l - Repositorio Gestion Documental v.03

AMA — 180 — AMA
líos, á fin de que marchen unidos y alineados
de espalda y ancas.
AMAESTRADO.—Dícese del animal doméstico,
y por tanto del caballo instruido y
práctico en las artes de la equitación, ó que
se halla adoctrinado para el servicio á que se
le destina.
AMAGA.—Nombre que en las Islas Filipinas
se da al árbol silvestre Diospyros embriopteris,
Pers., de la familia de las Ebenáceas.
(V. Diospyros.)
AMAGO.— Substancia correosa y amarilla,
de sabor amargo, que labran las abejas y se
halla en algunas celdillas de los panales.
AMAJADAR.— Hacer mansión el ganado
en la majada; detenerse ó permanecer algún
tiempo en ella. Hacer la majada ó redil al
ganado lanar en una tierra de pasto, de labor
ó en otro lugar para que la abone ó se mantenga
recogido.
AMAMANTAMIENTO—Acción y efecto
de amamantar.
AMAMANTAR (Zootecnia). — Función
propia de las hembras de los animales mamíferos,
consistente en suministrar alimento á sus
hijuelos con la leche que segregan las mamas.
La existencia de éstas patentiza ya la relación
de dependencia que la naturaleza ha establecido
entre el hijo y la madre, el estado de imperfección
orgánica en que el primero aparece
y la índole del alimento que ha de recibir.
Generalmente los mamíferos domésticos nacen
ya con suficiente vigor para mantenerse en
pie, á diferencia de otros animales que nacen
débiles y ciegos, pero en cambio el estómago
no se halla bien acondicionado para digerir
cualquiera clase de alimentos, y no aparece
formado el sistema dentario, y de ahí la necesidad
de nutrirlos con leche, líquido admirablemente
apropiado por su estado, su temperatura,
su riqueza en elementos nutricios y
sus sucesivas transformaciones para satisfacer
las necesidades más perentorias del tierno animalito.
La lactancia comienza en el momento
en que sale del seno de la madre; se prolonga
durante un período más ó menos largo, según
las especies, y termina con el destete. Ese
período ha de estudiarse de dos maneras: con
relación á las madres, y con relación á los
hijos.
Cuanto á las madres, la función de amamantar
satisfará todos los requisitos exigibles,
siempre que siendo aquéllas robustas y sanas,
se hallen sometidas á una higiene racional, y
reciban alimentos nutritivos y adecuados para
promover la secreción de la leche, de tal manera
que, sin sufrir la madre, el pequeñuelo se
desarrolle en buenas condiciones. Si los animales
son de tiro, y especialmente yeguas,
podrá exigírselas que trabajen durante algún
tiempo, pocos días después del parto, pero
sin fatigarlas, y aumentando el pienso en
proporción al esfuerzo exigido. Las buenas
condiciones del lecho, la limpieza de las mamas
y otros cuidados que sería ocioso enumerar,
son condiciones que aseguran los re­
sultados del amamantamiento. Es exigencia
ineludible que el hijuelo no se vea obligado á
ingerir leche demasiado recalentada, no solamente
por ser menos nutritiva, sino también
porque puede provocar desarreglos en el organismo
del joven animal. Pero no ha de confundirse
la leche recalentada con la primera
leche de las hembras parturidas, que algunas
veces se llama calostro. Esa primera leche es
serosa y amarillenta, y ejerce sobre el aparato
digestivo del recién nacido una acción purgante
que limpia á aquél y le prepara á recibir
una leche más substanciosa. Las causas
que pueden disminuir la secreción de la leche
ó paralizarla por completo son muchas, y la
afección que entonces experimenta la madre
se ha dado á conocer con la denominación de
agalaxia (véase), así como los cuidados que
su curación exige y los remedios que podrán
adoptarse para combatir un desarreglo de tal
entidad.
También los hijuelos deben ser sometidos
á una rigurosa higiene para que saquen todo
el partido posible de la leche de sus madres.
Generalmente se los mantiene constantemente
en el mismo recinto que á éstas; práctica que
no se halla exenta de inconvenientes, siendo
el principal la circunstancia de que el tierno
animal pueda mamar á cada momento del día
y de la noche, y no se habitúe á un régimen
regular é higiénico, fatigando á la madre en
muchas ocasiones con exceso. Lo más prudente
es colocarle algunos días después de nacer
en local separado y cercano al que ocupe la
madre, si se quiere, de tal manera que ésta
pueda oirle, y aun lamerle y acariciarle, pero
sin que el animalito se halle en condiciones
de acercarse á las mamas. En horas determinadas
se reunirá al hijo con la madre y durante
breve tiempo, para separarlos nuevamente
así que aquél se haya hartado de
mamar. Mediante ese régimen no se fatiga
inútilmente á la madre, y se prepara con antelación
el destete, aumentando progresivamente
la cantidad de alimentos que se faciliten
á los animales jóvenes, yreduciendo proporcionalmente
el período durante el cual
hayan de estar en compañía de las madres.
Cuando éstas ofrecen buenas condiciones
para criar, sus mamas se llenan á veces de
una cantidad de leche mayor de la que puede
consumir el hijuelo, ocurriendo entonces el
hecho de que la leche se derrame por sí sola,
si bien casi siempre permanece retenida en las
mamas, en cuyo caso distiende las paredes
excesivamente y causa sufrimientos á la hembra.
La única manera de remediar ese accidente
se reduce á ordeñar á la madre cuando
se produzca ese hecho.
Respecto de la duración de la lactancia, la
única regla general que puede formularse es
la de que se prosiga hasta que se desarrollen
completamente los dientes caducos ó de leche
en los animales jóvenes. Mientras no hayan
aparecido todos ellos, el destete será prematuro,
porque entonces no se hallan todavía