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hay datos positivos para determinarla ni aproximadamente.
ARÁBIGA — (V. Gomas.)
ARABLES—(V. Tierras.)
ARABO.— Árbol silvestre de la Isla de
Cuba, que corresponde á la especie Erythroxyllum
odoratiim, Macf., de la familia de
las Eritroxilúceas. (V. Erylhroxyllum.)
ARACHICHÚ. —Arbolillo ó arbusto,
abundante bajo esta última magnitud en los
bosques de la República Argentina. Tiene las
hojas redondas, de 3 á 4 centímetros de diámetro.
El fruto, parecido á una estrella, presenta
tres ó cuatro puntas truncadas y algo
aplastadas. La madera es de color blanco, y
no tiene aplicación alguna por ser demasiado
blanda. Este vegetal es apropiado para adorno
de los jardines.
ARÁCNIDOS— (V. Araña.)
ARADO.—El arado es sin disputa uno de
los instrumentos más importantes de que se
vale el hombre para beneficiar la producción
vegetal, y el más útil de cuantos su genio inventivo
ha sabido aplicar al cultivo del suelo.
Si la agricultura es la base sólida de las naciones,
el arado es una de las primeras, la
primera necesidad de una buena agricultura;
de su elección dependen las buenas labores, y
éstas á su vez contribuyen á las buenas cosechas.
No es de extrañar, por lo tanto, que
en todos los tiempos y en todos los países, las
inteligencias más privilegiadas, los sabios más
distinguidos, y hasta los hombres de Estado, se
hayan ocupado y se ocupen con marcada preferencia
de este apero de labranza, que ennoblecieron
con sus manos, manejando la esteva,
varones ilustres de la antigüedad que ocuparon
los más altos puestos de la magistratura.
Los objetos que el labrador se propone con
el arado, se llenan más cumplidamente con la
pala ó el azadón, que suponen el empleo del
esfuerzo muscular del hombre, y que ejecutan
la labor tipo y de mejores condiciones para la
buena preparación del suelo. El motor, en
este caso, desarrolla una fuerza inteligente,
digámoslo así, que se acomoda á las desigualdades
y accidentes del terreno, se acerca al
pie de la planta sin herirla, y gradúa la profundidad
á que debe atacar la capa arable.
Pero como ésta labor es la más cara, por más
que sea la más perfecta, queda relegada á las
pequeñas extensiones de terreno, á la huerta
y al jardín, al pequeño cultivo, y en general
cuando se trata de obtener cosechas en que la
carestía de la mano de obra, es compensada
con usura por el monopolio que ejercen en el
mercado los frutos obtenidos, los cuales alcanzan
precios considerables.
Cuando la escena agrícola se ensancha;
cuando en vez del limitado recinto de la huerta,
hay que atender á los extensos terrenos
del gran cultivo, se hace imposible el empleo
económico de la labor practicada con los instrumentos
manejados por el brazo del hombre.
r Una nación necesita, por otra parte, medios
rápidos de producción; de suerte que al utili-
Dic—II.
zar el arado y al animal como motor, se llena
el doble fin económico de ahorrar brazos para
otras industrias, necesarias también en una
sociedad organizada. Existe en realidad una
desventaja cuando se compara el trabajo del
animal con el del hombre, puesto que éste
desarrolla, como antes hemos dicho, una fuerza
inteligente que opera en todas direcciones,
mientras que el animal, al tirar del arado,
sólo puede obrar en una dirección rectilínea,
y por más que obedezca á la voz del
que le guía, no es ya el trabajo del obrero
que modifica á su antojo las condiciones de la
labor, según lo exijan las circunstancias de las
plantas á que la aplica y el terreno sobre que
ha de basar el cultivo.
Si la labor tipo por excelencia es, por consiguiente,
la que procede del instrumento de
cultivo manejado directamente por el obrero,
no cabe duda de que el arado que corte, disloque
é invierta la tierra de la manera más
aproximada á la labor que ejecuta el azadón,
será el que mayores ventajas ofrezca para una
buena preparación del suelo.
Historia del arado.—Aun cuando la tradición
acompaña al hombre desde el diluvio
universal, la historia déla agricultura, en los
tiempos primitivos sobre todo, se halla envuelta
en la mayor obscuridad. El Asia central
aparece como cuna de las primeras sociedades,
y las llanuras del Nilo los primeros
parajes en que las artes alcanzan cierto grado
de perfección. Colonizada la Grecia por los
egipcios, es natural que los conocimientos adquiridos
por aquel pueblo, se transmitieran á
los romanos, como éstos los difundieron más
tarde por Europa.
Pocas en número y con frecuencia contradictorias,
son las noticias que se refieren á los
primeros períodos de la agricultura suministradas
por los autores; Moisés, el más antiguo
de todos, que vivió 1600 años antes de Jesucristo;
Herodoto y Diodoro de Sicilia, que se
ocuparon de la historia y geografía del Egipto,
y Hesiodo, el escritor griego más antiguo sobre
agricultura. Lógico es suponer, sin embargo,
que exterminada casi por completo la raza
humana después del diluvio, los que sobrevivieron
debieron tener y conservar los conocimientos
del mundo antidiluviano. Noé, en
efecto, aparece como agricultor, cultivando la
viña, y tres siglos después Abraham, su hijo
Isaac y sus sucesores, criando numerosos rebaños
y dedicados al cultivo; de donde se deduce
que la agricultura era practicada en
Oriente desde tiempo inmemorial.
La idea del cultivo y de la labranza tuvieron
nacimiento, en opinión de autoridades respetables,
á imitación de lo que acontece en los
efectos producidos por los légamos y arenas
que depositan los desbordamientos de los. ríos
en sus crecidas. Enriquecido el terreno con
los sedimentos, después de retiradas las aguas
de las inundaciones, efectos que periódicamente
tienen lugar en Egipto con el Nilo, se
cubría anualmente de hierbas; consecuencia
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