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de la superioridad individua^ que en muchos
casos no adquiere por el atavismo vigoroso
poder de transmisión. La teoría expuesta lleva
también á otras consecuencias relativas á las
diversas modificaciones que la zootecnia pretende
imponer á las razas.
En el sistema de mejorar las razas por sí
mismas, sin recurrir á la cooperación de una
raza extraña, es decir, en la selección, el atavismo
aparece como un obstáculo á las modificaciones
que se pretende introducir en las
razas. El obstáculo es de poca importancia
cuando no está fijada la raza, y es muy resistente
cuando la raza se halla bien determinada
de antiguo. En efecto, en el segundo caso
la raza es lo que es, á consecuencia de la acción
prolongada de gran número de influencias
, que constituyen el indigenado, y en particular
á consecuencia de la influencia de los
ascendientes, que han propagado precisamente
aquellos defectos que el mejoramiento trata
de corregir. Entonces ha de ser muy reñida
y tenaz la lucha si los defectos afectan á partes
ó funciones muy importantes de la economía,
y si los agentes exteriores locales han influido
en la formación de la raza más que las
faltas cometidas por la ignorancia, la negligencia,
el abandono y la miseria de los ganaderos.
Es innegable, empero, que en toda raza, así
en las muy homogéneas y constantes, como en
las menos caracterizadas y fijas, existen siempre
individuos que poseen las cualidades propias
de la raza en más alto grado, y en los cuales
se revelan menos las imperfecciones, al mismo
tiempo que se manifiesta ya una tendencia
á las modificaciones fisiológicas que se desea
obtener. Tales individuos servirán indudablemente
de base á una raza perfeccionada, y
para asegurar el éxito convendrá cuidar de ir
modificando progresivamente las condiciones
de cría y de régimen alimenticio, al mismo
tiempo que se combatan con orden racional
los defectos cuya desaparición se pretende.
Dedúcese, pues, de lo dicho, que el atavismo
es solamente un obstáculo parcial. Con tal
de que los elementos de modificación empleados
para combatirla no introduzcan en la raza
elemento alguno que sea desconocido, ninguno
de esos gérmenes latentes cuya aparición súbita
y perturbadora se pueda temer, los progresos
realizados serán efectivos, reales, profundos
y definitivos. Las operaciones del ganadero
marchan de acuerdo con la acción del
cultivador; las modificaciones del ganado se
acomodan á las mejoras del suelo; no es necesario
hacer grandes desembolsos, y las razas
se van desenvolviendo gradualmente y sin esfuerzo
alguno. Las ventajas de ese método estriban
ante todo en la seguridad del resultado;
sus inconvenientes, en la lentitud con que la
transformación se realiza. De lo dicho se desprenden
las razones y causas á que esas facilidades
y esos entorpecimientos obedecen, y
que los ganaderos deben tener siempre presentes
para no exponerse á desengaños.
El cruzamiento, verdadera absorción de
una raza en otra por el empleo continuo y exclusivo
de los machos puros de la raza que
cruza con las hembras obtenidas en cada generación,
exige precisamente que se favorezca
el atavismo de la raza que se emplea para
cruzar sobre el de la raza local. Tanto más
rápida y seguramente se llegará al resultado,
cuanto más intenso sea el poder del atavismo
y la herencia que importe la raza de cruce,
cuanto más constante y especial sea en sus
aptitudes y cuanto mayor sea la superioridad
fisiológica de los sementales empleados. Será
también más rápido el trabajo de absorción
siempre que las condiciones sean menos favorables
á la raza indígena que á la intrusa. Cómo
ha de procederse por el empleo exclusivo
y único del macho de la raza mejoradora, y
cómo cada generación fortalece la influencia
de ese tipo y disminuye la del tipo local, fácil
es de preveer que llegará un día en que el
éxito coronará los esfuerzos del ganadero , si
no se renuncia á la serie de cruces hasta ese
momento. De todas maneras, el mejoramiento
solamente se obtiene al cabo de mucho tiempo,
es decir, que se requiere gran perseverancia.
En ese momento se realiza un fenómeno del
mismo género que el producido por la unión
de dos razas diferentes, cuando no son infecundos
los productos desde la primera generación.
La especie más vigorosa por su atavismo
hace desaparecer muy luego la especie más
débil, hasta el extremo de que andando el
tiempo no aparezcan huellas de la última.
Cuando se trata de obtener mestizos, ó sean
productos intermedios entre dos reproductores
, con objeto de destinar á la reproducción
los nuevos individuos así que posean y puedan
transmitir la combinación de aptitudes que
se desee comunicar, es sumamente delicado é
incierto el apreciar la influencia propia de
cada uno de los atavismos que se ponen en
contacto, y la que ha de ejercer la herencia
de cada uno de los progenitores.
Por lo común, el producto intermedio oscila
por sus cualidades entre ambas reses componentes
, y comúnmente acaba por imponerse
la raza cuyo atavismo es más pronunciado, á
menos de que las condiciones locales no favorezcan
especialísimamente el desarrollo de la
otra. Ese resultado final es tanto más rápido
cuanto menos se cuide el ganadero de acudir
en auxilio de la raza llamada á desaparecer.
Por el contrario, será más lenta la modificación
siempre que se adopten medidas para
debilitar más y más la sangre del elemento
más vigoroso. Así, en los casos en que se
asocia un macho poderoso por su atavismo á
una hembra cuya acción haya sido previamente
anulada, digámoslo así, el engendro recibirá
del padre un sello más acentuado y duradero
, que le aproximará más al padre que á
la madre. Para debilitar á éstas es necesario
introducir en ellas sangre de diferentes razas,
mediante cruzamientos preparatorios, y en
ese caso puede ocurrir que predomine en el
producto de la mezcla alguno de los tipos con-