07.04.2013 Views

l - Repositorio Gestion Documental v.03

l - Repositorio Gestion Documental v.03

l - Repositorio Gestion Documental v.03

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

AMO — 222 — AMO<br />

reacción y la consecutiva formación del carbonato<br />

de amoníaco se repite hasta tanto que<br />

desaparece la última huella de agua en el interior<br />

de la masa. Igual reacción se verifica<br />

con las demás sales amoniacales y con ácidos<br />

diferentes del sulfúrico, cuales son el fosfórico,<br />

el nítrico y el clorhídrico.<br />

No es necesario encarecer la importancia<br />

de esas reacciones, estudiadas por el príncipe<br />

de los agrónomos, y que deben ser muy análogas<br />

á las que en los terrenos se cumplen, ya<br />

que el suelo cultivable se halla compuesto de<br />

arcilla y arena, á las cuales casi necesariamente<br />

se agrega el carbonato de cal en polvo. Los<br />

seres orgánicos que en esos terrenos hallen<br />

sepulcro y los materiales esparcidos por la<br />

mano del hombre se encuentran allí en estado<br />

de putrefacción. El primer período de esa<br />

reacción química produce amoníaco y ácido<br />

carbónico, siendo tanto más abundante el primero<br />

cuanto más rica en ázoe sea la materia<br />

que le produce. En ese caso el álcali volátil<br />

producido puede ser carbonato, pero aun<br />

cuando así no sea, las lluvias menudas y el<br />

rocío pueden acabar por suscitar reacción tal<br />

que determine el cambio de las bases entre el<br />

carbonato calcáreo y la sal amoniacal formada.<br />

Esta, transformada en carbonato, es volátil<br />

por sí, pero lo será más impulsada por<br />

la evaporación del agua, y de ahí que aparezcan<br />

cargadas de esa base las aguas de lluvia,<br />

el rocío y sobre todo las nieblas.<br />

Pero si existe en el terreno arcilla que tiene<br />

la alúmina como componente esencial, ésta<br />

se opondrá á la dispersión del amoníaco y le<br />

condensará en sus poros, si bien no en todas<br />

las condiciones. Cuando la arcilla está completamente<br />

seca, ó mejor cuando contenga únicamente<br />

el agua necesaria para su hidratación<br />

química, puede absorber el amoníaco;<br />

pero si aumenta la humedad, se desprende<br />

una parte de la base volátil, según se demuestra<br />

echando aliento, sobre un pedazo de arcilla<br />

que haya estado expuesto durante mucho<br />

tiempo á la acción del aire, y cuando los<br />

campos son humedecidos repentinamente en<br />

épocas de calor por las lluvias. En ambos casos<br />

la primera cantidad de agua que humedece<br />

un tanto la arcilla hace sentir un olor<br />

terroso que tiene por vehículo el amoníaco, el<br />

cual se fija unas veces en la arcilla y otras es<br />

abandonado á la circulación, que es cuando se<br />

advierte su presencia.<br />

Sentado por algunos agrónomos que el amoníaco<br />

entra en los organismos vegetales por<br />

medio de las hojas, es un hecho que merece<br />

especial examen el de que las plantas sometidas<br />

al experimento en París por M. Ville en<br />

una atmósfera limitada, no utilizasen el amoníaco<br />

y le dejasen escapar del aparato completamente.<br />

Algunos han tratado de explicar esa<br />

particularidad haciendo observar que el cuerpo<br />

se hallaba muy diluido y podía escapar fácilmente<br />

al poder de atracción de las plantas;<br />

que si el ázoe contenido en las plantas se<br />

hallaba en mayor proporción del que conte­<br />

nían las semillas, el exceso del mismo debe<br />

atribuirse al que existe en la atmósfera, el<br />

cual no penetra y es asimilado en forma elemental<br />

, sino que pasa antes al estado de ácido<br />

nítrico, gracias al oxígeno que se desarrolla<br />

bajo la influencia de la luz, y que se combina<br />

en estado nativo ú ozonizado tanto con el ázoe<br />

elemental como con el amoníaco, para formar<br />

el ácido dicho.<br />

Esas explicaciones están al parecer de<br />

acuerdo con los hechos que la naturaleza presenta<br />

á cada instante. Cuando abonamos los<br />

terrenos, no suministramos directamente, salvo<br />

algunas excepciones, las sales amoniacales,<br />

sino substancias complejas que fermentan<br />

fácilmente y que producen amoníaco<br />

en la primera transformación, mientras que<br />

cuando este fenómeno se prosigue acaba por<br />

formarse ácido nítrico. De igual manera las<br />

plantas, cumpliendo su ciclo vegetativo, presentan<br />

dos fases: en la primera propenden á.<br />

desarrollar los órganos foliáceos, y en la segunda<br />

los órganos reproductores. Y á la manera<br />

que en la primera fase se observa gran<br />

actividad en los órganos foliáceos, y absorción<br />

de las substancias titiles que se hallan en la<br />

atmósfera, durante la segunda aparece la vitalidad<br />

especialmente en las raíces. También<br />

sabemos que las plantas que más empobrecen<br />

los terrenos son aquellas cuyas semillas recolectamos;<br />

hecho importantísimo para nuestro<br />

objeto, y que con el anterior constituye interesante<br />

antecedente para explicar los fenómenos<br />

de que nos venimos ocupando. En la primera<br />

fase de la fermentación pútrida hay rápida<br />

producción de amoníaco, y precisamente<br />

esa es una substancia muy necesaria á las<br />

plantas en el primer período de su desenvolvimiento.<br />

En el segundo período de la metamorfosis<br />

se encuentran materias más complejas<br />

que el amoníaco y que puedan servir para<br />

las plantas, que buscan entonces en el terreno<br />

las substancias necesarias para la vitalidad y<br />

el desarrollo de los órganos de la generación;<br />

materiales preparados anteriormente, gracias<br />

al oxígeno nativo que se desarrolla de las hojas<br />

y que transforma el amoníaco, el cual, por<br />

su volatilidad, escaparía en un cuerpo que no<br />

es volátil.<br />

La práctica viene á confirmar en parte tales<br />

inducciones; todos los agrónomos convienen<br />

efectivamente en que los abonos ricos en amoníaco<br />

son especialmente provechosos para el<br />

desarrollo del follaje y casi inútiles para el<br />

desarrollo de las semillas. Precisamente por<br />

esa causa se puede recurrir al empleo de abonos<br />

ricos en amoníaco, orinas, guano, etc.,<br />

siempre que en una tierra bastante fecunda,<br />

después de la estación invernal, comiencen<br />

los cereales á mostrarse retrasados y á<br />

presentar hojas de color amarillento. Otro hecho<br />

que confirma lo expuesto es el de que las<br />

gramíneas de raíces superficiales exijan terrenos<br />

que no hayan sido abonados poco antes,<br />

si han de producir semilla en abundancia y de<br />

buena calidad, mientras que solamente pro-

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!