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Tertia Pars - Suma Teológica

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60 Tratado del Verbo encarnado C.l a.4<br />

ción no hubiera tenido lugar de no haber<br />

existido el pecado. Sin embargo, no por<br />

esto queda limitado el poder de Dios, ya<br />

que hubiera podido encarnarse aunque no<br />

hubiera existido el pecado.<br />

Respuesta a las objeciones: 1. A la<br />

primera hay que decir: Todas las otras causas<br />

de la encarnación, ya señaladas, se reducen<br />

al motivo de remediar el pecado. Pues si el<br />

hombre no hubiese pecado, hubiera sido<br />

iluminado por la luz de la divina sabiduría<br />

y perfeccionado con la rectitud moral, en<br />

orden a conocer todo lo que le era necesario.<br />

Pero como el hombre, apartándose de<br />

Dios, cayó extraviado en las cosas materiales,<br />

fue conveniente que Dios, encarnándose,<br />

le proporcionase la salvación también<br />

por medio de las cosas materiales. Por eso<br />

dice Agustín 27 comentando las palabras de<br />

Jn 1,14 el Verbo se hizp carne: La carne fue la<br />

causa de tu ceguera y la carne será la que la haga<br />

desaparecer; porque Cristo vino de este modo para<br />

extinguir por su carne los víaos de la carne.<br />

2. A la segunda hay que decir: La omnipotencia<br />

divina se manifiesta en el hecho de<br />

crear las cosas de la nada. Y para la perfección<br />

del universo basta que la criatura se<br />

ordene a Dios como a su fin de modo<br />

natural. Mas que la criatura se una personalmente<br />

a Dios excede los límites de su<br />

perfección natural.<br />

3. A la tercera hay que decir. En la naturaleza<br />

humana se da doble capacidad. Una,<br />

natural. A ésta siempre la satisface Dios al<br />

dar a cada cosa todo lo que corresponde a<br />

su capacidad natural. Otra de acuerdo con<br />

el poder divino, al que toda criatura está<br />

enteramente sometida. A esta capacidad se<br />

refiere la dificultad. Pero Dios no satisface<br />

toda esta capacidad de la naturaleza; de otro<br />

modo, Dios no podría hacer en la criatura<br />

más de lo que hace. Y esto es falso, como<br />

hemos probado antes (1 q.23 a.5; q.105 a.6).<br />

Pero nada se opone a que la naturaleza<br />

humana haya sido elevada a un fin más alto<br />

después del pecado: pues Dios permite los<br />

males para sacar así un bien mayor. Por eso<br />

se dice en Rom 5,20: Donde abundó el pecado,<br />

sobreabundó la gracia. Y en la bendición del<br />

cirio pascual 28 se proclama: ¡Oh feliz culpa,<br />

que mereció tener tan gran Redentor!<br />

4. A la cuarta hay que decir: La predestinación<br />

presupone la presciencia de las cosas<br />

futuras. Por eso, así como Dios predestina<br />

realizar la salvación de un hombre determinado<br />

por medio de las oraciones de otras<br />

personas, así también predestinó que la encarnación<br />

tuviese lugar para remedio del<br />

pecado del hombre.<br />

5. A la quinta hay que decir. Nada impide<br />

que a alguien se le revele un efecto determinado<br />

sin que se le revele la causa. Al<br />

primer hombre le pudo ser revelado el<br />

misterio de la encarnación sin que él conociese<br />

previamente su caída: pues no todo el<br />

que conoce un efecto conoce su causa.<br />

ARTICULO 4<br />

¿Dios se encarnó principalmente para<br />

quitar los pecados actuales o para borrar<br />

el pecado original?<br />

In Sent. 3 d.l q.l a.2 ad 6; Op. XI Resp. de art. 36<br />

a.23; Op. X Resp. de art. 4) a.28<br />

Objeciones por las que parece que Dios<br />

se encarnó principalmente para quitar los<br />

pecados actuales y no para borrar el pecado<br />

original.<br />

1. Cuanto más grave es un pecado, tanto<br />

más se opone a la salvación del hombre,<br />

para la que Dios se encarnó. Pero el pecado<br />

actual es más grave que el original: pues,<br />

como dice Agustín en el libro Contra lulianum<br />

29 , al pecado original se debe la mínima<br />

pena. Luego la encarnación de Cristo se<br />

ordena principalmente a la destrucción de<br />

los pecados actuales.<br />

2. Aún más: al pecado original no corresponde<br />

la pena de sentido, sino sólo la<br />

de daño, como hemos probado antes (1-2<br />

q.87 a.5 obi.2). Pero Cristo vino para satisfacer<br />

por los pecados sufriendo en la cruz<br />

la pena de sentido, no la pena de daño, pues<br />

nunca careció de la visión y el gozo de<br />

Dios. Luego se encarnó principalmente para<br />

borrar el pecado actual más que el original.<br />

3. Y también: según el Crisóstomo en<br />

el libro II De compunctione cordis 30 : El amor<br />

del siervo fiel es tal, que los beneficios hechos a todos<br />

en general los considera como si le hubieran sido<br />

concedidos a él solo. Como si de él solo se<br />

tratase escribe Pablo en Gal 2,20: Me amó y<br />

se entregó por mí. Pero nuestros pecados propios<br />

son los actuales, pues el original es<br />

pecado común 31 . Luego nuestra disposición<br />

de ánimo ha de ser la de pensar que Cristo<br />

27. In loann. tr.2: ML 35,1395. 28. Missale S. O. P. p.153. 29. L.5 c.ll: ML 44,809.<br />

30. MG 47,419. 31. Glossa ordin. In lo. 1,29.

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