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Tertia Pars - Suma Teológica

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48 Tratado del Verbo encarnado<br />

realidad en sí misma) y «economía» (conocimiento de lo que Dios va realizando<br />

en la historia de nuestra salvación).<br />

Ante la necesidad de precisar atajando posturas extremistas, los concilios de<br />

Nicea y Calcedonia utilizan mediaciones conceptuales de la filosofía griega donde<br />

la preocupación por la naturaleza y el «en sí» de los entes prevalece sobre la<br />

historia y sus manifestaciones. Esta prevalencia se acentúa en la Edad Media; y<br />

Santo Tomás se mueve en ese horizonte valiéndose de la filosofía griega.<br />

Según esta filosofía, lo necesario es anterior a lo contingente. Por eso hay que<br />

partir de la Trinidad como fuente y origen de la encarnación, que es acontecimiento<br />

no necesario. La reflexión cristológica de Santo Tomás sigue un esquema<br />

trinitario descendente, apto para una sociedad cristiana donde la presencia de<br />

Dios era familiar e indiscutible. Sirviéndose de esa misma filosofía, su discurso<br />

es lógico: la acción presupone la naturaleza y una ontología o conocimiento de<br />

la misma, una estructura que la explique, pues el obrar sigue al ser.<br />

Sin embargo, eso no quiere decir que Santo Tomás reduzca el misterio<br />

trinitario a una teoría metafísica, ni absolutice sus mediaciones conceptuales o<br />

agote su discurso en elevadas disquisiciones sobre la constitución ontológica del<br />

Verbo encarnado. Como hace San Juan en su Evangelio, el Angélico introduce<br />

su libro con un esquema descendente partiendo de Dios, cuya gloria se percibe<br />

«en la carne»: parte de la Trinidad, cuyas huellas y vestigio se reflejan en la vida<br />

de la creación y en la historia de la humanidad; la simbólica trinitaria se apoya<br />

en una experiencia creyente. En II-II q.l a.2 sol.2, él mismo había escrito que la<br />

fe sobre la cual reflexiona el teólogo apunta siempre más allá de los enunciados<br />

y mediaciones conceptuales. Por otra parte, los argumentos para justificar dicha<br />

constitución ontológica de Cristo se apoyan en las manifestaciones de Dios en<br />

la historia según la revelación o la tradición viva de la Iglesia.<br />

Nuevos contextos sociales y eclesiales, así como nueva sensibilidad correspondiente<br />

a los mismos, demandan enfoques y lenguajes nuevos para confesar y<br />

transmitir la única fe sobre Jesucristo. Tratando de responder a la nueva situación<br />

de nuestro tiempo, en las últimas décadas se viene acentuando la orientación<br />

existencial, histórica, ascendente y antropológica de la cristología. Se destaca lo<br />

funcional buscando que la reflexión llegue como respuesta para situaciones<br />

concretas. Es verdad que la cristología, como toda reflexión teológica, siempre<br />

tiene un «desde dónde» y «para quién». Pero la falta de estructuras y apoyos<br />

ontológicos puede convertir todas las afirmaciones en meras proyecciones de la<br />

subjetividad. «Nuestro Salvador» es concretamente Jesucristo, el Verbo encarnado,<br />

unión de la divinidad y de la humanidad en la única persona. No debemos<br />

fabricar un mesías al antojo de nuestros intereses egoístas y a la medida de<br />

nuestras carencias.<br />

Las cristologías existencial, histórica, ascendente o con otro matiz, en esa<br />

preocupación por contactar con la vida, pueden ser buen correctivo para la<br />

neoescolástica, que, olvidando el espíritu de Santo Tomás, absolutizó el discurso<br />

racional, se perdió en cuestiones abstractas y postergó la experiencia de fe. Pero<br />

la reflexión cristológica hoy necesita una buena dosis de sistematización que<br />

incluya e integre todos los aspectos esenciales y permanentes de la confesión<br />

eclesial en el misterio de Cristo. Y aquí la seriedad científica de Santo Tomás puede<br />

ser ejemplo y llamada de atención para nosotros.<br />

b) Cristología y soteriología<br />

Aunque unido al binomio anterior, aquí hay un matiz nuevo. El interés<br />

soteriológico fue prioritario y determinante no sólo en los escritos neotestamen-

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