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Tertia Pars - Suma Teológica

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162 Tratado del Verbo encarnado C.13 a.2<br />

1. El mismo dice en Mt 28,18: Me ha<br />

sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Pero<br />

en la expresión délo y tierra quedan englobadas<br />

todas las criaturas, como es manifiesto<br />

por lo que se lee en Gen 1,1: A.Iprincipio creó<br />

Dios el délo y la tierra. Luego da la impresión<br />

de que el alma de Cristo dispone de la<br />

omnipotencia para introducir cambios en<br />

las criaturas.<br />

2. Aún más: el alma de Cristo es más<br />

perfecta que cualquier otra criatura. Pero<br />

toda criatura puede ser movida por otra<br />

criatura, pues dice Agustín en el libro III De<br />

Trin. 4 : A.sí como los cuerpos más toscos e inferiores<br />

son regidos, con cierto orden, por los más sutiles y<br />

superiores, así también lo son todos los cuerpos por<br />

el espíritu racional de la vida;y el espíritu desertor<br />

de la vida racional y pecador es regido por el espíritu<br />

de vida, racional, piadoso y justo. Pero el alma<br />

de Cristo mueve incluso a los espíritus superiores,<br />

iluminándolos, como escribe Dionisio<br />

en el c.7 De Cael. Hier. 5 . Luego parece<br />

que el alma de Cristo tuvo la omnipotencia<br />

para producir cambios en las criaturas.<br />

3. Y también: el alma de Cristo poseyó<br />

de forma plenísima la gracia de los milagros<br />

o virtudes (1 Cor 12,10), como las demás<br />

gracias. Ahora bien, todo cambio introducido<br />

en la criatura puede reducirse a la gracia<br />

de los milagros, puesto que incluso los<br />

cuerpos celestes fueron desviados milagrosamente<br />

de su propio curso, como lo prueba<br />

Dionisio en su Epístola A.d Polycarpum 6 .<br />

Luego el alma de Cristo disfrutó de la<br />

omnipotencia para producir cambios en las<br />

criaturas.<br />

En cambio está que obrar mutaciones<br />

en las criaturas es propio de quien las conserva.<br />

Pero esto es exclusivo de Dios, de<br />

acuerdo con Heb 1,3: Sustenta todas las cosas<br />

con su poderosa palabra. Luego la omnipotencia<br />

para producir cambios en las criaturas es<br />

exclusiva de Dios. En consecuencia, la omnipotencia<br />

no compete al alma de Cristo '.<br />

Solución. Hay que decir: Aquí es preciso<br />

establecer una doble distinción. La primera,<br />

por parte de la mutación de la criatura, que<br />

reviste tres modos. Primero, el natural,<br />

cuando la mutación es causada por el agen-<br />

4. C.4: ML 42,873.<br />

1.4: ML 26,226.<br />

te propio de acuerdo con el orden de la<br />

naturaleza. Segundo, el milagroso, cuando<br />

la mutación proviene de un agente sobrenatural<br />

y excede el orden y el curso normal de<br />

la naturaleza, como acontece en la resurrección<br />

de los muertos. Tercero, cuando la<br />

mutación sucede de acuerdo con la capacidad<br />

de toda criatura para volver a la nada.<br />

La segunda distinción hay que establecerla<br />

por parte del alma de Cristo, que puede<br />

considerarse de dos modos. Primero, según<br />

su propia naturaleza y virtud, sea ésta natural<br />

o gratuita. Segundo, en cuanto instrumento<br />

del Verbo de Dios unido personalmente<br />

a ella.<br />

Por consiguiente, si hablamos del alma<br />

de Cristo según su propia naturaleza y virtud,<br />

sea ésta natural o gratuita, el alma de<br />

Cristo tuvo potencia para producir aquellos<br />

efectos que corresponden al alma, por<br />

ejemplo gobernar el cuerpo y ordenar los<br />

actos humanos; y también iluminar, mediante<br />

la plenitud de gracia y de ciencia, a<br />

todas las criaturas racionales que carecen de<br />

su perfección, al modo en que esto conviene<br />

a la criatura racional.<br />

En cambio, si consideramos el alma de<br />

Cristo en cuanto instrumento del Verbo<br />

unido a ella, sí que tuvo una potencia instrumental<br />

para producir aquellas mutaciones<br />

que pueden ordenarse al fin de la encarnación,<br />

que consiste en instaurar todas las cosas, tanto las<br />

del cielo como las de la tierra (Ef 1,10).<br />

Pero los cambios de las criaturas en cuanto<br />

capaces de volver a la nada se relacionan<br />

con la creación de las mismas, es a saber,<br />

en cuanto son sacadas de la nada. Y por<br />

esto, así como sólo Dios puede crear, así<br />

también solamente El es capaz de aniquilarlas.<br />

Es El también el único que las conserva<br />

en el ser, para que no caigan en la nada. En<br />

consecuencia, es preciso afirmar que el alma<br />

de Cristo no dispone de la omnipotencia<br />

respecto de las mutaciones de las criaturas.<br />

Respuesta a las objeciones: 1. A la<br />

primera hay que decir: Como observa Jerónimo<br />

7 , le fue dado el poder a aquel que poco antes<br />

fue crucificado y puesto en el sepulcro, y que luego<br />

resucitó, esto es, a Cristo en cuanto hombre.<br />

Se dice, pues, que le fue concedido todo<br />

5. § 3: MG 3,209. 6. Ep.7 § 2: MG 3,1080. 7. In Mt. 28,18,<br />

c. En la creación, la criatura sólo puede ser instrumento (I q.45 a.6). El alma de Cristo tiene un<br />

poder no absoluto, sino relativo, que explicitan los a.3 y 4. Incluso la realeza que Cristo en cuanto<br />

hombre tiene sobre el mundo es recibida del Padre (sol.l; también q.59 a.4 sol.2).

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