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Tertia Pars - Suma Teológica

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230 Tratado del Verbo encarnado C.22 a.4<br />

2. Aún más: Cristo se ofreció a sí mismo<br />

como sacrificio en su pasión. Pero con<br />

su pasión no mereció sólo para los demás,<br />

sino también para sí mismo, como antes<br />

queda dicho (q.19 a.3 y 4). Luego el sacerdocio<br />

de Cristo no influyó sólo en los<br />

demás, sino también en él mismo.<br />

3. Y también: el sacerdocio de la ley<br />

antigua fue figura del sacerdocio de Cristo.<br />

Pero el sacerdote de la antigua ley ofrecía<br />

el sacrificio no sólo por los demás, sino<br />

también por sí mismo, pues en Lev 16,17<br />

se dice que el sumo sacerdote entra en el santuario<br />

para orar por sí, por su casa y por todo el pueblo<br />

de Israel. Luego el sacerdocio de Cristo no<br />

sólo tuvo efecto sobre los demás, sino también<br />

sobre sí mismo.<br />

En cambio está lo que se lee en el<br />

Concilio de Efeso 9 : Si alguno dice que Cristo<br />

ofreció la oblación por sí mismo, y no más bien por<br />

nosotros solos (puesto que no necesitó de sacrificio<br />

quien no conoció el pecado), sea anatema. Ahora<br />

bien, el oficio del sacerdote consiste sobre<br />

todo en ofrecer el sacrificio. Luego el sacerdocio<br />

de Cristo no tuvo efecto sobre él<br />

mismo.<br />

Solución. Hay que decir: Como queda<br />

expuesto (a.l), el sacerdote es constituido<br />

mediador entre Dios y el pueblo. Y necesita<br />

de un mediador ante Dios aquel que no<br />

puede llegar hasta El por su propia virtud;<br />

y un sujeto de esa naturaleza está sometido<br />

al sacerdocio al participar del efecto del<br />

mismo. Pero esto no corresponde a Cristo,<br />

pues dice el Apóstol en Heb 7,25: Se acerca<br />

a Dios por sí mismo, viviendo eternamente, para<br />

interceder por nosotros. Y por eso no corresponde<br />

a Cristo recibir en sí mismo el efecto<br />

de su sacerdocio, sino, más bien, comunicarlo<br />

a los demás. En cualquier género de<br />

cosas, el primer agente influye de tal modo<br />

que él no es receptor de nada dentro de ese<br />

género; así, el sol ilumina, pero no es iluminado,<br />

y el fuego calienta, pero no es calentado.<br />

Ahora bien, Cristo es la fuente de<br />

todo sacerdocio, pues el sacerdote de la ley<br />

antigua era una figura de El, y el sacerdote<br />

de la nueva ley actúa en representación de<br />

Cristo, conforme a lo que se lee en 2 Cor<br />

2,10: Pues también yo, lo que he perdonado, si he<br />

perdonado algo en atención a vosotros, lo he hecho<br />

en representación de Cristo. Y, por eso, no le<br />

corresponde a Cristo recibir el efecto de su<br />

sacerdocio.<br />

Respuesta a las objeciones: 1. A la<br />

primera hay que decir: La oración, aunque<br />

compete a los sacerdotes, no es, sin embargo,<br />

un acto propio de su oficio, puesto que<br />

a cada uno de los hombres le corresponde<br />

orar por sí mismo y por los demás, conforme<br />

a las palabras de Sant 5,16: Orad unos por<br />

otros para que os salvéis. Y, en este sentido,<br />

podría decirse que la oración que Cristo<br />

hizo por sí mismo no era un acto de su<br />

sacerdocio.<br />

Pero tal respuesta parece quedar excluida<br />

por el Apóstol, quien, después de haber<br />

dicho, en Heb 5,6, tú eres sacerdote para siempre<br />

según el orden de Melquisedec, añade en el v.7:<br />

que en los días de su vida mortal ofreció oraciones,<br />

etcétera, como antes hemos recordado (en<br />

la sol.). Y, de este modo, parece que la<br />

oración que Cristo practicó no pertenece a<br />

su sacerdocio. Por eso es necesario decir<br />

que los demás sacerdotes participan del<br />

efecto de su propio sacerdocio no en cuanto<br />

sacerdotes, sino en cuanto pecadores,<br />

como diremos luego (ad 3). Pero Cristo,<br />

hablando en absoluto, no tuvo pecado, aunque<br />

sí tuvo una semejanza de carne de pecado,<br />

como se dice en Rom 8,3. Y, por este<br />

motivo, no puede decirse de modo absoluto<br />

que él mismo participó del efecto de su<br />

sacerdocio, sino sólo de forma relativa, es<br />

decir, según la pasibilidad de su carne. Por<br />

lo que dice claramente: El que podía salvarle<br />

de la muerte (Heb 5,7)z<br />

2. A. la segunda hay que decir: En la oblación<br />

del sacrificio de cualquier sacerdote<br />

pueden considerarse dos cosas, a saber: el<br />

mismo sacrificio ofrecido y la devoción del<br />

oferente. El efecto propio del sacerdocio es<br />

lo que resulta del mismo sacrificio. Pero<br />

Cristo alcanzó por su pasión [la gloria de la<br />

resurrección], no como por virtud del sacrificio,<br />

que se ofrece a modo de satisfacción,<br />

sino por la devoción con que sufrió humildemente,<br />

y por caridad, la pasión.<br />

3. A la tercera hay que decir. La figura no<br />

puede igualar a la realidad. Por eso el sacer-<br />

9. P.l c.26 anath.10: MANSI 4,1083; Dz 122. CIRILO DE ALEJANDRÍA, Ep.17 Ad Nestorium, anath.10:<br />

MG 77,121; o en la traducción de MARIO MERCATOR: ML 48,841.<br />

/ Aunque Cristo no se beneficie de su sacrificio en cuanto expiación del pecado, el amor con<br />

que se inmoló mereció para sí mismo la glorificación de su cuerpo (q.19 a.3 sol.3; q.20 a.3 sol.2).

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