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extremidad exterior de esos tubos se fijan
pezones de caucho, que facilitan á los corderos
la succión de la leche; además, la extremidad
de esos tubos se halla rodeada de un
pequeño cojín de cuero, para que los corderos
no se hieran golpeando con la cabeza.
Desde que los corderos son sometidos á ese
régimen, se les lacta cuatro veces al día
hasta pasadas algunas semanas; más tarde
tres, y se les desteta así que cumplen tres meses
y medio, comenzando por darles á beber
leche dos veces al día primero y una sola después
, de manera que cesen de tomar leche á
los cuatro meses justos. Conviene someter los
corderos al régimen del biberón á las veinticuatro
horas de nacer, porque de esa manera
aprovecha las cualidades purgantes de la primera
leche de su madre que, como es sabido,
tiene por efecto útil expulsar del intestino del
cordero las materias acumuladas durante su
vida fetal, y puesto al biberón el animalito
se habitúa fácilmente á ese nuevo género de
alimentación. Naturalmente, no teniendo el
aparato más de cinco chupadores, habrá de
instalarse en un recinto separado del local en
que se recluyan los corderos, y éstos habrán
de entrar de cinco en cinco en aquél; también
convendrá hacer que pasen los corderos
á un tercer local así que hayan bebido,
para evitar confusiones. En Grignón se emplea
leche de vacas recién ordeñada para
amamantar los corderos. El biberón se habrá
de mantener constantemente limpio, fregándole
siempre con agua caliente.
AMANDINA (Química).—Así se llama
el fermento especial que existe en las almendras
amargas y en las dulces, y que provoca
la descomposición de la amigdalina. Es sinónimo
de emulsina y sinaptasa.
AMANDINA.—En perfumería se emplea
ese nombre para designar un preparado, uno
de cuyos principales ingredientes es el aceite
de almendras ; se usa para dar morbidez á la
piel de las mauos y del rostro. Prepárase del
modo siguiente: En un mortero de piedra se
mezclan 60 gramos de goma arábiga en polvo
fino con 185 gramos de miel blanca y de aroma
agradable. Se trituran durante mucho tiempo,
y cuando la masa se ponga homogénea, se agregarán
90 gramos de jabón con base de potasa,
blanco, que no tenga mal olor y sea completamente
neutro, ó al menos no contenga exceso
de álcali. Efectuada la mezcla, se incorpora
paulatinamente un kilogramo de aceite de almendras
dulces, fresco y bien preparado, y sin
interrumpir la trituración se agregan después
cinco yemas de huevo, completamente desprovistas
de clara. De esa manera se obtendrá
una masa de consistencia muy suave, que se
reblandece un poco agregándola un liquido
preparado de esta suerte: tómanse 200 gramos
de agua de rosas, y 30 ó 40 pistachos bien
mondados y recientes; se parten y se baten
en un mortero, para diluirlos después en agua,
á fin de obtener una emulsión que se colará
por una tela tupida. Esa emulsión colora la
pasta ligeramente de verde, y se puede aumentar
ese color con 5 gramos de aceite de olivas,
que se habrá puesto á cocer con espinacas
hasta que desaparezca el agua de vegetación.
Por último, se aromatiza la pasta agregando
1 ó 2 gramos de esencia de almendras amargas
ó cualquier otro aroma por cada 500 gramos
de pasta.
Para hacer uso de la amandina se disuelve
una pequeña cantidad, una bolita del tamaño
de una avellana, en un poco de agua tibia, y
muy luego se formará un líquido de aspecto
lactiginoso y de olor agradable; se bañan con
él la cara y las mano§, que se lavarán después
con un poco de agua, á fin de que desaparezca
tan sólo el exceso de amandina que haya quedado
adherido. Dicho se está que han de enjugarse
con mucho cuidado las manos y el rostro
mientras se hallen humedecidos; el agua del
lavado resultará un poco lactiginosa. La pequeña
cantidad de amandina que de esa suerte
queda adherida á la piel, bastará para preservar
á ésta de las impresiones demasiado
vivas del aire ambiente. Es de advertir que
la harina de habas ó la de almendras desleída
en un poco de agua produce el mismo
efecto que la amandina, la cual es sumamente
costosa; pero se da á ésta la preferencia en los
tocadores de lujo, porque siendo mayor su
precio, se supone que es preferible, además
de que la amandina no ofrece el inconveniente
de las harinas, las cuales contienen granos
sólidos y causan alguna ligera incomodidad.
No es necesario advertir que la amandina solamente
habrá de emplearse después de lavadas
las manos y la cara en la forma usual, con
agua y jabón.
AMÁNITA (Botánica).—Nombre de un
grupo de hongos del género Agárico; algunos
botánicos han hecho de las amanitas un género
especial. (V. Hongos.)
AMANITINA. — Substancia deletérea,
principio venenoso del Agaricus muscariiis y
del Agaricus bulbosus, y probablemente de la
mayor parte de los hongos venenosos; es un
narcótico muy violento en pequeñas dosis. La
amanitina es un líquido obscuro, muy soluble
en el agua, en el alcohol y en el éter; tiene
un olor repugnante, y se volatiliza sin descomponerse.
Se la obtiene sometiendo los agáricos
á la presión, haciendo hervir el líquido
obtenido y tratándole en seguida por el tanino.
El tanato formado se descompone á su
vez por la cal, y el líquido que resulta se purifica
con una mezcla de alcohol y de éter.
AMANO A (Botánica).—Arboles ó arbustos
, algunas veces trepadores, de la familia
de las euforbiáceas, de hojas alternas, y
flores pequeñas y agrupadas. Habitan las regiones
cálidas del antiguo y nuevo Continente;
los botánicos describen varias especies.
La madera de esos árboles es muy dura.
AMANSAR.—Hacer manso á un animal,
domesticarle. (V. Adiestrar, Doma y Domesticación.)
AMAPOLA (Papaver rhaias de L., P. erra-