br />

la ofensa. Ahora bien, Cristo, al padecer por<br />

caridad y por obediencia, presentó a Dios<br />

una ofrenda mayor que la exigida como<br />

recompensa por todas las ofensas del género<br />

humano. Primero, por la grandeza de la<br />

caridad con que padecía. Segundo, por la<br />

dignidad de su propia vida, ofrecida como<br />

satisfacción, puesto que era la vida de Dios<br />

y del hombre. Tercero, por la universalidad<br />

de su pasión y por la grandeza del dolor<br />

asumido, como antes se ha dicho (q.46 a.5<br />

y 6). Y, por tal motivo, la pasión de Cristo<br />

no fue sólo una satisfacción suficiente, sino<br />

también superabundante por los pecados<br />

del género humano, según aquellas palabras<br />

de 1 Jn 2,2: El es víctima de propiciación por<br />

nuestros pecados; y no sólo por los nuestros, sino<br />

también por los del mundo entero.<br />

Respuesta a las objeciones: 1. A la<br />

primera hay que decir: La cabeza y los miembros<br />

son como una sola persona mística. Y,<br />

por tal motivo, la satisfacción de Cristo<br />

pertenece a todos los fieles como miembros<br />

suyos. Incluso dos hombres, en cuanto forman<br />

una sola cosa por medio de la caridad,<br />

son capaces de satisfacer el uno por el otro,<br />

como se declarará más adelante (véase<br />

Suppl. q.13 a.2). Pero no existe una razón<br />

semejante en lo que se refiere a la confesión<br />

y a la contrición, porque la satisfacción se<br />

concreta en un acto exterior, al que pueden<br />

asociarse instrumentos, entre los cuales se<br />

cuentan los amigos.<br />

2. A la segunda hay que decir. La caridad<br />

de Cristo, al padecer, fue mayor que la<br />

malicia de quienes le crucificaron. Y por eso<br />

Cristo pudo satisfacer más con su pasión<br />

que lo pudieron ofender, al matarle, los que<br />

le crucificaron, en cuanto que la pasión de<br />

Cristo fue suficiente y superabundante para<br />

satisfacer por los pecados de los que le<br />

crucificaron.<br />

3. A la tercera hay que decir. La dignidad<br />

de la carne de Cristo no debe apreciarse<br />

sólo conforme a la naturaleza de la carne,<br />

sino de acuerdo con la persona que la<br />

asume, es decir, en cuanto que era carne<br />

de Dios, lo cual la daba una dignidad<br />

infinita.

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