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res y sale al exterior, mezclándose con el agua
en unión de las sales del zumo, al paso que
los cuerpos coloides quedan dentro de las células.
Ya digimos que este procedimiento es racional
y científico; que con él se logran mostos
más puros y un agotamiento perfecto de
las remolachas; razones por las que le van
prefiriendo cada día los industriales , aumentando
el número de fábricas.
Por otra parte, siguiendo los métodos de
maceracióu ó difusión, las fábricas de azúcar
pueden funcionar como destilerías, transformando
á poca costa en alambiques las defecadoras,
y sirviéndose de los maceradores para
fermentar los mostos; de suerte que el industrial
se encuentra en las circunstancias más
favorables para obtener azúcares ó alcoholes,
según las exigencias del mercado.
Contra estos métodos se objeta: primero,
que los mostos resultan muy diluidos, exi-
giendo mayor gasto de combustible para su
concentración; segundo, que las pulpas salen
muy acuosas, conteniendo hasta el 93 por 100
de agua y sólo 7 por 100 de materia seca, no
pudiendo utilizarse como alimento del ganado;
y tercero, que es necesario emplear buenos
maceradores y gran vigilancia para conseguir
una perfecta depuración, sin que sea fácil evitar
las alteraciones de los líquidos macerados.
Defecación del mosto.— Cuanto digimos al
tratar del azúcar de caña es aplicable á los
zumos de remolacha, sin otra diferencia que
exigir éstos una defecación más completa y
acabada. El método generalmente seguido
tiene por base el empleo de la cal con carbonatación
sencilla ó doble.
Según ya digimos, desde 1812 data la fecha
en que se propuso por vez primera el uso de
dicha materia defecante en dosis elevadas; sin
embargo, el conocimiento científico de este
importante asunto débese á los clásicos trabajos
de laboratorio de Pelouze, Peligot y
Kahíman, los cuales han servido de base á
tocios los progresos más tarde realizados.
Figura 325.—Aparata Kousseau para la defecación.
Partiendo de dichos trabajos, Rousseau, en
1848, asociado con el constructor de aparatos
Cail y el fabricante Lequime, generalizó el
método de carbonatación, dándole carácter
industrial.
He aquí la manera de operar: Extraído el
zumo por cualquiera de los métodos conocidos,
se le conduce á las defecadoras, donde se le
trata con 25 kilogramos de cal desleída en cinco
ó seis Teces de su pesó de agua caliente poicada
1.000 litros de zumo, calentado también
á 60°. Acto continuo elévase la temperatura
hasta 95°, sin que llegue á hervir. Entonces el
mosto se decanta y filtra á través de una tela
de muletón cubierta de 25 centímetros de negro
en grano, dispuesto todo en una caja P
(figura 325) con doble fondo agujereado. El
líquido resultante, de color amarillento, transparente
y alcalino, se recibe en la defecadora
G, la cual comunica con el aparato productor
de ácido carbónico. Este gas se forma
en el horno B de palastro, revestido interiormente
de. manipostería refractaria, cargado
de cok. La bomba impelente horizontal
A, movida por el vapor, inyecta una corriente
continua de aire, el cual, pasando por
el tubo encorvado a á a', penetra en el horno
un poco por encima de la rejilla, avivando la
combustión, En ésta se produce gas carbónico,
cargado del nitrógeno del aire y algo de oxígeno
no consumido, y todo ello pasa por el
tubo c sumergido en el refrigerante C, yendo
á parar á la caja lavadora D, por el tubo E, que
termina en forma de flor de regadera, despojándose
de las cenizas que haya podido arrastrar
mecánicamente. De aquí escapa por el tubo F,
cuya extremidad, que penetra hasta el fondo
de la defecadora, lleva unos golpes de sierra
en toda la parte encorvada, para el mejor esparcimiento
del gas, y que actúe de un modo
más completo sobre la cal y el sacarato calcico.
Como el mosto de la defecadora es viscoso,
se produce una abundante espuma en la superficie
del líquido; y á fin de evitar su. desbordamiento
, se le adiciona un poco de man-