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Tertia Pars - Suma Teológica

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C.54 a.2 Sobre las cualidades de Cristo resucitado 465<br />

junto con otro cuerpo, se investigara más<br />

adelante, al tratar de la resurrección común<br />

(véase SuppL, q.83 a.2). Para nuestro propósito<br />

basta por ahora decir que, no por la<br />

naturaleza del cuerpo sino más bien por el<br />

poder de la divinidad que le está unida,<br />

entró aquel cuerpo, a pesar de ser verdadero,<br />

donde los discípulos, cerradas las puertas.<br />

Por lo que Agustín dice, en un Sermón<br />

de Pascuaz 1 , que algunos discutían este problema:<br />

Si era cuerpo, si resucitó del sepulcro el<br />

cuerpo que pendió en la cruz ¿cómo pudo entrar a<br />

través de unas puertas cerradas? Y responde 4 : Si<br />

comprendes el modo, deja de existir el milagro.<br />

Donde la razón desfallece, allí está la edificación<br />

de la fe. Asimismo, In loann. 5 escribe: Las<br />

puertas cerradas no se opusieron a la masa del<br />

cuerpo en que se hallaba la divinidad, pues por ellas<br />

pudo pasar aquel que, al nacer, conservó intacta la<br />

virginidad de su madre. Y lo mismo dice Gregorio<br />

en una Homilía de la Octava de Pascua 6 .<br />

2. A. la segunda hay que decir. Como se ha<br />

expuesto (q.53 a.3), Cristo resucitó a una<br />

vida gloriosa inmortal. Y es condición del<br />

cuerpo glorioso el ser espiritual, es decir, el<br />

estar sujeto al espíritu, como dice el Apóstol<br />

en 1 Cor 15,44. Pero para que el cuerpo esté<br />

totalmente sujeto al espíritu, es necesario<br />

que todas las acciones del cuerpo se sometan<br />

a la voluntad del espíritu. Ahora bien,<br />

el que una cosa se vea, se consigue por la<br />

acción de lo visible sobre la vista, como es<br />

evidente por lo que dice el Filósofo, en II<br />

De anima''. Y, por consiguiente, quien tiene<br />

un cuerpo glorificado, cuenta con el poder<br />

de ser visto cuando quiere, y de no ser visto<br />

cuando no le place. Y esto lo tuvo Cristo<br />

no sólo por la condición gloriosa de su<br />

cuerpo, sino también por el poder de la<br />

divinidad. Esta puede hacer que incluso los<br />

cuerpos no gloriosos dejen de ser vistos por<br />

un milagro, como le fue concedido milagrosamente<br />

a San Bartolomé, de modo que si<br />

quería, era visto, j no lo era si no quería 8 . Se<br />

dice, pues, que Cristo desapareció de la<br />

vista de los discípulos, no porque se corrompiese<br />

o se desintegrase en algunos elementos<br />

invisibles, sino porque por su propia<br />

voluntad dejó de ser visto por ellos,<br />

hallándose presente, o porque se retiró de<br />

allí por la dote de agilidad.<br />

3. A. la tercera hay que decir: Como explica<br />

Severiano, en un Sermón de Pascua 9 , nadie<br />

piense que Cristo cambió la figura de su cara con<br />

la resurrección. Lo cual debe entenderse en<br />

cuanto a la contextura de sus miembros,<br />

porque en el cuerpo de Cristo, concebido<br />

del Espíritu Santo, no hubo nada desordenado<br />

y deforme que precisase ser corregido<br />

en la resurrección. Sin embargo, en la resurrección<br />

recibió la gloria de la claridad. Por<br />

lo cual añade el mismo autor 10 : Pero se<br />

cambia su figura al hacerse, de mortal, inmortal,<br />

de modo que esto equivaliese a adquirir la gloria<br />

del rostro, no a perder la naturaleza del mismo.<br />

Y sin embargo no apareció a los discípulos<br />

en forma gloriosa, sino que, como estaba<br />

en su mano el que su cuerpo fuese visto<br />

o no lo fuese, así estaba en su poder el que<br />

en los ojos de quienes lo veían se formase<br />

una forma gloriosa, o no gloriosa, o incluso<br />

mezclada, o de cualquier otra manera. Al<br />

fin, basta una pequeña diferencia para que<br />

alguien dé la impresión de aparecer en una<br />

figura extraña.<br />

ARTICULO 2<br />

¿Resucitó glorioso el cuerpo de Cristo?<br />

Competid, theol. c.238<br />

Objeciones por las que parece que el<br />

cuerpo de Cristo no resucitó glorioso.<br />

1. Los cuerpos gloriosos son resplandecientes,<br />

según aquellas palabras de Mt<br />

13,43: Los justos brillarán como el sol en el reino<br />

de su Padre. Pero los cuerpos resplandecientes<br />

son vistos por causa de la luz, no por<br />

razón del color. Por consiguiente, habiendo<br />

sido visto el cuerpo de Cristo bajo la forma<br />

del color, como también era visto antes, da<br />

la impresión de que no fue glorioso.<br />

2. Aún más: el cuerpo glorioso es incorruptible.<br />

Pero el cuerpo de Cristo parece<br />

no haber sido incorruptible, puesto que fue<br />

palpable, como El mismo dice: Palpad y ved<br />

(Le 24,39). Dice Gregorio, efectivamente,<br />

en una Homilía n : Es necesario que se corrompa<br />

lo que se palpa, y no puede palparse lo que no se<br />

corrompe. Luego el cuerpo de Cristo no fue glorioso.<br />

3. Y también: el cuerpo glorioso no es<br />

animal sino espiritual, como es manifiesto<br />

3. Sem.aeipopu/.,se.ím.247:ML2>z,n57. 4. Sena, adpopul, serm.247: ML 38,1157. 5. Tract.<br />

121 super 20,18: ML 35,1958. 6. In Evang., 1.2 homil.26: ML 76,1197. 7. C.7 n.5 (Bic 419a7);<br />

S. TH., lect.15. 8. Cf. SANTIAGO DE VORÁGINE, Legenda Áurea, c.123 § 1 (GR 541.21). FABRICIO,<br />

Htst. Certaminis Apostolicé, 1.8 c.2 (11,693). 9. PEDRO CRISÓLOGO, Sermones, serm.82: ML 52,432.<br />

10. PEDRO CRISÓLOGO, Sermones, serm.82: MI, 52,432. 11. In Evang., 1.2 homil.26: ML 76,1198.

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