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ño inmejorables para sacar gran partido de la
explotación, antes que cambien las corrientes
del mercado y haya necesidad de emprender
evoluciones de distinta índole, bajo la
presión de fortuitas, pero muy frecuentes
competencias. En el progresivo movimiento
que domina nuestra época, no hay que pedir
estabilidad en nada; se suceden rápidamente
las sorpresas, y lo que aparenta carácter de
perpetuidad, cede su puesto, cuando menos
se piensa, á la novedad, que proporciona mayores
utilidades al cultivador.
Figura 249.—Melocotonero en arbusto
Las formas enanas contribuyen á la precocidad
en la fructificación-y al mejoramiento
de las diferentes especies de frutas; inmensas
ventajas que aceleran el disfrute á que aspira
el arboricultor desde el momento que acomete
la plantación. Se acomodan mejor al cultivo
anticipado y retrasado, por las mayores facilidades
de preservar los árboles contra la acción
de intensos fríos y de sofocantes calores, siquiera
no sea condición indispensable la de
forzarlos. Por último, se prestan admirablemente
á la ornamentación, circunstancia que
se aprecia tanto en la horticultura moderna,
porque tiende á resolver el problema de producir
amenizando.
El cultivo de los árboles enanos, aunque
de reciente introducción en Europa, progresa
y se perfecciona en Inglaterra, Bélgica y
Francia desde que lo estableció el especialista
M. Th. Rivers, en Sawbridge, á quince
leguas de Londres; pero lo ejercieron los chinos
y japoneses desde la más remota antigüedad
, y fué objeto de satisfactorias tentativas
en Rusia y Alemania á fines del siglo XVIII.
También aseguran notables escritores extranjeros
que se practicaba el cultivo de árboles
enanos en España y Portugal mucho antes
que en los dos últimos países.
La condición capital del cultivo de los árboles
enanos consiste en impedir el desarrollo
de las raíces penetrantes, y favorecer, por
el contrario, el de las raíces fibrosas. Las
plantas se nutren, en efecto, por las extremidades
más tenues de sus raíces, que
se designan con el nombre de esp.ongiolas,
resultando que la energía y el vigor de la
vegetación es proporcional á la abundancia
de estas raíces fibrosas, ó sea á lo que
se denomina cabellera. La poda de las raíces
tiene una gran importancia para los
árboles enanos, por lo que es indispensable
recortar las raíces perpendiculares, y
aun suprimirlas muchas veces por completo
cuando se ha desarrollado una copiosa
cabellera, que se encuentra en condiciones
de ocurrir á una nutrición exuberante en
el espacio en que funcionan. La poda de las
raíces se dirige á abreviar la fructificación
de los arbolillos y aumentar su fertilidad,
así como el insistente despunte de las ramas
, á concentrar la acción de la savia ea
los puntos precisos, además de equilibrar
la fuerza de las plantas subterránea y exteriormente.
El espacio limitadísimo en
que absorben los jugos nutritivos las radículas
de los arbolillos enanos, hay que
suplirlo forzosamente con la adición continua
de abonos inmediatamente asimilables
y ricos.
Cultivándose los arbolillos enanos en
macetas, ó en los cuadros de los jardines
y huertas con porte algo mayor, nos ocuparemos
primero del cultivo en macetas y
cajas.
CULTIVO DE LOS ÁRBOLES ENANOS EN MA­
CETAS.—-ES la última expresión de los cultivos
útiles que pueden ser objeto serio de
parte del arboricultor. Bajo el punto de vista
científico, es de grande utilidad, supuesto que
permite aislar completamente los arbolillos
cuando están en flor, pudiéndose por este medio
experimentar toda clase de cruzamientos
artificiales entre dos variedades dadas de una
misma especie ó entre dos especies de un mismo
género.
También permite anticipar ó retardar á
voluntad la madurez de los frutos, toda vez 1
que basta colocar los arbolillos en un punto
de la huerta más ó menos favorecido por los
rayos solares, y en tierra más ó menos cálida.
Muchas son las especies de árboles frutales
y de adorno que son objeto del cultivo en
tiestos; pero en la imposibilidad de poder
ocuparnos de todas, procuraremos iniciar al