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cha tan deprisa que destruya en un día, la obra
de tantos siglos y de tantas generaciones.
Por esto consideramos de grande importancia,
dadas las condiciones de la agricultura
española, las modificaciones que tiendan á su
perfeccionamiento, y que eviten parte, si no
todos los inconvenientes que presenta su primitiva
construcción, sin perder de vista su
tipo de arado timonero, á que se hallan acostumbrados
desde tiempo inmemorial los labradores
de nuestro país; y por esto consideramos
de grande interés práctico, las innovaciones
en él introducidas, por los Sres. Asensio,
Jaén, Hidalgo Tablada, Reinoso y otros agrónomos
y agricultores que se han ocupado de
este importante asunto.
Modificaciones introducidas en el arado español.—La
sustitución de la madera por el
hierro en muchas piezas; la forma de la reja;
el sistema de graduación, y la adición de la
cuchilla y vertedera, son las mejoras más importantes
introducidas en el arado que nos
ocupa. En muchas provincias, el dental, la
cama y hasta la esteva se construyen ya de
Figura 222
hierro, con lo cual se da mayor solidez al
arado y se disminuyen los rozamientos. Las
innovaciones introducidas por el Sr. D. Pascual
Asensio, agrónomo modesto y de gran
sentido práctico, merecen especial mención,
porque pueden aplicarse con facilidad á cualquiera
de los arados que se usan en las diversas
provincias, y construirse por cualquier
herrero ó carpintero del pueblo más atrasado.
Partiendo el Sr. Asensio del principio, de
que todas las herramientas del cultivo obran
á la manera de cuñas, cuanto más delgadas
sean y cuanto más agudo el ángulo que forman,
sus superficies, con tanta más suavidad
entrarán en la tierra. Aconseja, pues, y con
razón sobrada, que la reja, que es la pieza
que más directamente se halla destinada á
este objeto, sea triangular, plana y cortante
por sus dos lados, como se usa en toda la costa
de Levante y en la del Norte, y como representa
la figura 222. No importa que en los
terrenos secos y pedregosos del interior, se
emplean para las primeras labores, rejas cónicas;
pero debe tenerse otra cortante para sustituirla
cuando las tierras estén ya algo sueltas
y estercoladas, y destruir con ella mucho
mejor las malas hierbas.
En los terrenos feraces, medianamente
compactos, donde abundan las raíces que suelen
entorpecer la marcha del arado, es evidente
que vale más cortarlas con la cuchilla que
romperlas con la telera, y para esto tienen
los arados con que se cultivan los arrozales
de la ribera baja del Júcar y los de la provincia
de Gerona, una cuchilla que desciende
verticalmente desde la garganta ó cama hacia
la punta de la reja. Esta cuchilla puede ponerse
á todos los arados de un modo fácil y
sólido, dándola la forma siguiente
, indicada por el señor
Asensio (figura 223): el
tacón inferior entra en una
cavidad que se hace al lomo
de la reja, y para que se
pueda sujetar de un modo
estable, se aprieta contra la
cama la tuerca con orejas
que tiene la rosca de arriba,
la cual entra en un barreno
hecho en la misma cama ó
garganta. Si esta cuchilla
tiene el filo acerado, puede
servir largo tiempo, sin ne­
Figura 223 cesidad de calzarla.
Detrás de esta cuchilla van colocadas en el
arado Asensio, dos vertederas de chapa de
palastro, dispuestas de modo que, sirviendo
de eje la telera, puedan abrirse ó cerrarse
á voluntad, y fijarse su posición por medio
de unos arcos de hierro, provistos de
agujeros, colocados en la parte posterior y
por encima de la esteva. Con objeto de
que puedan construirse las vertederas por
los herreros de los pueblos y sepan acomodarlas
á los arados de la localidad, da
el Sr. Asensio las siguientes instrucciones:
Se empieza por taladrar el dental y la cama
para colocar una telera ó varilla de hierro
con cabeza por debajo del primero, y con rosca
y tuerca, ó con agujeros y un chavetero
por encima de la segunda; la única condición
es que esté á escuadra con el plano inferior
del dental, esto es, que puesto el arado naturalmente,
quede á plomo dicha telera. Córtense
después dos chapas de palastro de unas
dos líneas de grueso, que formen cuadrilongos
de un pie de altura y de media vara de largo.
Se doblan por uno de sus lados menores, formando
unos cilindros ó tubos, por donde pueda
pasar libremente la telera, y se asegura la
parte doblada con redoblones. Se cierran estos
dos cilindros de manera que se forme con las
dos vertederas una especie de bisagra, que
pueda ponerse y quitarse fácilmente, sirviendo
de eje la telera. A cada una de las dos
chapas se las da á golpes de martillo sobre
el tas ó la bigornia, una curvatura tal, que por
la parte más baja cerca del nudo, ofrezca una
superficie prominente ó convexa que mire
hacia arriba, y que por detrás, en la parte
más alta, forme una cara hueca que mire hacia
tierra. La figura 224 da una idea de las
dos vertederas vistas por encima, y de las dos
patillas remachadas en ellas, que con sus agujeros
sirven para graduar la abertura. Para
acabar de ajustar las vertederas, se las irá haciendo
en los puntos inmediatos al nudo ó
charnela que las une, las escotaduras necesarias
para que se arrimen por abajo al dental,