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AEB — 474 — AEB<br />

bura como la madera perfecta se hallan formadas<br />

por una serie de capas concéntricas,<br />

que aparecen como otros tantos estuches ó<br />

conos prolongados, encajados unos en otros.<br />

La manera que tienen de crecer los árboles<br />

dicotiledones, permite que el observador se<br />

dé cuenta fácilmente de la disposición de las<br />

principales partes que constituyen el tallo ó<br />

tronco de esas plantas. La savia elaborada va<br />

formando de año en año entre el líber y la albura<br />

una especie de capa líquida, á la cual se<br />

ha dado el nombre de cambium, y que se puede<br />

considerar como materia leñosa en vías de<br />

formación. Ese cambium, se descompone todos<br />

los años, por una parte en líber y por otra en<br />

albura, al mismo tiempo que el líber del año<br />

precedente se cambia en materia cortical,<br />

mientras que la capa de albura más antigua,<br />

pasa al estado de madera perfecta, al menos<br />

en la mayoría de los casos. Así se ve que todos<br />

los años se desdobla la capa de cambium<br />

y forma dos conos concéntricos, uno de líber<br />

y otro de albura.<br />

Sabido es que la extremidad inferior del<br />

tallo se ramifica en raíces que se hallan provistas<br />

de una multitud de filamentos, á los<br />

cuales se ha dado el nombre de fibrillas; pues<br />

bien, esos filamentos, introduciéndose entre<br />

las moléculas de la tierra, hacen la succión<br />

de los jugos necesarios para la nutrición de<br />

los vegetales. Aspirados por las hojas, éstas<br />

los transforman, los saturan del carbono que<br />

ellas descomponen bajo la influencia de los rayos<br />

solares y del calor, y después de experimentar<br />

esa transformación química los jugos,<br />

descienden y envuelven el cuerpo leñoso con<br />

una capa destinada á conservar su vitalidad<br />

y á acrecentar las dimensiones, apareciendo<br />

primero bajo la forma de cambium la materia<br />

elaborada de esa suerte. Las capas concéntricas<br />

del leñoso pueden servir para determinar<br />

la edad del vegetal (véase Edad). La longevidad<br />

de los arboles varía según las especies<br />

y las condiciones en que viven. Así, mientras<br />

que el abedul y los sauces no viven más de<br />

sesenta ó setenta años, las encinas pueden llegar<br />

á cuatrocientos y quinientos, y el baobad,<br />

según los cálculos de Adanson respecto de<br />

uno monstruoso descubierto en África, alcanza<br />

á veces una edad de cinco á seis mil años.<br />

A medida que los árboles dicotiledones van<br />

adelantando en edad, va aumentando su altura;<br />

las ramas inferiores van recibiendo menor<br />

cantidad de elementos nutritivos, y acaban<br />

por perecer, resultando que la porción inferior<br />

del tronco se desnuda paulatinamente y<br />

llega á formar una columna sencilla de variable<br />

altura, según la talla de las especies, es<br />

decir, un tronco terminado por la masa de ramas<br />

que conservan vigorosa y lozana vegetación,<br />

y que forman la cabeza del árbol, ó sea<br />

la cima ó copa. Cuando se hallan sometidos los<br />

árboles á cultivo, el hombre dirige la formación<br />

del tronco y de la copa en la mayoría de<br />

los casos, obteniendo, según su voluntad, árboles<br />

de tronco bajo, mediano ó alto. Cuan­<br />

do los árboles se hallan agrupados, como es<br />

frecuente en los bosques, los troncos adquieren<br />

elevación muy superior á la que habrían<br />

adquirido viviendo aislados, y es que entonces<br />

las ramas inferiores, faltas de luz y de calor,<br />

gracias á la interposición de un techo de<br />

verdura entre ellas y el astro solar, languidecen<br />

y mueren, descargando de su peso, digámoslo<br />

así, al tronco, que se eleva con mayor<br />

facilidad á las regiones superiores.<br />

Gracias á sus dimensiones, los árboles desempeñan<br />

el papel más importante entre los<br />

vegetales para formar el tapiz vegetal, y contribuyen<br />

á dar una fisonomía especial á las<br />

comarcas. Según que abunden ó escaseen, animan<br />

los paisajes, llegando á formar selvas y<br />

bosques, ó aparecen las perspectivas desnudas<br />

y uniformes. De ahí la conveniencia de que<br />

el número de árboles guarde proporción con<br />

la naturaleza del suelo y las exigencias del<br />

cultivo, y de ahí la importancia de la geografía<br />

botánica, que no nos toca exponer aquí.<br />

Solamente haremos notar de pasada que esa<br />

proporción entre los árboles y la vegetación<br />

de cada país se puede establecer de dos maneras<br />

diferentes: multiplicando las especies, ó<br />

multiplicando los individuos. Una comarca<br />

entera puede hallarse cubierta por un pequeño<br />

número de especies forestales, cual se observa<br />

en las regiones templadas de nuestro<br />

hemisferio, ó en una superficie limitada puede<br />

reunir un considerable número de árboles de<br />

diferente especie, de tal manera que la vegetación<br />

arborescente presente gran diversidad<br />

de formas, cual acontece en las regiones cálidas.<br />

El efecto general de paisaje es casi el mismo<br />

, aun cuando sea producido por elementos<br />

diferentes. Pero baste lo dicho; en otros artículos<br />

se ampliarán las consideraciones que<br />

apuntamos.<br />

ÁRBOL DEL CIELO.—Uno de los nombres<br />

vulgares con que se designa el Ailanthus<br />

glandulosa, Desf., de la familia Terebintáceas.<br />

(Véase Ailanto.)<br />

ÁRBOL DEL PAN.—Se da este nombre<br />

al árbol Artocarpus incisa domestica, de la<br />

familia de las Artocárpeas. (V. Artocarpus.)<br />

ÁRBOL DEL PARAÍSO—Así se llama<br />

en Castilla el Elatagnus angusiifolia, L., familia<br />

Eleágneas, que también recibe el nombre<br />

de panjí, y con notoria impropiedad en<br />

Andalucía el de cinamomo, que corresponde<br />

á otro árbol distinto, el Melia azederach, L.,<br />

bastante generalizado en los paseos. El árbol<br />

del Paraíso es originario de Siria y Capadocia,<br />

donde abunda mucho. En las Islas Filipinas<br />

lo llaman Alingaró.<br />

DESCRIPCIÓN.—Árbol de tercera magnitud,<br />

de hojas lanceoladas, escamoso plateadas, alternas<br />

y enterísimas. Flores con perigonio.<br />

tubuloso en la base y limbo acampanado, numerosas,<br />

pequeñas, amarillas y axilares, que<br />

despiden un olor agradable y penetrante. Fruto<br />

aquenio, de forma de aceituna. Florece en<br />

Junio.<br />

Crece bastante bajo la influencia de un buen

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