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al comercio, que los paga según su riqueza en
sacarosa y la cantidad de residuo fijo que dejan
por incineración.
-No terminaremos esta materia sin presentar
(figura 313) el conjunto de los aparatos
perfeccionados que han merecido gran aceptación
en las colonias francesas, en las Indias
occidentales, y en toda la América central y
meridional. He aquí cómo funcionan: El guarapo
, al salir de los trapiches, se recibe en el
depósito h, de doble fondo, calentado por el
vapor, donde la temperatura se mantiene á
50° C., á fin de evitar todo género de fermentaciones.
Lleno dicho depósito, pasa el mosto
al monta-zumos i, que lo eleva á la defecadora
m por el tubo K. Terminada la defecación,
cae el líquido alcalino en el cilindro n, donde
se filtra á través de carbón que sirvió ya para
1; U r*K*T
Figura 313.—Conjunto de aparatos perfeccionados para fabricar azúcar
descolorar los jarabes de una operación precedente.
En este momento el mosto descolorado
que marca 9 o Baumé, se conduce á un depósito
, que no aparece en la figura, para caer
desde aquí, en forma de lluvia, sobre los serpentines
p, calentados mediante los vapores
desprendidos de la caldera de concentración S,
y que son aspirados mediante una bomba destinada
á efectuar el vacío en dicha caldera.
Este paso sobre los serpentines basta para que
los guarapos adquieran 16° Baumé. Entonces
se les recibe en otro monta-zumos QJ, que le
conduce á la caldera S, de doble fondo, en
comunicación con la bomba aspirante por el
intermedio de la columna S', destinada á recibir
el jarabe en caso de que rebose, y de los
serpentines p. Aquí se concentra hasta 25°
Baumé, conduciendo el jarabe nuevamente al
monta-zumos Q', que le eleva al depósito R,
desde donde pasa al cilindro n, lleno esta vez
de negro nuevo. La concentración y cocción,
hasta darle punto, se efectúa en calderas ai
vacío. Llegado este momento, el jarabe se
vierte en enfriadores, donde granula, colocándole,
por líltimo, dentro de las formas ó
en las cajas cristalizadoras, terminando con
la purga en las centrífugas.
Azúcar de remolacha.—Histórico.—-En
1747, el farmacéutico de Berlín, Marggraf,
descubrió la existencia del azúcar prismática
en la raíz de la remolacha común (Beta cicla),
llamando muy particularmente la atención de
la Academia de Ciencias acerca de las grandes
ventajas que sin duda podrían obtenerse de
su cultivo como planta azucarera; pero este
feliz descubrimiento quedó por entonces reducido
á una noble y entusiasta aspiración.
Más tarde, en 1772, su discípulo Carlos
Achard volvió sobre el mismo asunto. Después
de perseverantes trabajos, tuvo la gloria,
en 1796, de establecer la primera fábrica en
las tierras de Connere, cerca de Steinau, con
el apoyo moral y material del rey de Prusia.
Algunos industriales siguieron el buen ejemplo,
mereciendo especial mención, entre otros,
los nombres de Koppy, Nathusius y Althalbensleben,
quienes montaban
también fábricas de
azúcar. Rápidamente extendióse
la nueva industria por
Francia, Alemania y Rusia.
Mientras Napoleón I sostuvo
el bloqueo continental,
le fué imposible á los azúcares
coloniales penetrar en
los mercados europeos, surgiendo
la necesidad de producir
en el continente una
materia que hasta entonces
había sido exclusivo monopolio
de los países cálidos.
Todos los soberanos otorgaron
su más decidida protección
á la naciente industria.
El 29 de Marzo de 1811, por
un decreto del emperador
Napoleón, se dispuso que 32.000 hectáreas de
tierra pertenecientes al Estado, se destinasen
al cultivo de la remolacha, concediendo al
propio tiempo un millón de francos para proteger
la nueva industria. De un modo análogo
obró el rey de Prusia, y lo mismo hizo
el emperador de Rusia, señalando una pensión
de 50.000 rublos anuales al general Blankennagel
en recompensa á sus patrióticos trabajos
por haber fundado la primera fábrica
en dicho país. El 2 de Enero de 1812, con
ocasión de una visita hecha por el emperador
Napoleón á la fábrica montada y dirigida
por Benjamín Delessert, concede á este último
el cordón de la Legión de Honor, como
alta y merecida recompensa otorgada al modesto
industrial que, gracias á sus perseverantes
trabajos, logra establecer una de las
mejores fábricas, existente á la sazón en
Francia.
Tan luego como terminó el régimen prohibitivo,
los azúcares coloniales se presentaron
de nuevo en los mercados europeos, haciendo
terrible competencia á los de remolacha; pero
bien pronto nuevos perfeccionamientos, tanto
en el cultivo de esta planta, creando variedades
más sacarinas, como en los métodos de
elaboración, pusiéronla en circunstancias de