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perceptibles, que alternan con igual número
Üe pétalos, libres unas veces, aglutinados entre
sí otras por la parte superior, y que en ese
caso se desprenden formando una sola pieza
en la época de la floración. Los estambres
son libres, opuestos á los pétalos y en igual
número que éstos. El ovario es supero, con
dos cavidades, cada una de las cuales contiene
dos óvulos anátropos, y se halla coronado
por un estilo corto, de estigma indiviso. El
fruto es una baya suculenta, que encierra de
una á cuatro pepitas, con envoltura leñosa y
cuyo embrión se halla incluido en un abundante
perispermo de consistencia cartilaginosa.
Las ampelídeas pertenecen á las regiones
cálidas y templadas del antiguo continente;
también vegetan algunas en la América septentrional,
hasta el paralelo 46 y aun hasta
el 47, y son, por consiguiente, las más rústicas
de toda la familia, pero la mayoría de las especies
se hallan en las comarcas cálidas de
Asia y en las Islas de la Malasia. La vid propiamente
dicha es originaria de Persia, ó tal
vez de las comarcas occidentales de la India.
Actualmente se halla distribuida por casi todos
los países civilizados, donde la temperatura
media anual no es inferior á 9 ó 10°
centígrados; pero solamente prospera en aquellas
regiones en que detenida su vegetación por
inviernos templados, el estío y el otoño son
bastante secos y cálidos para que pueda madurar
el fruto, tales como las comarcas del
Asia occidental, el Mediodía de Europa, el
Norte de África y la colonia del Cabo, ó sea
la región meridional de esta última parte del
mundo. En la mayoría de los demás países,
ya sean cálidos ó fríos, el cultivo de la vid
resulta infructuoso y precario. En los Estados
Unidos han fracasado todos los esfuerzos hechos
hasta ahora para cultivarla en grande
escala, si bien es de advertir que tal vez el
fracaso no sea debido exclusivamente á las
condiciones climatológicas. Tampoco da resultados
en las regiones tropicales, donde no
descansa la planta por no contar con la paralización
invernal de su vegetación.
Los principales géneros pertenecientes á
esta familia son: vilis, cissus y ampelopsis, que
en rigor podrían reducirse á uno solo.
AMPELITA (Mineralogía). — Roca terrea,
de estructura hojosa, considerada como
una variedad de esquisto que no se diluye en
el agua. La palabra que se emplea para designarla
significa tierra negra bituminosa, y procede
del griego. En geogehia se clasifica esa
roca entre los terrenos de transición, ó sea
entre los más antiguos considerados por la
ciencia como de procedencia ígnea ó volcánica,
y los terrenos de sedimento depositados
paulatinamente por las aguas, y que han experimentado
cambios ó modificaciones en su
estructura á consecuencia de hallarse en contacto
con las rocas ígneas y sufrir la presión
de éstas.
Algunos geólogos han distinguido dos variedades
de ampelita, la aluminosa y la gráfi­
ca, la última conocida con los nombres de
piedra negra, piedra de diseñar y lápiz de
carpinteros. Es un esquisto carburado y bituminoso;
bajo la acción del fuego se vuelve
rojo. Generalmente se encuentra en los terrenos
primitivos, en los de transición y aun
en los secundarios que sucedieron á éstos,
sobre todo en .España, Francia é Italia. En
este último país ese esquisto es conocido con
el nombre de matita de España, y no es otra
cosa que un silicato de alúmina que contiene
un 11 ó 12 por 100 de carbono. La variedad
considerada generalmente como aluminosa no
se presta á las mismas aplicaciones. Su rotura
es esquistosa, de color negro brillante; expuesta
al aire se cubre de eflorescencias salinas,
que determinan la desagregación de las
hojuelas y proporcionan gran cantidad de
alumbre. En algunas comarcas vitícolas donde
abunda, la emplean para abonar las viñas y
para destruir los insectos.
AMPELOGRAFÍA—I. Ampelografía
quiere decir vid y descripción, ó sea descripción
de la vid. Es el asunto más difícil de
tratar de cuantos tiene la ciencia agrícola. La
sinonimia de la vid no se presta como la de
otros vegetales, el trigo por ejemplo, á un
estudio fácil cultivando las plantas y examinando
sus caracteres, siempre constantes de
ordinario, para, con el auxilio de la botánica,
agrupar las especies conocidas con diferentes
nombres bajo uno solo que determine la especie.
La vid no se presta á un estudio fácil,
pues es tal la influencia que sobre su modo de
vegetación ejerce el clima y suelo, que la hacen
variar de una manera tal, que llega hasta
desconocerse esa especie según ellos varían.
Si nos extendemos á comparar una variedad
de vid procedente de una localidad fértil,
buen clima y transplantada por nosotros mismos
á otra de inferiores condiciones, dudaremos
de la identidad; esa condición peculiar
de la vid ya Plinio observó y dio por motivo
de la dificultad de formar una sinonimia exacta
, lo cual han confirmado después Parmentier,
Chaptal, Lenoir y otros. Esto, que hemos
comprobado por nosotros mismos, es más
marcado en unas especies que eu otras, sin
que estemos, al afirmarlo, en contradicción con
el ejemplo puesto por Pojas Clemente de los
emparrados que existían en su tiempo de la
uva teta de vaca, que no habían variado de
caracteres aunque procedían de la época de
los árabes. Ni nos convence Odart, que en su
ampelografía se esfuerza por probar que las
especies de vid no varían de una manera sensible
aunque muden de situación. Si esto fuese
exacto, ¿cómo es que á la cepa temprana blanca
que describe en la página 453 vuelta de su
ampelografía, y que dice ser la descrita por
Pojas Clemente, le asigna: De gros et longs
sarment annoce la vigueur, la forte nalure de
ce cépage etc., etc? Nosotros cultivamos
esa cepa, y, como dice Clemente, resultan
«sarmientos muchos, muy largos, delgados».
Si siguiéramos las discusiones de ambos auto-