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cultivan. La agricultura en cambio no ha alcanzado
gran florecimiento en aquellas regiones
orientales; la tan celebrada de China desconoce
la importancia de la ganadería, y se
sirve de instrumentos groseros y primitivos,
aun cuando es muy honrada esa profesión
por los emperadores y se atribuya la invención
del arado á uno de ellos, así como á una
emperatriz el hilado de la seda. Lo templado
del clima, la regularidad de las estaciones, la
fecunda combinación de la acción solar y de
la humedad, favorecen el cultivo de toda clase
de plantas agrícolas en el celeste imperio, y
para que la agricultura alcanzase todo su desarrollo
sería necesario, á más del cuidado de
recoger cuantos desperdicios produce la fabricación
y el estiércol de las ciudades, que
se dedicasen los chinos á la ganadería.
Aún es mayor en la India que en China la
imperfección de los útiles de labranza; además
, allí no se conocen los abonos, ni se tiene
idea de la rotación de cosechas; el estiércol
es sagrado para los supersticiosos indios, ó se
emplea después de seco como combustible;
ejemplo que siguen los tártaros con las boñigas.
En la vega del Ganges las inundaciones
anuales del caudaloso río fertilizan el suelo;
en las provincias meridionales se desparraman
á veces cenizas en las tierras y vegetales desecados.
En cambio no se descuida el riego en
ninguna de las comarcas asiáticas; muchas
provincias chinas se hallan cubiertas de una
red de canales; en la India recomiendan su
construcción las prescripciones religiosas, y
en todas partes se pone especial cuidado en
sacar partido de un agente sin el cual se convierte
en árido el terreno de los países ardientes.
Desde el liquen, que aparece entre nieves
perpetuas, hasta los espléndidos productos de
una vegetación tropical, todas las plantas que
clasifica el naturalista hallan en Asia condiciones
apropiadas para desenvolverse. Entre
los cereales cultivados figura en primer término
el arroz, que constituye la base de la alimentación
para los habitantes de la India, de
la Indo-China y de la China, y cuya falta determina
desoladoras carestías y mortíferas epidemias.
El maíz sirve de alimento á las poblaciones
del Noroeste de la India, y aun el mijo
llamado dura también, y algunas legumbres
desconocidas en Europa. Persia es celebrada
por sus trigos, sus cebadas y su mijo; apenas
se conoce el maíz y la avena, y en pocos puntos
se cultiva el arroz. En gran parte de la Arabia,
en la Siria y en toda la Anatolia ó Asia
menor prosperan el trigo, el centeno, la cebada
y las habas, que también constituyen la
base del cultivo en los países situados al
Oriente del Caspio, ó sea en el Turquestáu.
Más allá del paralelo 55 sólo á fuerza de
esmero y cuidados se puede obtener algún
producto de esos cereales, si bien la avena y
la cebada se cosechan en algunas comarcas
situadas bajo 60° de latitud. Rebasado ese límite,
resisten los rigores invernales algunos
árboles resinosos, y la vegetación se empobrece
de tal manera que solamente se halla representada
más al Norte por arbustos casi
herbáceos, y praderas de liqúenes, semejantes
á blancos vellones, donde buscan su alimento
los renos ó rengíferos. La misma gradación
se advierte cuando se va ascendiendo por las
montañas del Asia central.
Entre las plantas de lujo, digámoslo así,
merecen especial mención el te, que en tan
considerables cantidades envía la China á Europa
por mar y por tierra, y que los ingleses
han comenzado á cultivar en la provincia india
de Assam, donde el árbol crece espontáneamente.
La caña de azúcar, originaria de la
India, transportada luego á la Arabia, más
tarde á Europa y África, y posteriormente á
América, se cultiva en el Indostán con más
comodidad que en las Indias occidentales, si
bien es un producto precario que unas veces
da excelentes cosechas y otras origina grandes
pérdidas á los cultivadores. La vid proporciona
excelentes rendimientos en las pedregosas
alturas de la Palestina y de la Siria, y sobre
todo en Armenia y Persia. El vino es
sustituido en muchas regiones de Asia con
diferentes bebidas fermentadas; en China y
el Japón, con el arroz cocido y fermentado; en
la India, con el zumo del datilero salvaje, la
corteza de la mimosa y otras hierbas; en
Tartaria, con leche fermentada de vacas ó de
yeguas.
Desde tiempo inmemorial se cultiva el algodón
en la India y crece espontáneamente
en la Arabia, en la Persia y en el Asia menor.
En la Armenia, en la Siria y en la Mesopotamia
se cultiva con éxito la morera para
los gusanos de seda; China produce una tercera
parte de toda la seda que se consume en
el mundo, y el resto de ese continente otra
tercera parte. El lino y el cáñamo abundan en
el Mediodía y en el Occidente, y prosperarían
en el Centro y en el Norte si se aplicaran
buenos procedimientos de cultivo. La nuez
moscada, el laurel, el alcanfor, el árbol de la
canela y otras plantas tropicales, con muchas
medicinales y olorosas, son exportadas en
grandes cantidades de Asia por el comercio
indígena, y sobre todo por el europeo. También
abundan las maderas preciosas y todo género
de especies arbóreas, pareciéndooos ocioso
enumerar todos los animales útiles que viven
en las varias regiones de ese inmenso
continente. Tampoco nos ocuparemos de la
variada organización de la propiedad territorial
y de la influencia beneficiosa que está llamada
á mostrar en Asia la dominación europea,
ya la ejerzan los tolerantes rusos, rivales
de los romanos por su instinto de colonización,
ya los ingleses, abandonando las viciosas
y violentas prácticas que la abolida Compañía
de las Indias orientales estableciera en
el Indostán, ya los franceses abriendo al comercio
y á la cultura la región meridional y
oriental de la Indo-China por el Canibocha,
el Anuam y el Tonkin, ya. en fin, todos los