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da el del ruibarbo por su color, y los pedazos
presentan un bisel en los bordes.
La corteza de angostura verdadera, que
ofrece la particularidad de no contener tanino,
contiene en cambio goma, materia amarga,
resina, aceite volátil y un principio particular
cristalizable, llamado cusparina. En medicina
se propina en dosis de 4 á 12 gramos por día;
en infusión, bajo la proporción de 30 por 1.000,
y en dosis de 30 á 60 gramos por día; en tintura,
en la proporción de 4 á 8 gramos, y
asociada á la quina, al opio y á la quassia
amara, forma parte del vino de Seguín.
La corteza de angostura, además de ser tónica,
goza de propiedades estimulantes; en
pequeñas dosis reanima las fuerzas digestivas
y aumenta el apetito, y en grandes dosis produce
náuseas. Se ha preconizado como febrífuga
en las fiebres intermitentes y remitentes
biliosas de los países cálidos, en algunas fiebres
continuas de mal carácter, en la anemia y
en los catarros de las mucosas. También se
ha prescrito contra la fiebre amarilla y la disentería.
Las equivocaciones á que ha dado
origen la frecuencia con que se confundía la
angostura verdadera con la angostura falsa,
ha sido causa de que se renunciara á emplear
la primera como medicamento, no obstante
sus excelentes condiciones.
Como sería conveniente utilizarla, terminaremos
marcando bien las diferencias que separan
á las dos cortezas en cuestión. La verdadera
se expende en pedazos casi planos,
adelgazados en bisel por los bordes; la falsa
en pedazos contorneados, sin adelgazar; el olor
de la primera es nauseabundo y desagradable,
el de la segunda nulo; el sabor de aquélla
amargo y deja una sensación particular mordicante
en la punta de la lengua; el de la
falsa muy amargo y persistente, sobre todo
en el paladar y después en la lengua; la primera
es dura, pero fácil de partir; la segunda
dura también y muy difícil de romper; la superficie
externa de la angostura verdadera
amarilla grisada, plana y sin excrecencias;
la superficie de la falsa, obscura, gris ó amarillo-anaranjada,
desigual y como alterada por
la desecación, colorándose en rojo de sangre
la superficie interna cuando se trata con el
ácido nítrico. La infusión de la primera no
precipita ni por el ácido fosfórico ni por el
yoduro de potasio; la de la segunda, en fin,
precipita tratándola por el ácido fosfo-molíbdico
y el yoduro de potasio.
ANGUILA ( Piscicultura). — Género de
peces de la familia de los Anguiliformes, caracterizado
por su cuerpo prolongado ó serpentiforme
, de escamas pequeñas y como embutidas
en la piel gruesa y muy mucilaginosa;
las aletas están poco desarrolladas, no
formando más que un simple reborde de la
piel ó faltando por completo. La especie tipo
es la anguila común, llamada por Linneo Murena
anguilla, del verbo griego murein, deslizarse,
escaparse, y Anguilla vulgaris por
Roud; es conocida desde tiempo inmemorial,
y era considerada entre los griegos y romanos
como un manjar exquisito y de lujo, y tan
apreciada como la murena propiamente dicha.
De ahí que en Roma tuvieran numerosas piscinas
ó viveros para cebarlas. De uno de ellos
obtuvo Hirrius, que fué el primero en organizarlos,
6.000 murenas, que prestó y no
quiso vender á Julio César para sus comidas
triunfales. También criaban anguilas los romanos
para domesticarlas, y aun en una fuente
consagrada á Júpiter, cerca de Liorna, eran
adornadas con pendientes. Vedio Pollión, comensal
de Augusto, arrojaba esclavos á las
murenas para que los devorasen, en la suposición
de que alimentados de esa suerte, la
carne de tales pescados resultaba más delicada
y sabrosa. Cuéntanse horrorosos episodios á
que diera origen la pasión de los romanos por
las murenas. También los griegos estimaban
mucho las anguilas, y las pagaban á elevadísimos
precios; en Sibaris eximieron de toda contribución
á los pescadores de anguilas. Durante
algún tiempo, y gracias á las afirmaciones
del poeta Nicandro, se creyó que la carne de
las anguilas podía ser venenosa, á consecuencia
de asociarse esos pescados con las víboras.
Los sacerdotes egipcios declararon sagradas
las del Nilo, probablemente para que no las
comiera el pueblo, por ser muy aceitosas las
del gran río y constituir un alimento malsano.
Fué considerada la anguila, ora como
emblema de la envidia, ora como símbolo de
la instabilidad de las cosas humanas. En la
Edad Media fué también muy apreciado ese
pescado, puesto que en los tiempos anteriores
á Cario Magno se hacían muchas donaciones
de anguilas á los monasterios de Inglaterra,
Francia y Alemania, y se pagaban muchos
arrendamientos con anguilas. Posteriormente
los reyes en sus pragmáticas y ordenanzas se
ocuparon también de la pesca de las anguilas.
Ya hemos indicado que el género anguila
comprende muchas especies, y que éstas se
pueden distribuir en dos grupos, á saber: anguilas
de hocico corto y ojos grandes, y anguilas
de hocico largo, ojos pequeños y aleta
dorsal elevada. En el primer grupo se incluyen
las siguientes: Anguilla Renieri, A. Cuvieri,
A. Bibroniy A. Savigny, de Kaup, muy
comunes en la parte meridional de Europa.
En el segundo grupo figuran además de otras
especies, éstas: A. capitana, morena y melamcheir,
de Val; la marginata, de Kaup, que
se pesca en Valencia; la microptera, del mismo,
que abunda en Algeciras; la ancidda
(Kaup), de Cerdeña; la mediorostris, de Farr.,
que habita en las regiones septentrionales
principalmente; la altirostris (Kaup), del
Sena; la platycephala (Gunth), del Canal de
la Mancha; la latirostris (Farr.) y la acutirostris,
del Elba y de Inglaterra.
En tanto que los zoólogos han confundido
con frecuencia en una sola especie la Anguilla
vidgaris, de Cuv., la latirostris y la mediorostris,
de Farr., los pescadores las venían
distinguiendo á su manera y las designaban