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tienen el cuarto artejo muy dilatado y más
grueso que los demás.
La altisa negra (A. aira ó nuelena y obscurella,
Illig.), sólo distinta de la precedente
en que no se diferencian las antenas del macho
de las antenas de la hembra.
La altisa negra y cobriza (A. nigroa>nea de
Marsh., Lepidii de Ent. Hefte), también prolongada
como las precedentes y un poco aplanada,
de color verde obscuro, con el coselete
un tanto bronceado, es más común que las
precedentes en las huertas.
Todas esas especies pertenecen al grupo ó
subgénero Phyllotreta. Otra especie del subgénero
Plectroscelis, señalada por M. Curtís
en los Turneps de Inglaterra, y descrita también
con los nombres de Hallica dentipes y
A. continua, es algo más gruesa, oval, de
color verds cobrizo, con las patas amarillas y
la base de las antenas de igual color. Se distingue
principalmente por un garfio situado
cerca de la extremidad
de las patas posteriores.
Figura OS. — Larva
de la A. olerácea
También se puede
incluir entre las altisas
dañinas la altisa del
rábano CA. rapa; de
Illig.), que pertenece
al subgénero Psillioides,
así como la Altisa
cJirysocephala. En
cuanto á la altisa de las
huertas (A. olerácea
de Linn.), no causa daño
en las hortalizas,
pero es difícil distinguirla
de la que tantos
estragos causa en las
viñas de España y del Mediodía de Francia.
Solamente desde hace-veinte años es aquélla
bien conocida, gracias á los estudios de los
Sres. Chapuis y Candeze.
En su primer estado,
la A. olerácea vive
sobre las hojas del avellano,
royendo su parénquima
por un solo
lado. Solamente cono­
Figura (i!).— Cabeza
de la A. olerácea
ciendo bien los caracteres
de las larvas es posible distinguir esas
altisas de sus afines. Son de color amarillo
sucio, con manchas escamosas, planas y poco
salientes, de color verdoso obscuro,
con pelos rígidos y sedas
prolongadas, lo que da á esa
larva un aspecto particular
(figura 68). El insecto perfecto
Figura 70
Coselete de
la A. olerácea
es generalmente más pequeño y
más verde; su carena frontal
desciende hasta el epístomo,
siendo más espesa por la parte superior (figura
69); el coselete es más ancho en la posterior,
con los ángulos anteriores sencillos, sin
dilataciones redondeadas (figura 70).
La larva del insecto propio de las comarcas
españolas y de las del Mediodía de Francia,
A. ampelophaga, cuyo insecto perfecto sólo se
diferencia de la altisa del avellano por ser más
largo y con puntuación menos pronunciada,
únicamente se distingue de la precedente por
la dirección de las placas escamosas, por su
Figura 71.—Larva de la A. ampelophaga
grandor relativo, su color casi negro y la poca
longitud de los pelos y sedas que presenta
(figura 71).
Otra especie propia de las mismas comarcas
es la A. CgraptoderaJ cardui, cuyo insecto
perfecto solamente se distingue de la A. olerácea
por ser de mayor longitud, la puntuación
más fina y más densa de sus élitros, por
su coselete más largo y tan ancho por delante
como por la parte posterior, con los ángulos
anteriores redondeados y sin saliente. La
larva vive exclusivamente sobre un cardo,
probablemente el Cardas tenniflorus, que infesta
las viñas del
Mediodía de
Francia; se parece
mucho á la altisa
de la vid por
lo corto de los pelos
de sus tubérculos;
por el
color y forma de
sus placas, que
son pálidas y rodeadas
de un
Figura 72,—Larva círculo más obs­
de la A. cardui curo; por segmentos
poco replegados ó arrugados transversalmente,
y por el primer segmento del tórax,
que es desigual y no liso como los precedentes.
Esta especie, á
la que se ha denominado
A. cardui,
es de color azul brillante,
por lo común ,
más pequeña que la
altisa de las viñas
C Graptodera ampelophaga,
Guer.),
Figura 73
Segundo y tercer segmento
del tórax del A. cardui
un poco mayor que
la olerácea, que con
más frecuencia es
verde, con el coselete más largo y prolongado
hacia adelante. La ¿arena frontal comienza
á la altura del punto en que se insertan
las antenas, y desciende hasta el epístomo,
para terminar sobre el borde de éste
convertida en una carena transversal paralela
á ese epístomo (figura 76). Es más espesa en