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Tertia Pars - Suma Teológica

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C.34 a.3 Sobre la perfección de la prole 307<br />

acto de un ser imperfecto, que se va realizando<br />

sucesivamente, sino que es el acto de un ser<br />

que ya es perfecto, como se dice en el libro III<br />

De Anima 6 . Y por tanto es preciso decir que<br />

Cristo tuvo el uso del libre albedrío en el<br />

primer instante de su concepción.<br />

Respuesta a las objeciones: 1. A la<br />

primera hay que decir: El ser es anterior al<br />

obrar con anterioridad de naturaleza, pero<br />

no con anterioridad de tiempo, pues en<br />

cuanto el agente logra su ser perfecto, comienza<br />

a obrar, a no ser que haya algo que<br />

se lo impida. Como acontece con el fuego<br />

que, en cuanto es producido, comienza a<br />

calentar e iluminar. No obstante, la calefacción<br />

no queda terminada en un instante,<br />

sino al cabo de cierto tiempo, mientras que<br />

la iluminación se produce en un instante. Y<br />

de esta naturaleza es la operación del uso<br />

del libre albedrío, como queda dicho (en la<br />

sol.).<br />

2. A la segunda hay que decir. En cuanto<br />

se termina el consejo o la deliberación,<br />

puede realizarse la elección. Los que precisan<br />

la deliberación del consejo, en el mismo<br />

límite de éste tienen por primera vez la<br />

certeza de lo que han de elegir, y por eso<br />

eligen al momento. Por lo que resulta manifiesto<br />

que la deliberación del consejo no<br />

se exige antes de la elección más que por<br />

causa de la incertidumbre. Ahora bien, así<br />

como Cristo en el primer instante de su<br />

concepción tuvo la plenitud de gracia santificante,<br />

así también tuvo la plenitud de la<br />

verdad conocida, según las palabras de<br />

Jn 1,14: Lleno de grada y de verdad. De donde,<br />

como quien posee la certeza de todas las<br />

cosas, fue capaz de elegir al instante.<br />

3. A la tercera hay que decir. Como antes<br />

se ha expuesto (q.ll a.2), el entendimiento<br />

de Cristo podía entender incluso sin conversión<br />

a las imágenes sensibles. Por eso<br />

podía darse en él la operación de la voluntad<br />

y del entendimiento sin la operación de<br />

los sentidos.<br />

Sin embargo, también pudo darse en él<br />

la operación de los sentidos en el primer<br />

instante de su concepción, sobre todo en lo<br />

que se refiere a la operación del sentido del<br />

tacto, con el que se siente la prole concebida<br />

en la madre incluso antes de tener el<br />

alma racional, como se dice en el libro De<br />

Gen. Anim.''. De donde, por haber tenido<br />

Cristo, desde el primer instante de su con-<br />

cepción, alma racional, formado ya y organizado<br />

su cuerpo, mucho más podía tener<br />

en el mismo instante la operación del sentido<br />

del tacto.<br />

ARTICULO 3<br />

¿Pudo Cristo merecer en el primer<br />

instante de su concepción?<br />

In Sent. 3 d.18 a.3; De verit. q.29 a.8<br />

Objeciones por las que parece que Cristo<br />

no pudo merecer en el primer instante<br />

de su concepción.<br />

1. Como se comporta el libre albedrío<br />

para merecer, así se comporta para desmerecer.<br />

Ahora bien, el diablo no pudo pecar<br />

en el primer instante de su creación, como<br />

se dijo en la Primera Parte (q.63 a.5). Luego<br />

tampoco el alma de Cristo pudo merecer en<br />

el primer instante de su creación, que fue el<br />

primer instante de su concepción.<br />

2. Aún más: lo que el hombre tiene en<br />

el primer instante de su concepción parece<br />

que le es natural, porque es el término de<br />

su generación natural. Pero con lo natural<br />

no merecemos, como es claro por lo dicho<br />

en la Segunda Parte (1-2 q.109 a.5; q.ll4 a.2).<br />

Luego parece que el uso del libre albedrío,<br />

que Cristo tuvo en cuanto hombre en el<br />

primer instante de su concepción, no fue<br />

meritorio.<br />

3. Y también: lo que alguien ha merecido<br />

una vez, de algún modo lo hace ya suyo,<br />

y así parece que no puede merecerlo de<br />

nuevo, puesto que nadie merece lo que es<br />

suyo. Si, pues, Cristo mereció en el primer<br />

instante de su concepción, sigúese que luego<br />

no mereció nada. Esto es evidentemente<br />

falso. Luego Cristo no mereció en el primer<br />

instante de su concepción.<br />

En cambio está lo que dice Agustín, en<br />

Super Exod. 8 : Cristo no pudo en modo alguno<br />

progresar en lo que se refiere a los merecimientos de<br />

su alma. Pero en caso de no haber merecido<br />

en el primer instante de su concepción,<br />

hubiera podido progresar en lo que atañe al<br />

mérito. Luego Cristo mereció en el primer<br />

instante de su concepción.<br />

Solución. Hay que decir: Como arriba<br />

queda expuesto (a.l), Cristo fue santificado<br />

por la gracia en el primer instante de su<br />

concepción. Pero hay una doble santifica-<br />

6. ARISTÓTELES, c.7 n.l (BK 431a6); S. TH., lect.12. 7. ARISTÓTELES, l.II c.3 (BK 736bl).<br />

8. PATERIO, Expos. Vet. et Nov. Test., P.l 1.2 c.40: ML 79,740.

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