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ALI
(soldados, braceros, hospicianos, presidiarios,
etc.), y sacando el término medio para
cada individuo; y 2.°, deduciendo por la cantidad
de las secreciones la cantidad de alimentos
necesarios para compensarlas, puesto
que cuando hay equilibrio en los cambios moleculares
hay compensación entre la ingestión
y expulsión del cuerpo.
Los agricultores ingleses, según Eduardo
Smith, ingieren cotidianamente en sus alimentos
20 gramos de ázoe y 420 de carbono.
El soldado francés, según Michel Levy, recibe
diariamente 22,5 gramos de ázoe y 277 de
carbono. Los cálculos y observaciones condujeron
á Gasparín á deducir que la ración de
un obrero francés sometido á grandes fatigas,
contiene 25 gramos de ázoe y 309 de carbono,
es decir, que la proporción de ambas substancias
puede diferir según el clima y la clase
de trabajo. Dichas cifras varían muy poco
cuando la alimentación es normal y substanciosa.
Por el contrario, el obrero irlandés,
obligado á buscar en 6 ó 7 kilogramos de patatas
la cantidad de ázoe que le es indispensable,
vése obligado á absorber una cantidad
de carbono mucho mayor, y su ración diaria,
que contiene 19 gramos de ázoe, se compone
de 669 gramos de carbono.
Por otra parte, la cantidad de ázoe y de
carbono excretado diariamente por el hombre
adulto y sometido á un trabajo bastante moderado,
es de 21,7 gramos respecto del ázoe,
3' de 280 respecto del carbono, es decir, aproximadamente
las cantidades, de alimento que
toma el soldado francés. Payen admite que las
pérdidas diarias de un hombre adulto sometido
á un trabajo moderado se distribuyen del
siguiente modo:
Ázoe expelido con la orina 14,5 gramos.
Ázoe expelido en los excrementos,
sudor, moco, etc 5,5 —
20,0 gramos.
Carbono exhalado con la respiración.. 250 gramos.
Carbono excretado por los ríñones.... 45 —
Carbono excretado con los excrementos
y por la piel 15 —
310 gramos.
Resulta, pues, que, según el mencionado
autor, el hombre adulto necesita reparar con
sus alimentos cotidianos 310 gramos de carbono
y 20 de ázoe.
Preciso es no olvidar que la alimentación
ha de ser proporcionada al trabajo, y que varía
si el trabajo varía. Además, en los climas
fríos la cantidad de carbono absorbido ha de
ser muy considerable. Según Carpenter, los
esquimales llegan á ingerir hasta 15 kilogramos
de alimentos formados especialmente de
substancias grasas, y los viandantes del alto
Canadá absorben diariamente hasta 8 kilogramos
de carne. Cuanto á la relación de los diferentes
alimentos que deben entrar en la nu-
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trición, Moleschott ha fijado para cada hombre
adulto las cantidades siguientes:
Substancias proteicas, suponiendo
que estén secas 130 gramos.
Grasa 84 —
Almidón 404 —
Sal marina ó común 30 —
Agua 2.800 —
De lo anteriormente dicho resulta indudablemente
que para conservar la salud es
necesario que los órganos reciban lo que consumen
en virtud de su actividad. Si bien no
conocemos sino muy imperfectamente el doble
movimiento intermedio é íntimo de asimilación
y desasimilación que se realiza en los
diferentes órganos y tejidos, aún podemos
establecer exactamente el balance entre lo
que entra y lo que sale del organismo. Boussingault
analizó detenidamente los diferentes
alimentos y los productos de excreción de diferentes
animales, y continuaron sus estudios
después Barral, Valentín, Bidder y Schmidt,
demostrando que en estado de salud existe
perfecto balance entre los elementos ingeridos
y los excretados.
De esos primeros experimentos resulta que
la cantidad de oxígeno fijado es algo mayor
que la del oxígeno exjjelido en el ácido carbónico
exhalado. Respecto del hombre, esas
cantidades están, según los Sres. Valentín y
Brunner, en la relación de 487 á 426, es decir,
que de 487 volúmenes de oxígeno inspirado,
426 queman el carbono de la materia
orgánica, con virtiéndole en ácido carbónico, y
61 volúmenes se fijan en los alimentos para
dar otros productos oxigenados de excreción,
que son la íírea y el agua. La riqueza de la
xírea en oxígeno con relación á la composición
centesimal de las materias albuminoideas de
que aquélla se deriva, no permite dudar que
la úrea se forma á consecuencia de la oxidación
de esas mismas substancias.
Los experimentos que mostraron más claramente
el equilibrio entre los alimentos
ingeridos y las secreciones, son debidos principalmente
á Pettenkofer y Vogt. Para practicar
las experiencias á que esos hombres científicos
han consagrado gran parte de sus
valiosas investigaciones, se colocaron primeramente
los animales en un recinto enteramente
cerrado, donde pudieran vivir y moverse
libremente. Se dosificaron desde luego
el aire y los alimentos necesarios para la subsistencia
de aquellos vivientes, y se recogieron
y analizaron con gran cuidado los excrementos
y secreciones.de los animales sometidos á
observación.
En una serie de experimentos hechos con
un perro, se observó que las excreciones superaban
en cantidad á los alimentos, teniendo
en cuenta el oxígeno exhalado, y que esa
sorprendente diferencia era de 34,6 gramos.
Aun cuando débil en sí misma, esa diferencia
se pudo referir casi completamente al peso
del oxígeno, puesto que la cantidad de este