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l - Repositorio Gestion Documental v.03

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la parte superior que en la inferior, y su perfil<br />

casi recto. Los ángulos anteriores del coselete<br />

ño se hallan prolongados en un pequeño<br />

saliente redondeado (figura 76), y los<br />

élitros solamente presentan<br />

una puntuación fina y<br />

vaga, casi desvanecida polla<br />

parte posterior. Siendo<br />

tan débiles las diferencias<br />

tanto de las larvas como<br />

de los insectos perfectos,<br />

esa altisa, sin embargo,<br />

tiene costumbres muy diferentes<br />

de sus congéneres.<br />

Las figuras 72, 73, 74, 75<br />

Figura 71.—Primero y 76 representan respecti-<br />

J S%eltSn VT 6 U t e lalal'Va' S¥^°<br />

1 Í 0<br />

de la A. carcha 7 t e r c e r segmento del tórax<br />

, primero y segundo<br />

segmento del abdomen, cabeza sola, y cabeza<br />

y coselete de la A. carclui.<br />

La altisa (graptodera) ampelophaga ó de<br />

las viñas (figuras 77<br />

y 78), muy común en<br />

España, según hemos<br />

advertido, se distingue<br />

de la olerácea y<br />

de la carcha por algu­<br />

Figura 75<br />

Cabeza de la A. carcliú<br />

nas particularidades<br />

en la organización<br />

externa de la larva.<br />

Se diferencia por la carena frontal de la cabeza<br />

, más espesa en la parte inferior y cerca<br />

del epístomo; por los ángulos anteriores de<br />

Figura 76<br />

Cabeza y coselete<br />

de la A. cardui<br />

Figura 77<br />

Altisa ampelophaga<br />

aumentada<br />

Su coselete (figura 79), un poco dilatados<br />

y redondeados, formando unas pequeñas salientes<br />

, y por su mayor talla. En Andalucía<br />

Figura 78 Figura 79 Coselete<br />

Cabeza de la A. ampelophaga de la A. ampelophaga<br />

causaba tantos estragos que antiguamente se<br />

hacían en Málaga rogativas públicas para pedir<br />

al cielo la destrucción de ese insecto, llegando<br />

algunos á suponer que desde nuestro<br />

país se ha propagado al Mediodía de Francia,<br />

Dio.—n.<br />

dónde comenzaron á mostrarse en 1812. Aparecen<br />

en Abril, ó sea en los momentos en que<br />

las cepas comienzan á arrojar brotes; depositan<br />

sus huevos sobre las hojas tiernas y en el<br />

corazón de los botones, y salen en larvas de<br />

color negro. Estas roen preferentemente las<br />

hojas bajas de las viñas y los racimos incipientes,<br />

y llegados á su completo desarrollo<br />

en Junio, descienden al pie de las cepas, se<br />

introducen en tierra y se transforman en crisálidas.<br />

Algunos han observado que se propagan<br />

mejor en ciertas viñas cuya exposición<br />

topográfica es especial, prefiriendo las que se<br />

hallan en terrenos bajos y abrigadas de los<br />

vientos fríos. Para destruirlas se ha empleado<br />

una especie de embudo de hoja de lata, con una<br />

lámina saliente por uno de los lados para que.<br />

pueda recoger mejor los insectos al sacudir<br />

las ramas para que se desprendan. El embudo<br />

va á parar á un pequeño saco. Es necesario<br />

reiterar muchas veces la operación durante<br />

la misma estación para destruir gran cantidad<br />

de altisas, y ha de elegirse el momento en<br />

que el rocío y el fresco de la mañana las tienen<br />

entumecidas. Las altisas que se vayan<br />

recogiendo deberán ser quemadas. Cuando se<br />

desarrollan considerablemente destripen las<br />

cosechas, devorando los pámpanos y los racimillos<br />

tiernos. Calcúlase en 50 ó 60 pesetas<br />

la cantidad necesaria para limpiar una viña<br />

de 10.000 pies, practicando cuatro veces el<br />

espurgo para no dar tiempo á que los insectos<br />

depositen los gérmenes de nuevas generaciones.<br />

De ese modo cierto cosechero francés<br />

solamente perdió un tercio de su cosecha,<br />

mientras que perdieron dos tercios los propietarios<br />

que no quisieron emprender la persecución.<br />

En algunas comarcas se ha adoptado la<br />

costumbre de arrancar las hojas inferiores de<br />

las cepas durante los meses de Mayo y Junio,<br />

cuando se hallan cubiertas de larvas; pero<br />

esa operación produce pocos resultados, porque<br />

las larvas mayores caen al suelo, ascienden<br />

luego á las cepas y acaban por transformarse<br />

en crisálidas, ó si han llegado al término<br />

de su desarrollo, se entierran para verificar la<br />

transformación. Además, como solían amontonarse<br />

las hojas arrancadas en un rincón de<br />

la viña, las larvas continuaban nutriéndose,<br />

y se trasladaban más tarde á las cepas vecinas<br />

ó se refugiaban en el suelo para metamorfosearse.<br />

Por lo demás, arrancando las hojas se<br />

compromete también el desarrollo del racimo,<br />

por quedar expuesto á los ardores del sol.<br />

Algún naturalista ha aconsejado que se unte,<br />

con grasa ó aceite el embudo que se ha de<br />

emplear para recoger las altisas, y que se las<br />

haga caer en un plato que contenga aceite<br />

para asfixiarlas, sustituyendo el saco en todo<br />

caso con un recipiente de hoja de lata.<br />

Es de advertir que la altisa de las viñas<br />

tiene un terrible enemigo en el Sliretrus cocrulcus,<br />

que devora los huevos y las larvas y<br />

ataca al insecto, al decir de algunos observadores,<br />

si bien aseguran otros que ese segundo<br />

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