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de consumo de oxígeno durante el trabajo, y
es evidente que ese trabajo, multiplicado por
su equivalente mecánico, dará el número de
kilográmetros que correspondan.
Se ha determinado igualmente el valor total,
en unidades de trabajo ó kilográmetros,
que teóricamente deberá corresponder á la
producción de calor, y además se determina
el valor real efectuado. Se puede obtener además
la relación del trabajo efectivo con la
total fuerza disponible; relación que, según
Hirn, será igual en su máximum al 18 por
100, y según Helmhotz al 20 por 100. Así,
pues, dadas 100 calorías producidas por la
combustión en los órganos, solamente un 20
por 100, es decir, la quinta parte será transformable
en trabajo ó esfuerzo efectivo con
la máquina humana. El remanente sirve para
mantener el calor de nuestros órganos, y
explica el hecho singularísimo de que, cuantas
veces se produce esfuerzo, hay un aumento
de calor en el órgano que trabaja.
No debe pasar tampoco desapercibido que
un hombre, suponiendo que se alimente con
la ración media solamente, puede transformar
al día en trabajo real 540 calorías, cuyo equivalente
mecánico es de 229.500 kilográmetros,
adoptando la cantidad máxima. Un hombre,
en siete horas de trabajo, produce á lo
sumo 165.000 kilográmetros, en sentir de
Hirn. Un hombre bien nutrido que eleve agua
por medio de una bomba, podrá en siete horas
producir 190.000 kilográmetros de trabajo,
y cuando más, 200.000, y continuar durante
muchos días sin experimentar pérdidas
perceptibles de su peso.
AUMENTACIÓN DEL HOMBRE.—Como se desprende
de las indicaciones anteriores, para
que ésta sea normal, ha de haber cierta relación
entre el nitrógeno de las substancias
azoadas, ó sean la albúmina, fibrina, etc., y el
carbono, que entre el conjunto de alimentos
puede transformarse en ácido carbónico. También
es necesario que la materia seca alimenticia
vaya adicionada con una cantidad de agua
proporcionada. Por lo demás, una parte del
hidrógeno de los alimentos puede asociarse al
oxígeno inspirado, para originar agua y calor,
y además el almidón y el azúcar pueden suministrar
materias grasas á la economía, reemplazando
las que debieran existir en los alimentos.
La alimentación del hombre se obtiene
solamente con materias orgánicas susceptibles
de transformarse en productos más oxigenados
y de producir calor dentro del organismo,
es decir, que como anteriormente se ha
indicado, se determina el fenómeno inverso
del que realizan los vegetales almacenando
calor solar, cuando bajo la influencia de la
luz absorben carbono y exhalan oxígeno.
Las substancias azoadas que se utilizan para
la alimentación del hombre se pueden dividir
en tres clases, á saber: 1.", materias albuminosas
propiamente dichas; 2.", materias
colágenas, y 3. a , materias azoadas no proteicas.
Las primeras se caracterizan por ser
esencialmente proteicas, y por transformarse
rápidamente dentro del organismo en productos
solubles y asimilables, bajo la influencia
de los jugos gástrico y pancreático. Las principales
de esas substancias, según los estudios
últimamente hechos por M. Armand Gautier,
son las siguientes: 1. a Las albúminas de los
huevos de aves y pescados; las del plasma muscular;
la scrina del suero de la sangre; la vitelina
de la yema de los huevos de las aves;
la hemoglobina, globulina ó hematocristalina
de la sangre; substancias todas solubles en
el agua, y que se coagulan bajo la acción del
calor.—2. a La caseína de la leche; la legúmina,
y tal vez la amandina de gran número
de plantas, que precipita el ácido acético,
no se coagulan bajo la acción del calor y son
solubles en el agua.—3. a Las albúminas coaguladas;
la musculina ó sintonina cocida, substancias
insoluoles en el agua, aun estando
acidulada con el ácido clorhídrico. — 4." La
fibrina de la sangre; la myosina de los músculos
y la sintonina que se forma de ella por la
acción de los ácidos y de las bases, y, por último',
la fibrina del gluten, cuerpos todos insolubles
en el agua, pero solubles en agua
acidulada con una milésima parte de ácido
clorhídrico.— 5." La glutina extraída del gluten
y soluble en el alcohol.
Todas esas substancias contienen, por cada
100 partes, de 51,5 á 54 de carbono, de 7,1 á
7,5 de hidrógeno, de 14,6 á 16,8 de ázoe, de
0,4 á 1,8 de azufre y el complemento en oxígeno,
sin que pueda decirse que el origen
animal ó vegetal influya en la composición.
Son análogas, mas no idénticas, oscilando en
ellas las proporciones de carbono, de ázoe y
de azufre. Así en la vitelina es mayor la cantidad
de ázoe y menor la de carbono que en la
albúmina, es decir, lo contrario que en la
glutina. Algunos opinan que la legúmina y la
amandina debieran agruparse entre las substancias
colágenas. Respecto de la proporción
de azufre, se puede establecer el siguiente orden
decreciente: clara de huevo, serina de la
sangre, fibrina y globulina, vitelina, caseína,
albúmina vegetal coagulada y legúmina; para
el fósforo, legúmina, clara de huevo, fibrina y
albúmina de la sangre; no conteniendo cantidad
alguna de fósforo, á diferencia de las demás
substancias vegetales, la caseína de la leche,
la vitelina, la glutina de los cereales y
la globulina. En la hemoglobina existe el
hierro ante todo. La única diferencia que se
puede establecer entre las materias albuminoideas
de origen animal y las procedentes de
los vegetales es que las últimas se transforman
con mayor dificultad que las primeras
en líquidos asimilables por el organismo.
En la clase de materias proteicas colágenas
se comprenden las que, mediante la cocción
en agua, suministran gelatina ó un cuerpo
análogo, figurando entre ellas la oseína de
los huesos y de las esquenas de pescado, la
gelatina procedente de ellos, la substancia
que forma los epitelios, la cartilageina de los