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Tertia Pars - Suma Teológica

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C.16 a.l Atributos concernientes a Cristo 183<br />

tivo, sino absoluto. Luego, en caso de predicarse<br />

de Dios, se sigue que toda la Trinidad<br />

y cada una de las personas serían hombre,<br />

lo que manifiestamente es falso.<br />

En cambio está lo que se lee en Flp<br />

2,6-7: El cual, existiendo en la forma de Dios, se<br />

anonadó tomando la forma de siervo, haciéndose<br />

semejante a los hombres y apareciendo, en su porte<br />

exterior, como un hombre. Y, de este modo, el<br />

que existe en forma de Dios es hombre.<br />

Pero el que existe en la forma de Dios es<br />

Dios. Luego Dios es hombre.<br />

Solución. Hay que decir: La proposición<br />

Dios es hombre es admitida por todos los<br />

cristianos; pero no todos la aceptan por la<br />

misma razón. Algunos la aceptan a condición<br />

de que esos términos no se tomen en<br />

sentido propio. En efecto, los Maniqueos 2<br />

dicen que el Verbo de Dios es hombre,<br />

pero no hombre verdadero, sino aparente,<br />

porque sostienen que el Hijo de Dios asumió<br />

un cuerpo imaginario, de manera que<br />

se afirme que Dios es hombre en el sentido<br />

en que se dice que es hombre la estatua de<br />

cobre fundida en forma de hombre. Igualmente,<br />

quienes enseñaban (cf. supra q.2 a. 6)<br />

que el alma y el cuerpo de Cristo no estaban<br />

unidos, tampoco admitieron que Dios fuese<br />

verdadero hombre, siéndolo sólo figurativamente,<br />

por razón de las partes que lo integraban.<br />

Pero ya hemos demostrado antes<br />

(q.2 a.5; q.5 a.l) que ambas opiniones son<br />

falsas.<br />

Otros, por el contrario, admiten la verdad<br />

de la humanidad de Cristo, pero niegan<br />

la verdad de su divinidad. Dicen, efectivamente,<br />

que Cristo, que es Dios y hombre,<br />

no es Dios por naturaleza, sino por participación,<br />

esto es, por gracia, lo mismo que<br />

todos los santos son llamados dioses (Sal<br />

81,6; Jn 10,34); aunque Cristo lo es de una<br />

manera más excelente que los demás, por<br />

ser su gracia más abundante. Y, en este<br />

sentido, cuando decimos Dios es hombre, la<br />

palabra Dios no supone que lo sea de verdad<br />

y por naturaleza. Tal es la herejía de<br />

Fotino, que antes hemos desechado (q.2<br />

a.ll; cf. a.10; e infra q.35 a.4).<br />

Otros, en cambio, aceptan que la proposición<br />

enunciada es verdadera en los dos<br />

términos, defendiendo que Cristo es verdadero<br />

Dios y verdadero hombre; sin embar-<br />

go, no salvan la verdad de la predicación.<br />

Dicen, en efecto, que la palabra hombre se<br />

predica de Dios por una cierta unión en la<br />

dignidad, en la autoridad, o incluso en el<br />

amor o en la inhabitación. Y en este sentido<br />

admitió Nestorio que Dios era hombre 3 , de<br />

modo que con tal afirmación sólo se da a<br />

entender que Dios está unido al hombre<br />

con tal vínculo que Dios habita en el hombre,<br />

y está unido a éste por el afecto y por<br />

la participación de la autoridad y el honor<br />

divinos. Y un error semejante cometen los<br />

que ponen en Cristo dos hipóstasis o dos<br />

supuestos 4 . Es imposible, efectivamente,<br />

entender que de dos realidades que tienen<br />

distinto supuesto o hipóstasis, una se predique<br />

propiamente de la otra; tal predicación<br />

sólo podrá hacerse si se habla metafóricamente,<br />

en cuanto están unidos en algo,<br />

como si, por ejemplo, decimos que Pedro<br />

es Juan porque entre ellos existe una cierta<br />

amistad. También estas opiniones han sido<br />

antes rechazadas (q.2 a.3 y 6).<br />

Por eso, dando por supuesto, de acuerdo<br />

con la verdad de la fe católica, que la<br />

verdadera naturaleza divina se unió con una<br />

naturaleza verdaderamente humana, no sólo<br />

en la persona, sino también en el supuesto<br />

o hipóstasis, afirmamos que la proposición<br />

Dios es hombre es verdadera y propia:<br />

no solamente porque los términos son verdaderos,<br />

es a saber, porque Cristo es verdadero<br />

Dios y verdadero hombre, sino también<br />

porque la predicación es verdadera.<br />

Efectivamente, el nombre que significa una<br />

naturaleza común en concreto puede designar<br />

cualquiera de los supuestos incluidos en<br />

la naturaleza común; así como la palabra<br />

hombre puede designar a cualquier hombre<br />

particular. Y, de esta manera, la palabra<br />

Dios, en virtud del mismo modo de su<br />

significación, puede designar a la persona<br />

del Hijo de Dios, como demostramos en la<br />

Primera Parte (q.39 a.4). Ahora bien, de todo<br />

supuesto de una naturaleza puede predicarse<br />

verdadera y propiamente el nombre que<br />

designa a tal naturaleza en concreto; como<br />

se predica la palabra hombre, verdadera y<br />

propiamente, de Sócrates y de Platón. Luego,<br />

por ser la persona del Hijo de Dios,<br />

significada por el nombre Dios, el supuesto<br />

de la naturaleza humana, la palabra hombre<br />

puede predicarse, verdadera y propiamente,<br />

2. Cf. AGUSTÍN, Confess. 1.5 c.10: ML 32,716; De Haeres. § 46; TOMÁS, De art.fid. 3. Cf. supra<br />

q.2 a.6. 4. Tal es la opinión del ARZOBISPO SENONENSE; cf. supra q.2 a.6.

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