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ANE — 325 — ANE
muelle S se 'opone constantemente á Ja depresión
ó hundimiento de aquella tapa, por
resultado de la presión atmosférica, así refrenada
ó momentáneamente equilibrada.
C una palanca bimetálica, de hierro y cobre
, con intento de que no varíe de posición
por simples cambios de temperatura; empalmada
por un extremo con el borde anterior del
muelle S, y, por lo tanto, con la caja ó cámara
barométrica A; y que así, al subir ó bajar
con ésta, comunica por el otro extremo, articulado
con el eje D, un movimiento giratorio
á este eje más ó menos amplio.
E una cadenita, por cuyo intermedio se
transmite suavemente este movimiento gira-,
torio, en uno ú otro sentido, al tamborcito
Figura 142.—Aneroide
central O, á cuyo eje, superiormente prolongado
, al través y por cima de la muestra del
instrumento, va afianzada la aguja indicadora
de la presión variable de la atmósfera.
Y P un resorte en espiral, fijo por un extremo
, y sujeto por el otro al mismo tamborcito
O, al cual propende siempre á comunicar movimiento
de. rotación, en sentido contrario
que la cadenilla E.
El aparato así preparado funciona del siguiente
modo: Cuando la presión atmosférica
aumenta, ceden la tapa A y el muelle S; desciende
la palanca C; tira del tambor la cadena
E; y la aguja indicadora se mueve ó gira
hacia la derecha. Y, cuando disminuye, sucede
todo lo contrario: por su elasticidad, menos
contrariada ahora que en el otro supuesto, el
muelle S levanta la tapa, que también de por
sí propende á desbandarse; la palanca C se
levanta también; la cadenilla E queda floja; y
el muelle P, ó resorte fino y endeble en espiral
, libre con esto, actúa sobre el tambor O, y
comunica á la aguja indicadora un movimiento
de rotación hacia la izquierda. En el primero
de estos casos suele decirse que el barómetro
sube, y que baja en el segundo; pero lo
que hay de verdad es que en aquél aumenta
y en éste disminuye la presión barométrica.
Las subidas y bajadas se refieren al barómetro
de mercurio, cuyas indicaciones correlativas
se han grabado por comparación en la
muestra ó cuadrante del aneroide.
El barómetro aneroide, cuyo aspecto bien
conocido, visto por fuera, es el de un reloj
de bolsillo ó de pared, de tamaño ó diámetro
muy variable, debe leerse colocándole siempre
en la misma posición, colgado, por ejemplo,
de una escarpia, dentro de habitación no caldeada
con exceso artificialmente, ó no expuesta
á grandes y rápidos cambios de temperatura.
La costumbre de dar previamente en el
cristal protector de la muestra unos cuantos
golpecitos con el dedo índice de la mano derecha,
para que la aguja vibre, se desperece, y
tome la posición de equilibrio que en aquel
momento le corresponde, es muy conveniente
y no debe omitirse nunca. Al aire libre o en
pleno campo se cuidará también de observar
el barómetro aneroide, en lo posible con iguales
precauciones, siempre en la misma postura,
ó colgándole, ó suspendiéndole con la
mano por la anilla; en lugares sombríos ó resguardados
de la furia del sol; y dando tiempo
á que el equilibrio de temperatura se establezca
por igual en las varias piezas de su delicado
mecanismo. Cuando de lo alto de una montaña
se desciende á lo profundo de un valle ó
viceversa, el rato de espera, previo al momento
de la lectura de sus indicaciones, debe prolongarse
prudentemente; porque, á no ser de
construcción muy esmerada, y de sensibilidad
exquisita, los cambios muy amplios y súbitos
de presión parece como que violentan el mecanismo,
y que piden tiempo para reflejarse
fielmente en las posiciones extremas de la
aguja.
Tratado con esmero y cariño, un buen aneroide
puede prestar excelentes servicios por
largo tiempo: por años consecutivos tal vez.
Pero, como la elasticidad de los metales cambia
de continuo, y sus condiciones de flexibilidad
y de resistencia varían de un modo permanente
al fin, siempre que haya oportunidad
para ello ,• deberán compararse las indicaciones
del aneroide con las de un buen barómetro
de mercurio, para saber á qué atenerse en lo
referente á las del primero. Y si alguna diferencia
entre ambas se percibe, menester es
llevarla en cuenta hasta el momento de otra
comparación, ó corregirla, variando en el sentido
y cantidad convenientes, la posición de
la aguja: para lo cual basta, con un atornillador
á propósito, comunicar muy suave movimiento
de rotación, hacia la derecha ó la izquierda,
á un tornillito, perceptible por un
agujero ó taladro, en el respaldo del instrumento.
Pero sin verdadera necesidad no conviene
apelar á este recurso extremo: como no
conviene, porque un reloj de bolsillo se adelante
ó atrase un poco, alterar todos los días
la situación de sus agujas. Lo indispensable
es conocer el estado ó error del instrumento,
por medio de la comparación aconsejada, y
conservarle siempre en la memoria para la
rectificación oportuna de sus indicaciones.
Las dimensiones del aneroide son muy variables,
y nada en el fondo significan. Como
instrumento de servicio y ornamentación en