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puestos á las intemperies no se lograría nunca
que perdiesen el color verde, el sabor acre y
amargo, y su fuerte olor.
Para proceder á aporcar estará enjuta la
tierra, desterronada y suelta, y se irá arrimando
con conocimiento de uno y otro lado
de las líneas, dejando sin enterrar la parte
superior, y evitando que penetre tierra en el
interior del cogollo.
Quince días después de la primera aporcadura
se hará la segunda, enterrando el apio
hasta la ligadura superior. Se elegirán días
serenos, y se procurará no sentar con violencia
la tierra contra los apios para no agobiarlos
con el peso, ni magullar ni destruir los tallos
y hojas, porque se pudren y pierden con estas
lesiones.
En las primeras aporcaduras se dejarán
fuera de tierra unos 20 centímetros de las hojas
superiores para facilitar su incremento y
desarrollo, pero se cubrirán hasta muy cerca
del cogollo al aproximarse la época de estar
en sazón para el consumo, principalmente si
hostigan los fríos. Si apurasen los hielos, se taparán
con basura las plantas y sus cogollos,
porque si se hiela la parte descubierta se comunica
también el daño á los tallos.
En los jardines de Aranjuez se suelen atar
los apios de una vez con enea ó espadaña,
envolviendo bien en toda su longitud los tallos
y las hojas. En las huertas de las inmediaciones
de Madrid se atan también los apios de
una vez con una hoja del mismo apio que envuelve
á las restantes, por cuyo método pronto
y económico queda la planta holgada y en
buena disposición. Los apios preparados de
este modo necesitan dos meses ó algo más para
curarse perfectamente, y se conservan sin podrirse
tres semanas ó un mes después de blanqueados.
Los apios se dan con tanta más anticipación
cuanto más pronto se atan; los que se aporcan
tarde resultan con pencas huecas, de fibra
dura y de mal gusto. Por esta razón deben
atarse las plantas de apio antes que empiecen
los grandes fríos del invierno. Desde Diciembre
en adelante han de escogerse días
serenos y templados para aporcar, á fin de
que la tierra ni esté helada ni demasiado húmeda.
Recolección de los apios.—Se sacan de la
tierra los apios en cuanto están curados, blancos
y tiernos. También pueden sacarse de
tierra antes de estar curados del todo, para
conservarlos en arena ó tierra suelta y seca,
en algún sótano, cueva ó habitación abrigada,
siempre que no quede el apio enteramente
cubierto, pues debe salir fuera el cogollo.
Recolección de la semilla.—Se dejarán para
semilla los mejores pies, descubriéndolos y
desatándolos á principios de Marzo ó Abril,
según el clima, y limpiándolos de toda hoja
podrida ó dañada. Luego que brotan nuevos
tallos después de la monda, empezarán los
riegos, que deben continuar en tiempos secos,
hasta que maduran las semillas. Se recogerán
éstas en las madrugadas de Julio y Agosto,
conservándolas después en botijas. Cada especie
de apio debe cultivarse por separado para
semilla.
Enemigos del apio.—No se conoce ninguno
que ataque especialmente á esta planta.
Rendimiento líquido en la huerta de Orihuela.—El
producto medio de una hectárea
plantada de apio en Orihuela se eleva á 460
pesetas próximamente, ó 0,55 pesetas por
tahulla.
Usos Y APLICACIONES.—Es una planta aromática
interesante, cuyas pencas y hojas se
comen en ensalada, constituyendo una de las
hortalizas más estimadas en España, aunque
hay quien la rechaza por su olor á chinches
cuando no está bien curada. Se cuecen también
las pencas y raíces con diferentes viandas,
y se emplean las pencas y hojas para
aromatizar el cocido. Aunque fortalece el estómago
y a}'uda á la digestión, es pernicioso
para las personas de avanzada edad y de estómago
delicado, así como para las que padecen
enfermedades que atacan el sistema nervioso.
Se cuenta entre los antiescorbúticos, y
se usan sus semillas como carminativas,}' como
diuréticas y aperitivas las raíces, después de
secas.
Cultivo del apio rábano.—Esta clase de
apios constituye una excelente hortaliza, cuya
introducción, reciente todavía, no se ha generalizado
bastante; se conservan perfectamente
, y pueden llegar á ser un gran recurso
en el invierno.
El cultivo se dirige al desarrollo de la raíz,
y no al de los pecíolos y hojas, que quedan
huecos, de mediano tamaño y sabor amargo,
que los hace impropios para el consumo.
Se cultiva casi del mismo modo que el apio
de pencas, exigiendo, como él, una buena tierra,
fresca, rica, muy mullida y mejor estercolada.
Se siembran ordinariamente en el mes
de Marzo en semillero, y se transponen de
asiento las plantitas en Mayo. Hasta el mes
de Octubre en que ya están en buena disposición
para-recolectarse, no exigen otros cuidados
que riegos abundantes y frecuentes entrecavas.
Los hortelanos de las inmediaciones de
París acostumbran cortar con la pala, durante
el curso de la vegetación, las raíces que se
desarrollan alrededor del pie del apio rábano,
creyendo que así aumenta el volumen de la
raíz principal.
D. Navarro Soler. .
APIOS.—El apios (apio tuberoso ó glicina
tuberosa) es una planta vivaz, originaria de
la América septentrional, y de la familia de las
Papilonáceas, que ha sido recomendada por
la virtud de sus flores, y que puede figurar
muy bien en la categoría de hortaliza.
Según M. Vilmorin, sus raíces, que pueden
alcanzar el tamaño de un puño en su parte
tuberculosa, son feculentas y de gusto agradable
cuando se les cuece en agua como las
patatas. Se ha propuesto el apios para sustituir
á éstas, pero ofrece los inconvenientes de