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interiores, lo que únicamente se consigue
abriendo aquél. Precisamente mediante las
autopsias es como se ha podido constituir la
anatomía patológica, cuyo estudio es indispensable
á los médicos y á los veterinarios
para conocer los desórdenes y las alteraciones
ocasionadas por las enfermedades en los órganos
de los pacientes. La palabra autopsia es
sinónima de necropsia. La autopsia, como es
sabido, tiene también gran importancia en las
investigaciones judiciales.
AUXILIAR (Economía rural).— Obrero
que no se halla empleado constantemente en
los trabajos de la granja ó explotación agrícola,
y cuyo concurso se busca cuando hay
que ejecutar trabajos apremiantes. Llámanse
animales auxiliares aquellos que se utilizan
como motores en las labores de agricultura,
en el transporte y manipulación de las cosechas
dentro de las granjas, los que sirven para
la caza y los que se emplean en la guarda de
las explotaciones y de los ganados. Los principales
son el caballo, el asno, el mulo, el
perro y el gato. Por el contrario, animales de
renta son los que se crían y alimentan para
obtener productos naturales, tales como carne,
leche, lana, etc.
AVALANCHA Ó ALUD.—Masa considerable
de hielo ó de nieve que desciende por
su propio peso, á consecuencia del deshielo ó
de otra causa, desde lo alto de las montañas,
aumentando en volumen con frecuencia durante
la caída, arrasando los sitios por donde
pasa, y sepultando á veces chozas, apriscos,
casas y hasta poblaciones enteras. En los Pirineos
y en los Alpes, donde los aludes causan
á menudo terribles estragos, se suelen levantar
muros de contención en los sitios por donde
se prevee que puedan pasar, ó se plantan
bosques de especies arbóreas. En las laderas
cubiertas de monte, los troncos de los árboles
retienen la nieve y evitan la formación de
avalanchas, ó por lo menos el acrecentamiento
de éstas durante la vertiginosa caída y la
destrucción de muchos objetos.
AVALEIRO.—Nombre gallego del avellano
silvestre, Corylus avellana, L. (V. Avellano.)
AVANCE.—Acción de avanzar. Anticipo
de dinero para cualquier explotación. Entre
los avances los hay absolutamente necesarios,
como los destinados á comprar aperos, instrumentos
de trabajo, reses de labor, abonos
y semillas, y pago de obreros y dependientes.
En tal sentido los avances constituyen el mínimum
del capital inmovilizado durante el
tiempo que transcurre entre las ventas de dos
cosechas sucesivas de la misma especie. Las
mismas consideraciones se pueden aplicar á
los avances en ganadería para alimentación y
sostenimiento de las reses. Además de los avances
de explotación, todo agricultor previsor
é inteligente debe tener en cuenta los avances
de previsión para el caso de malas cosechas,
inundaciones, epizootias, etc., etc. De ahí que
sea necesaria una cantidad mayor de la que
un espíritu superficial pudiera suponer para
asegurar la buena marcha de las explotaciones.
Y como es necesario pensar, no solamente
en asegurar las cosechas, sino en aumentarlas
mediante perfeccionamientos y mejoras, de ahí
la precisión de contar con avances, cuya cuantía
varía según los casos, el estado de los
cultivos, la índole de las explotaciones y las
exigencias del consumo (véase Mejoras). Todo
encargado de dirigir una explotación agrícola
debe calcular bien los rendimientos que puede
prometerse de la operación que emprende,
distinguiendo si la mejora ha de ser permanente,
ó si durará sólo algún tiempo, porque
en el seguudo caso el capital deberá producir
más que en el primero. A los propietarios toca
hacer los avances para las reformas cuyo efecto
ha de durar mucho tiempo; á los arrendatarios
, si han de producir resultados inmediatos,
y reintegrarles pronto el capital y los intereses.
Sería injusto exigir al colono anticipos
que tal vez no está llamado á utilizar él, máxime
si el arrendamiento es á corto plazo. De
todos modos, ha de renunciarse á sacar todo el
partido posible de la explotación agrícola,
cuando no se dispone de fondos ó crédito para
los avances indispensables ó que permitan
introducir mejoras en los cultivos.
AVE.—(V. Aves.)
AVELLANA.—Fruto del avellano, redondo
, de media pulgada de diámetro y de corteza
dura, delgada y de color de canela ó castaño
claro, dentro de la cual, y cubierta de una
película del mismo color, está la carne, que es
blanca, aceitosa y de agradable gusto.
En el feraz y admirable campo de Tarragona,
bañado por el Francolí, se ha llevado al
más alto grado de perfección el cultivo del
avellano. Este arbusto, que generalmente
crece abandonado en otros países, es esmeradamente
cuidado en la mencionada campiña.
De ahí que no tengan rival en el mundo las
avellanas que se cosechan en ella y en los fecundos
collados de la Selva, de Alforja, de
Vilaplana, de Alcover y del partido de Falset.
En efecto, las avellanas allí cosechadas gozan
el inapreciable privilegio de no enranciarse en
muchos años, ni aun transportadas al extranjero
ni á clima de la más diversa índole.
En Inglaterra, principal mercado para el
consumo de las avellanas y para regular sus
precios , en tanto que las de Asturias, Sicilia
y Turquía se expenden generalmente á 25
chelines los 50 kilogramos, las de Tarragona
se venden á 35. No es, pues, de maravillar
que los agradables y valiosos bosques de
avellana se cultiven en la provincia catalana
con tal esmero que no se deje crecer nunca en
ellos el menor tallo, y que se aprecien muchísimo
las tierras adecuadas para el desarrollo
del árbol y regadas por medio de las llamadas
minas, ya que los avellanos, para prosperar,
necesitan ocupar terrenos húmedos en
las montañas, ó ligeros y areniscos en los valles,
y no abundan ciertamente los que llenan
esos requisitos. En ese ramo de la arboricultu-