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falta de esmero con que se ejecutan estas
obras no dejara de antemano numerosos ventiladores
naturales que, á cambio de sus servicios
en los rigores del invierno, diezman el
ganado, contribuyendo á aumentar las pérdidas
que la escasez de alimentos y el mal régimen
ocasionan.
Así solamente se concibe que las cosechas,
cuando son abundantes, queden en parte á la
intemperie; que los aperos de labranza estén
constantemente sujetos á la inclemencia de
los agentes atmosféricos y al deterioro consiguiente;
que las diversas operaciones de la
granja se dificulten por la mala disposición
de los edificios, y en una palabra, que ni remotamente
se conozca, por mucho que se observe
, las trazas de un plan, de una organización
determinada de antemano.
Asunto importantísimo es éste para el hacendado
, por los perjuicios que directamente
le origina , y todavía más importante para la
agricultura del país, pues la buena construcción
es y será siempre uno de los principales
y más poderosos medios de aumentar la población
rural, cuyos beneficios, nunca bien
ponderados, son umversalmente reconocidos.
No es, por lo tanto, tiempo perdido el que
se dedique á estos estudios, ni asunto baladí
el que se popularicen los fundamentos de la
arquitectura rural, para que las construcciones
del campo se hagan con arreglo á las condiciones
que las necesidades de la agricultura
moderna exigen.
Estas condiciones, que al tratar particularmente
de cada dependencia se detallarán todo
cuanto sea preciso, pueden, en términos generales,
concretarse á las que á continuación estudiaremos.
Empezando por el emplazamiento, que es la
primera cuestión á resolver para comenzar
una obra, debe buscarse en primer término la
salubridad delterreno, evitando el acercarse
á sitios malsanos, como lagunas, pantanos,
cultivos que necesiten aguas estancadas ó frecuentes
riegos, y que por lo tanto se desarrollen
en ellos miasmas palúdicos; igual observación
puede hacerse si en las cercanías
existieran hornos de fundición ó industrias
cuyos residuos puedan perjudicar á la salud,
tanto del hombre como de los animales domésticos.
A ser posible, búsquese las inmediaciones
de una fuente ó arroyo, del que pueda derivarse
agua para los abrevaderos y demás
usos domésticos. Si poderosas razones no se
oponen á ello, procúrese emplazar los edificios
en el centro de la finca ó próximos á los
terrenos que lleven un cultivo más intensivo,
para evitar en todo lo posible los transportes;
los sitios altos, si no lo son en exceso, convienen,
por la mayor vigilancia que puede tenerse
observando desde la casa los trabajos y
faenas del campo; pero es preciso armonizar
esta condición con la no menos necesaria de
que las vías de acceso sean fáciles, sin pendientes
exageradas que dificulten el servicio.
Respecto á orientación, una de las cuestiones
más importantes que se presentan para
emplazar los edificios, debemos sujetarnos en
primer término á las condiciones locales, evitando
situarlos de manera que sus puertas y
ventanas estén expuestas á corrientes de aire
insalubre, etc., y aunque en cada caso particular,
y según la dependencia que sea y el objeto
que se dedique, se determinará la orientación
más conveniente, como regla general
aconsejamos preferir la del Mediodía para las
habitaciones del hombre y para alojamiento
de animales, porque de este modo los rayos
solares que penetran en los departamentos
impiden los cambios bruscos de temperatura,
y con ellos infinidad de enfermedades. Además,
bien conocida es por todo el mundo la
benéfica influencia de esos dos factores importantísimos
para la vida, que llaman luz y
calor; factores que deben aprovecharse todo
lo posible, colocando las fachadas principales,
donde hay mayor número de huecos, en la
exposición ya indicada.
Hechas estas indicaciones generales respecto
á la exposición y emplazamiento con relación
á las condiciones higiénicas, y al mejor
y más cómodo servicio de la finca, resta todavía
tener en cuenta, para resolver cumplidamente
el problema de que las construcciones
sean sólidas y baratas, entre otras cosas, elegir
el mejor terreno para la cimentación de la
obra.
Siempre que se pueda, escójanse los terrenos
firmes y seguros, que puedan soportar el
peso de la obra sin ceder á la presión, que no
se desagreguen fácilmente por los agentes exteriores,
ó por las lluvias y corrientes que puedan
existir, procurando además que sean poco
permeables, es decir, que no dejen filtrar fácilmente
el agua. Estos terrenos, que se prestan
á una buena fundación de las llamadas sobre
terreno natural, se componen generalmente
de rocas, margas, arcillas ó arenas muy
compactas, ó tierra virgen que no haya sido
removida muy profundamente ni echadiza;
todo lo que se reconoce fácilmente en los cortes
y pozos si se presenta firme y no cede á
las presiones que por vía de ensayo se ejerzan
sobre él, y por el aspecto general compacto y
unido que en sus paredes se observa.
En estas condiciones, y hecha con esmero la
cimentación, tendremos la seguridad de que
la base principal para la solidez de la obra no
ofrece peligros de ninguna especie; y si á esto
añadimos que el resto se ejecuta bien y con
buenos materiales, la garantía será completa,
reuniendo la obra todas las propiedades que
bajo este punto de vista se pueden desear, es
decir, duración, seguridad y economía. Con
ellas conseguiremos, además de la tranquilidad
de que no ocurran accidentes desagradables,
la ventaja económica de tener mucho más
tiempo para la amortización del capital invertido
y la disminución de los gastos de entretenimiento
; ventajas todas que bien merecen
la pena de elegir con cuidado el terreno para