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dios de comunicación, á garantizar las transacciones
de buena fe, á estimular todas las
iniciativas beneficiosas, á alentar todos los
progresos, y abrir el camino á las sociedades
cooperativas formadas para la fabricación de
pan, parala matanza de ganados, y para la
compra y distribución de todos los artículos
de consumo, principalmente allí donde existan
grandes fábricas, y por consiguiente, grandes
aglomeraciones de trabajadores. Pero, si
no han de olvidarse las enseñanzas de dolorosa
experiencia, el Estado no debe tener intervención
directa en la constitución de esas empresas
colectivas; no debe ser fabricante ni
comerciante. Cuando existen mercados abiertos
para los productos agrícolas, y las transacciones
se realizan libremente, puede confiarse
en que la alimentación pública se halla perfectamente
asegurada. Así, pues, los derechos
de aduanas y de puertas deberán reducirse al
mínimum compatible con las exigencias del
Presupuesto; precisamente nada resulta tan
perturbador, y nada tan costoso y estéril en
definitiva para la sociedad, como los entorpecimientos
que se pongan á la buena distribución
de ios alimentos, porque esos entorpecimientos,
ó bien originan tumultos, motines, y
hasta verdaderas revoluciones y contiendas
fratricidas, ó bien, al provocar la carestía, no
solamente acrecientan la mortalidad entre las
clases pobres, sino que favorecen el desarrollo
de epidemias que van á repercutir en último
resultado sobre las clases ricas.
ALIMENTICIO.—Dícese de todo lo que
tiene la propiedad de alimentar. Las substancias
alimenticias para los vivientes poseen
cualidades especiales, según los géneros y especies
de seres de que proceden ó á que están
destinadas. Respecto del hombreólas substancias
alimenticias pueden ser animales ó
vegetales. Entre las animales figuran los huevos,
la leche y sus derivados, la manteca y
el queso, la carne de los animales domésticos
ó selváticos, la de los pescados, y la de
algunos crustáceos, batracios y reptiles; las
substancias vegetales alimenticias son las que
se obtienen de algunas plantas; éstas á su
vez se llaman también plantas alimenticias, y
bajo esa denominación las estudiaremos en el
lugar correspondiente. (V. Plantas alimenticias.)
RÉGIMEN ALIMENTICIO.—Regla que se sigue
para el uso de los alimentos.
Régimen alimenticio del hombre.—Depende
este régimen, si ha de llenar su primordial objeto
reparando las pérdidas del organismo, de
muchas circunstancias, y ante todo es necesario
determinar, no solamente la cantidad, si
que también la calidad de los alimentos. Para
apreciar la influencia del régimen cuantitativo
es necesario tener en cuenta: 1.°, la cantidad
de alimentos que el hombre ha de tomar diariamente
en razón de la fatiga ó esfuerzo que
se impone por medio de ejercicios musculares;
2.°, la cantidad de alimentos en razón
inversa de la elevación de la temperatura de
la atmósfera, puesto que á medida que aumenta
el calor disminuye la cantidad de alimentos
necesaria para la subsistencia, de tal
manera que es enorme la diferencia entre la
que consume un habitante de regiones frías
y la que necesita el que vive en climas cálidos;
3.°, que la cantidad necesaria para vivir
es generalmente mucho menor que la que ordinariamente
se consume. El hábito, la costumbre
y las incitaciones regulan, por lo común,
la cantidad de alimentos que el hombre
consume. La sobriedad se puede considerar
como uua circunstancia favorable á la higiene
de los individuos.
Llámase dieta, ó más bien dieta rigurosa, á
la absoluta privación de alimentos, y sus efectos
varían notablemente, según que el individuo
que la sufre se halle sano ó enfermo. Un
hombre sano no puede privarse muchos días
de alimentos sin enflaquecer y morir al fin y
á la postre en un período que depende de la
edad, de la constitución y de la resistencia
vital. La gastralgia y el delirio son en ese
caso los precursores de la muerte. En las enfermedades
de carácter agudo se soporta la dieta
sin inconvenientes graves, puesto que en virtud
de ella disminuyen los glóbulos rojos de
la sangre; circunstancia que prolonga la convalecencia
, gracias á la debilidad general de
los enfermos, que en ocasiones llegan á caer
en un verdadero estado de anemia. En las
enfermedades crónicas una dieta demasiado
rigurosa es siempre muy perjudicial. Al facilitar
la comida en la convalecencia, habrá
de precederse gradualmente, comenzando por
substancias alimenticias poco excitantes y proporcionadas
siempre á las fuerzas digestivas.
La insuficiencia de los alimentos depende
en gran parte, según queda indicado, del ejercicio
muscular, del régimen á que se halla
habituado el individuo y de la temperatura
de la atmósfera. Prolongada mucho tiempo,
determina alteraciones en la sangre por disminuir
la proporción de los glóbulos sanguíneos,
de la albúmina}' de la fibrina, apareciendo
así un estado semejante al escorbuto.
Cuando á consecuencia de la carestía afecta
la insuficiencia de los alimentos á toda una
población, aumenta el número de enfermedades
y defunciones, y disminuye la fecundidad.
Un régimen alimenticio demasiado abundante,
sobre todo respecto de los individuos
que no se dedican á trabajos corporales y viven
bajo una temperatura elevada, ocasiona
plétoras, congestiones y hemorragias. Comparando
bajo el punto de vista de la alimentación
únicamente la mortalidad entre los pobres y
los ricos, se observa que es doble entre los
primeros. También se halla en relación perceptible
con la alimentación la fecundidad;
así se advierte que ésta disminuye durante
los períodos de carestía y durante la cuaresma
en las poblaciones donde se guarda la última
con algún rigor. De ahí que generalmente
la robustez de uua raza se encuentre en
relación íntima con la fertilidad y el buen