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Tertia Pars - Suma Teológica

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C.83 a.4 El rito de este sacramento 753<br />

Y así se pasa a la consumación de este<br />

sacramento. Primeramente se prepara al<br />

pueblo para recibirlo. Primero, por la oración<br />

común de todo el pueblo, que es el<br />

Padrenuestro, en la que pedimos que nos dé<br />

nuestro pan de cada día; y también por la<br />

oración privada, que el sacerdote presenta<br />

especialmente por el pueblo cuando dice:<br />

Líbranos, Señor. Segundo, se le prepara al<br />

pueblo con la paz, que se le da cuando se<br />

dice el Cordero de Dios. Este sacramento es,<br />

efectivamente, sacramento de unidad y de<br />

paz, como más arriba 49 se dijo. Ahora bien,<br />

en las misas de difuntos, en las que este<br />

sacrificio se ofrece no por la paz presente,<br />

sino por el descanso de los muertos, la paz<br />

se omite.<br />

Seguidamente viene la recepción del sacramento.<br />

Primeramente lo recibe el sacerdote,<br />

y después se lo da a los demás. Porque,<br />

como dice Dionisio en III De Eccl. Hier. 50 ,<br />

quien entrega las cosas divinas a los demás,<br />

debe participar de ellas primeramente él.<br />

Y, finalmente, toda la celebración de la<br />

misa termina con la acción de gracias. El<br />

pueblo exulta de alegría por haber participado<br />

en el misterio, y ése es el significado<br />

del canto después de la comunión; y el<br />

sacerdote da gracias con la oración, de la<br />

misma manera que Cristo, una vez celebrada<br />

la cena con sus discípulos, recitó el<br />

himno, como se narra en Mt 26,30.<br />

Respuesta a las objeciones: 1. A la<br />

primera hay que decir: La consagración se<br />

realiza con las solas palabras de Cristo. Pero<br />

fue necesario añadir lo restante para la preparación<br />

del pueblo que comulga.<br />

2. A la segunda hay que decir: Se declara<br />

en Jn 21,25 que el Señor hizo y dijo muchas<br />

cosas que los evangelistas no han consignado<br />

por escrito. Y entre esas cosas está el<br />

que el Señor en la cena elevó los ojos al<br />

cielo, según consta a la Iglesia por tradición<br />

apostólica 51 . Parece razonable, en efecto,<br />

que si elevó los ojos al Padre en la resurrección<br />

de Lázaro y en la oración que hizo por<br />

sus discípulos, según se dice en Jn 11,41 y<br />

17,1 respectivamente, mucho más haya podido<br />

elevarlos al instituir este sacramento,<br />

tratándose de algo mucho más importante.<br />

Y el hecho de que diga manducad en lugar<br />

de comed no cambia el sentido. Además de<br />

que no importa una locución u otra, puesto<br />

49. Q.67 a.2; q.73 a.3 ad 3; a.4; q.79 a.l. 50. § 14: MG 3,445.<br />

1.3 tit.41 c.6 Cum Martae. 52. GRACIANO, Le., can.67 Episcopus nullum.<br />

ML 4,557.<br />

que, como ya se dijo (q.78 a.l ad 2.4), esas<br />

palabras no pertenecen a la forma.<br />

En lo que se refiere a la adición del<br />

término todos, hay que decir que está implícito<br />

en las palabras evangélicas, aunque no<br />

esté expreso. Porque el mismo Cristo había<br />

dicho en Jn 6,54: Si no coméis la carne del Hijo<br />

del hombre, no tendréis vida en vosotros.<br />

3. A la tercera hay que decir: La eucaristía<br />

es el sacramento de la unidad de toda la<br />

Iglesia. Y, por eso, en este sacramento más<br />

que en otros debe hacerse mención de todo<br />

lo que pertenece a la salvación de toda la<br />

Iglesia.<br />

4. A la cuarta hay que decir: Hay dos tipos<br />

de instrucción. Una, que se dirige a los que<br />

comienzan, o sea, a los catecúmenos. Y esta<br />

instrucción tiene lugar con ocasión del bautismo.<br />

Otra, que es la que se da al pueblo fiel<br />

que toma parte en el misterio eucarístico. Y<br />

ésta se hace en la celebración de este sacramento.<br />

Sin embargo, de esta instrucción no<br />

están excluidos ni los catecúmenos ni los<br />

infieles. Por lo que se dice en De Consecr.<br />

dist.I can.67 52 : El obispo no prohiba a nadie,<br />

sea gentil, hereje o judío, entrar en la iglesia y oír<br />

la palabra de Dios durante la misa de los catecúmenos,<br />

en la cual se dan las enseñanzas de<br />

la fe.<br />

5. A. la quinta hay que decir. Este sacramento<br />

requiere una devoción mayor que los<br />

otros sacramentos por contener a Cristo en<br />

su totalidad, y una devoción más extensa<br />

por requerir la devoción de todo el pueblo,<br />

por el que se ofrece este sacrificio, y no<br />

solamente de los que le reciben, como sucede<br />

con los otros sacramentos. Por eso,<br />

como dice San Cipriano 53 , el sacerdote con el<br />

prefacio prepara el ánimo de los hermanos diciendo:<br />

«levantemos el corazón», para que con la respuesta:<br />

«lo tenemos levantado hacia el Señor», el pueblo se<br />

dé cuenta de que no debe pensar en otra cosa más<br />

que en Dios.<br />

6. A la sexta hay que decir. En este sacramento,<br />

como acabamos de exponer (ad 3),<br />

se hace mención de cosas que interesan a<br />

la Iglesia entera. Por eso, algunas de ellas<br />

las dice el coro, y que pertenecen al pueblo.<br />

Algunas de éstas las dice en su totalidad<br />

el coro, son las que se inspiran en todo el<br />

pueblo. Otras, sin embargo, las continúa el<br />

pueblo, después de la incoación del sacer-<br />

51. Cf. Decret. Greg. IX<br />

53. De orat. domin. c.31:

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