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na. El injerto deberá ejecutarse sobre espinos
jóvenes y vigorosos, tan cerca del suelo como
sea posible.
AMELGA—(V. Almelga.)
AMENEIRO.—Nombre gallego del Alnus
glutinosa, Giirtu. (V. Aliso.)
AMENTÁCEAS. —Familia natural de
plantas fanerógamas, dicotiledóneas, apétalas,
establecida por Jussieu, pero que posteriormente
se ha elevado á la categoría de grupo,
en el cual se comprenden las familias naturales
Salicíneas, Miricáceas, Setuláceas, Platáneas
y Cupulíferas.
Estas á su vez comprenden un gran número
de árboles forestales de gran importancia
(álamos, sauces, abedules, alisos, plátanos,
robles, encinas, haya, castaño y avellano),
indígenas unos y exóticos otros, de los cuales
se da cuenta en el lugar respectivo.
AMÉRICA.—Gran continente y parte del
mundo que se extiende de N. á S. entre el
Océano Atlántico al E. y el Grande Océano ú
Océano Pacífico al O. Por el N. confina con el
Océano Glacial Ártico, y termina al S. con el
Cabo de Hornos (Horn), donde mezclan sus
aguas el Atlántico y el Pacífico. Tiene de longitud,
de N. á S., unos 15.000 kilómetros; su
anchura varía entre 5.000 kilómetros en la
latitud del Cabo de San Roque y 45 en el Istmo
de Panamá, que une la América septentrional
con la meridional. Actualmente se está
construyendo un canal que cortará el istmo,
pondrá en comunicación los dos Océanos por
el centro de Ja América y hará dos continentes
de esta parte del mundo. Su extensión superficial
es de 41 millones de kilómetros; su
población, de 88 millones de habitantes.
Las costas orientales de la América del
Norte fueron vistas por los osados navegantes
normandos al terminar el siglo x. Habían fundado
anteriormente colonias en la Groenlandia,
vasta tierra situada al NE. de América, y
luego, navegando hacia el S., descubrieron la
costa septentrional de los actuales Estados
Unidos, y las tierras que hoy se denominan
Nueva Escocia, Terranova y Labrador. En
algunas de las comarcas descubiertas hallaron
en abundancia vid silvestre, y por esto dieron
al nuevo país el nombre de Vinlandia ó Tierra
del vino. Las crónicas escritas por los historiadores
islandeses; las cartas y mapas del
veneciano Zeno, y los monumentos ó piedras
con inscripciones rúnicas de los siglos xi y xu,
descubiertas en los lugares de que se trata,
demuestran cumplidamente que los navegantes
islandeses y groenlandeses conocían algunos
territorios de América al empezar el siglo
xi. Pero el conocimiento de América no
llegó á generalizarse en los Estados europeos
durante la Edad Media, efecto del aislamiento
en que vivieron los pueblos del Norte y los
del Mediodía. Así es que en el siglo xv, en la
época de los grandes descubrimientos, no había
noticia de la existencia de aquel continente,
y sí sólo indicios, tradiciones vagas, de
tierras situadas al O. de Europa. Estos indi­
cios y tradiciones, y la idea ya común entre
los sabios de que la tierra era redonda, y de
que, por consiguiente, podía llegarse al Asia
navegando hacia el O. por el Atlántico, impulsaron
al animoso genovés Cristóbal Colón
á emprender arriesgado viaje, no precisamente
en busca de un continente cuya existencia
ignoraba, sino de las tierras orientales
de Asia. La reina de Castilla, Isabel la Católica,
acogió favorablemente los proyectos de
Colón. Luis de Santángel, tesorero de la Corona
de Aragón, adelantó parte de los recursos
necesarios para la empresa; los hermanos
Pinzón, marinos muy afamados de Huelva,
dieron su valioso concurso, y equipada una
escuadrilla de tres carabelas, la Santa María,
la Pinta y la Niña, mandadas por Colón y los
Pinzones, dióse á la vela el 3 de Agosto de
1492, y tras larga y penosa navegación, que
duró setenta y dos días, vieron los españoles
la isla Guanahani ó San Salvador, la Isabela
y otras del grupo de las Lucayas, y después
Cuba y Santo Domingo. Otros tres viajes hizo
Colón, en los que descubrió gran número de
islas y parte del continente americano. Continuaron
la obra de Colón atrevidos navegantes
y conquistadores que fueron completando el
descubrimiento de América, tierra que también
se llamó Indias occidentales, porque durante
bastantes años se creyó que era la América
parte de Asia. El nombre de América lo
debe á un florentino, Américo Vespuccio, que
fué el primero que publicó mapas de las nuevas
tierras.
Tanto en la América septentrional como en
la meridional, el centro del país es como una
gran depresión contenida entre la cordillera
de los Andes al O. y otras más pequeñas al E.;
los montes Alleghany ó Apalaches en la América
septentrional, y la Serra do Espinhaco
y dos Vertentes en la meridional. Estas últimas,
con los Andes y la Sierra Pacaraima al
Norte, forman el gran triángulo orográfico
de la América meridional.
En la región andina de la América septentrional
dominan las masas de granito y gneiss
separadas por una zona de rocas de mica de
las colinas de asperón-mica y almendrilla, que
se levantan junto á los montes Roquizos. Los
Alleghany presentan, á partir del extremo
meridional, una dilatada línea de montañas
de asperón que terminan en una zona de esquistos
pizarrados y margas azules, á las que
suceden hasta cerca del Canadá rocas graníticas.
Entre los paralelos 41 y 42 se encuentran
masas basálticas y otras rocas ígneas. Hacia
las inmediaciones del lago Michigan se extiende
una zona de terrenos de sedimento inferior
; las pendientes que van desde los montes
al Atlántico y al Golfo de Méjico, así
como los terrenos atravesados por el Mississippi
después de su reunión con el Missouri,
están cubiertos de depósitos de aluvión y de
acarreo. Las montañas de Méjico se componen
principalmente de rocas de pórfido, traquíticas
y basálticas, que contienen ricas vetas de