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Tertia Pars - Suma Teológica

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178 Tratado del Verbo encarnado C.15 a.7<br />

los demás, como el pecado de sus discípulos,<br />

o también el de los judíos que le mataron.<br />

Y de ahí que, así como pudo darse en<br />

Cristo el verdadero dolor, así también pudo<br />

darse en El la verdadera tristeza, aunque de<br />

modo diverso que en nosotros, por las tres<br />

razones que señalamos antes (a.4), al hablar<br />

de la pasión de Cristo en general.<br />

Respuesta a las objeciones: 1. A la<br />

primera hay que deár: De Cristo se excluye la<br />

tristeza en cuanto pasión perfecta; en cambio<br />

se dio en El en cuanto incoada, en<br />

cuanto pro-pasión. Por eso se escribe en Mt<br />

26,37: Comentó a entristecerse y afligirse. Pero<br />

una cosa es entristecerse y otra comentar a entristecerse,<br />

como dice Jerónimo en el lugar citado<br />

32 .<br />

2. A. la segunda hay que decir. Como escribe<br />

Agustín en el libro XIV De Civ. Deiz,<br />

frente a las tres perturbaciones, es a saber: el<br />

deseo insaciable, la alegría y el temor, los<br />

estoicos pusieron en el alma del sabio tres pasiones<br />

buenas («eupathias»), a saber: en lugar del deseo<br />

insanable, la voluntad; en lugar de la alegría, el<br />

gozo;y en vez del miedo, la cautela. Pero negaron<br />

que, en el alma del sabio, pudiera ponerse algo en<br />

lugar de la tristeza, porque ésta tiene por objeto el<br />

mal y a sucedido; pero, ajuicio de ellos, al sabio no<br />

puede sobrevenirle mal alguno. Y esto porque<br />

pensaban que no existía otro bien que el<br />

honesto, que hace buenos a los hombres, ni<br />

otro mal que el deshonesto, que hace a<br />

éstos malos.<br />

Aunque lo honesto sea el bien principal<br />

del hombre, y lo deshonesto su mal principal,<br />

porque ambas cosas conciernen a la<br />

razón, que es la parte principal en el hombre,<br />

existen, sin embargo, algunos bienes<br />

secundarios del hombre que se refieren a su<br />

propio cuerpo o a cosas exteriores que<br />

miran a su interés. Y, en este sentido, puede<br />

darse la tristeza en el alma del sabio, en<br />

cuanto al apetito sensitivo, mediante la<br />

aprehensión de males de esta clase, sin que,<br />

no obstante, tal tristeza perturbe su razón.<br />

Y en esta línea se entiende también el que<br />

al justo no le entristecerá nada de lo que le suceda;<br />

es a saber, porque su razón no se perturbará<br />

por ningún infortunio. Y en este sentido se<br />

dio en Cristo la tristeza, como pro-pasión,<br />

no como pasión.<br />

3. A. la tercera hay que decir: Toda tristeza<br />

es un mal penoso, pero no siempre es un<br />

mal culpable, sino sólo cuando procede de<br />

un afecto desordenado. Por eso dice Agustín<br />

en el libro XIV De Civ. Deiz: Si estas<br />

inclinaciones siguen a la recta razón, y se aplican<br />

cuando y donde es conveniente, ¿quién se atreverá<br />

entonces a calificarlas de pasiones malsanas o viciosas?<br />

4. A la cuarta hay que decir. Nada impide<br />

que una cosa que, de por sí, es contraria a<br />

la voluntad, sea querida por razón del fin a<br />

que está ordenada; así, una medicina amarga<br />

no es querida por sí misma, sino sólo en<br />

cuanto se ordena a la salud. Y, en este<br />

sentido, la muerte y la pasión de Cristo,<br />

consideradas en sí mismas, fueron involuntarias<br />

y motivo de tristeza; aunque fueron<br />

voluntarias por razón de su fin, que es la<br />

redención del género humano.<br />

ARTICULO 7<br />

¿Existió en Cristo el temor?<br />

In Sent. 3 d.15 q.2 a.2 q."3, exposición del texto; De verít.<br />

q.26 a.8; Competid, theol. c.232<br />

Objeciones por las que parece que Cristo<br />

no experimentó el temor.<br />

1. En Prov 28,1 se lee: El justo, como un<br />

león seguro, vivirá sin terror. Pero Cristo fue<br />

justo en grado máximo. Luego en Cristo no<br />

existió temor de ninguna clase.<br />

2. Aún más: Hilario, en el libro X De<br />

Trin. 35 , escribe: Pregunto a quienes piensan esto<br />

si es razonable que temiera la muerte aquel que,<br />

ahuyentando de sus Apóstoles todo temor a la<br />

misma, los exhortó a la gloria del martirio. Luego<br />

no es razonable que en Cristo existiese el<br />

temor.<br />

3. Y también: parece que el temor no<br />

tiene otro objeto que el mal inevitable para<br />

el hombre. Ahora bien, Cristo podía evitar<br />

tanto el mal de pena, que él padeció, cuanto<br />

el mal de la culpa, que se produjo en los<br />

demás hombres. Luego en Cristo no se dio<br />

temor de ninguna clase.<br />

En cambio está lo que dice Me 14,33:<br />

Jesús comentó a sentir temor y angustia.<br />

Solución. Hay que decir: Así como la<br />

tristeza proviene de la aprehensión de un<br />

mal presente, de igual modo el temor se<br />

origina de la aprehensión de un mal futuro.<br />

Sin embargo, la aprehensión de un mal<br />

futuro, si va acompañada de una certeza<br />

absoluta, no produce temor. Por eso dice el<br />

Filósofo, en el II Rhet. 3

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