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en dosis más ó menos elevada, según la naturaleza
de los mostos, y según también los
métodos adoptados para separarla después.
¿Cómo obra el hidrato calcico en la defecación?
En primer término, neutraliza los ácidos
libres, saponifica las materias grasas, forma
compuestos insoluoles con la clorofila, mucílago,
tanino, pectina y albúmina, originando
tanatos, pectatos, albuminatos, etc., de calcio.
Lentamente en frío, y con más rapidez á
la temperatura de la ebullición, descompone
también en parte las materias proteicas, con
desprendimiento de amoníaco. Cuando la cal
se emplea en exceso, después de ejercer las
mencionadas acciones, combínase con el azúcar,
formando sacaratos monocálcicos ó tricálcicos,
delicuescentes ó insolubles, según la
temperatura á que se opere. Todas estas
acciones son provechosas, dado que concurren
á la depuración de los guarapos; pero al
propio tiempo el hidrato calcico, actuando
sobre las sales alcalinas de ácidos orgánicos,
deja en libertad los álcalis, que atacarán la
glycosa en caso de existir, y siempre existe,
coloreando los mostos de un tinte persistente,
difícil de eliminar, y produciendo además ¡os
perjuicios ya mencionados.
En los antiguos trenes jamaiquinos el defecado
se practica en la caldera grande llamada
paila de recibo, hecha de fundición ó de palastro
y calentada á fuego directo, con todos los
inconvenientes de este método de calefacción.
En los trenes modernos, la defecación se efectúa
en calderas especiales, generalmente de
cobre, mucho mejor dispuestas, cuya forma,
mecanismo y magnitud varían al infinito, las
cuales reciben el calor de un generador de
vapor, pudiendo regularse á voluntad la temperatura.
La figura 299 representa el corte de una
de estas calderas, construida por los señores
JBrissonneau, de Nantes. Compónese de una
parte cilindrica F, de base semiesférica F',
toda de cobre, cuyo fondo va envuelto en un
casquete de fundición ó de palastro F" sujeto
con redoblones, y de tal modo arreglado, que
deja un espacio ó doble fondo para la inyección
del vapor. Ambos fondos están atravesados
en su centro por una tubuladura J, la
cual se cierra ó se abre á voluntad, merced á
la llave K de dos aguas, lo que permite extraer
los guarapos defecados por el tubo / y
los residuos semifluidos por el El vapor se
inyecta en el doble fondo por M, y al entrar
expulsa el aire, que escapa por la llave colocada
en la parte superior del doble fondo, y
que puede verse en la figura, al paso que el
vapor condensado sale por N', tubo que lleva
en su parte curva una válvula N denominada
de purga. De la tubuladura central J arranca
un tnbo P, que se eleva hasta el
borde superior de la caldera, y que
sirve para verter dentro la lechada
de hidrato calcico, que, escapando
por los agujeros practicados en la
parte ensanchada del mismo, se
mezcla con el guarapo.
La defecación en estas calderas
es sencilla, ó sea sin carbonatado;).
De todos modos, importa mucho
fijar, según los procedimientos empleados
: primero, la dosis de hidrato
calcico; segundo, la temperatura
del líquido en el momento de adicionar
en la paila esta substancia;
tercero, el tiempo que debe ejercer
su acción, y cuarto, los medios de
eliminarla cuando se usa en exceso.
Respecto al primer punto, interesantísimo
como todo cuanto se
relaciona con esta materia, la dosis
empleada para defecar los guarapos
es siempre muy pequeña, sobre
todo tratándose de la defecación sencilla, ó
sea sin eliminar la cal por ciertos agentes químicos,
caso el más común en los ingenios de
Cuba. Allí la cantidad de este hidrato limítase
alo estrictamente preciso para neutralizar los
ácidos, precipitar la albúmina, clorofila, materias
proteicas, grasas y demás cuerpos extraños,
sin que realmente llegue á formarse
el sacarato monocálcico. Pero aun así y todo,
es muy difícil, por no decir imposible, fijar
datos numéricos desde el momento en que
tienen que variar con la composición del guarapo,
tiempo que dura la zafra, edad de los
cañaverales, labores, abonos, etc. Por ejemplo,
la dosis de 37 centímetros cúbicos de
lechada espesa por hectolitro de guarapo, será
suficiente en muchos casos y excesiva en
otros.
Partiendo de que los zumos deben quedar
neutros en la defecadora, hay quien propone
el uso del papel tornasol; pero en honor de la
verdad este reactivo no ha dado resultados
prácticos por mil razones, y entre otras, porque
la experiencia demuestra que puede muy
bien acusarnos una reacción alcalina, un ex-