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gramos de paja trillada y humedecida alimentan
tanto como 112 del mismo forraje seco;
100 kilogramos de grano humedecido equivalen
á 125 de grano sin humedecer, y 100 de semillas
leguminosas rociadas se equiparan para
los efectos de la alimentación á 136, y aun á
150 kilogramos de leguminosas sin remojar.
Cocción de los forrajes.—Para dar idea de la
importancia que tiene tal preparación bajo el
punto de vista alimenticio, haremos observar
que 100 kilogramos de patatas cocidas nutren
tanto como 160 ó 180 sin cocer, en sentir de
concienzudos observadores; mas para que las
reses saquen todo el partido posible de esa
substancia, es necesario agregar á las patatas
paja trillada, que imponga á los animales la
necesidad de mascar ó insalivar los alimentos.
Cien kilogramos de heno cocido al vapor
nutren tanto como 170 kilogramos de heno
sin preparar, y 100 kilogramos de avena ó
cebada cocida se equiparan á 300 de la misma
semilla cruda. Unas puches preparadas
con granos triturados, á las cuales se agregue
paja trillada ó picada, suministran doble
cantidad de substancias asimilables que la
misma porción de grano administrado entero
y crudo.
Para cocer los alimentos se emplean diversos
sistemas de calderas, muchas de ellas con
generadores de vapor y bastante complicadas,
pero en todo caso muy útiles, puesto que,
gracias á ellas, se podrá economizar en muchos
casos la tercera parte del gasto que representan
los alimentos, y aun en'ocasiones la
mitad. En lugar oportuno representaremos
por medio del grabado las calderas que nos
parecen más recomendables, según las diferentes
condiciones de las explotaciones agrícolas.
De día eu día aumenta la tendencia á administrar
á los animales alimentos cocidos;
hasta á los caballos de labor se les suministran
los piensos así preparados en algunas
grandes explotaciones rurales, acaso por no
tener en cuenta que tal régimen provoca degeneraciones
linfáticas, y que es necesario
conservar á todo trance la energía muscular
en los animales de trabajo. Por lo mismo, advertiremos
una sola vez que al hablar de cocción
de alimentos no nos referiremos en ningún
caso á las reses de labor. Los criadores
ingleses han adoptado con éxito el método
americano, que consiste en cocer al vapor, no
solamente las patatas y nabos ó turneps, sino
también el heno y la paja para alimentar
las vacas lecheras. En Alemania se preparan
sopas en que figuran el salvado, la avena
molida, las patatas, los nabos cocidos y triturados,
la harina de centeno y la cebada muy
salada. Esas sopas se administran unas veces
calientes y otras frías, en ocasiones muy espesas
y en ocasiones muy claras, y compensan
con sus resultados el trabajo de prepararlas.
En Plandes se alimentan también con
sopas, cuya base es la patata, las reses lanares.
Ese tubérculo, después de rallado, se echa en
un recipiente con paja y heno picados, y se
dirige el vapor sobre él. Cuando se ha enfriado
la preparación se distribuye á las reses.
La composición de la sopa varía, habiendo
países en que no figura el heno, por no recolectarse
en ellos, siendo de advertir que en
ciertas comarcas no se conoce otra clase de
pienso.
En el Hainaut (Bélgica) se prepara una
sopa especial para las terneras con 6 ó 7 litros
de agua, un poco de sal, un cuarto de
libra de pan en lonjas y un puñado de ortigas.
Se cuece en una marmita hasta obtener
una especie de empanada, y se echan tres
pintas de leche, la mitad de ella desnatada.
Después se administra en dos piensos la preparación,
y se consigue obtener reses cebadas
perfectamente á las pocas semanas de iuiciado
el régimen. Por lo común, se someten las
terneras á ese régimen á los ocho ó quince
días de haber nacido. Las ortigas, cuyo valor
nutritivo equiparan con el de la avena las
gentes del país mencionado, ofrecen además
la ventaja de contener la diarrea.
También en el departamento francés de la
Sarthe se administran sopas á los potros durante
el período de la lactancia para que pesen
mucho en la época del destete. Eu el cantón
del Vaud (Suiza) se cuece, no solamente
el heno, sino que también los juncos, las carices
y aun los desperdicios ú hojarascas de
la patata, que los animales rechazan cuando
están crudos.
Para efectuar la cocción se emplean cajas
de madera con agujeros, por los cuales penetra
el vapor acuoso de una caldera colocada
debajo. A pesar de los gastos de combustible
y de jornales, se obtienen innegables ganancias
utilizando ese procedimiento, sobre todo
aplicado á las patatas para cebar vacas lecheras
y bueyes. Para preparar esa sopa se coloca
una caldera de lejía sobre un hogar ordinario,
y encima un cubo de 5 hectolitros de cabida,
cuyo fondo se halle agujereado. En la parte
superior habrá de llevar una tapa movible,
con un orificio para que salga el vapor, y que
además se utiliza para introducir por él una
rama de hierro y asegurarse de si está ó no
cocida la sopa. Después de lleno el cubo, se
embadurnan con greda las partes movibles y se
enciende el fuego; el agua no tarda en hervir
en la caldera; el vapor penetra en el cubo por
los orificios del fondo, y cuece los tubérculos.
Conseguido esto, se abrirá una puertecilla
colocada en el cubo, á poca distancia de su
base, y las patatas cocidas caerán en un recipiente
preparado ad hoc, y en el cual irá aplastando
una mujer los tubérculos para administrar
la pasta, desleída en un poco de agua, á
los animales á que está destinada. Cada caldera
comprende 280 kilogramos generalmente,
exige unas 10 pesetas de leña y ocupa cuatro
ó cinco horas en su preparación.
Para apreciar la importancia de esas preparaciones,
y la influencia del calor y del agua
en las substancias vegetales, baste recordar