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lo menos 16 metros de longitud interiormente
para que el patio tenga la amplitud necesaria
para que los carros y aperos de labranza puedan
revolverse libremente.
Por último, el cuarto grupo, cuando la
importancia de la explotación 3' el desarrollo
del edificio permiten
adoptar la forma cuadrada
ó rectangular
(figura 266), es el
que debe preferirse,
25.o
porque reúne todas
las condiciones que el
más exigente pueda
desear, seguridad
completa, vigilancia
Figura 261
fácil, servicio dentro
de la finca, sin tener
que salir del edificio,
y facilidad suma para
aislar los incendios en
cualquier parte de la
construcción que se presenten.
El decorado de los edificios rurales puede
ser variadísimo, y su estudio sale por completo
de los límites
de este
Dice ION ARIO ;
pero en términos
generales
podemos consignar
que la
sencillez, la simetría
y la regularidad
son
en las obras
del campo las
que más contribu37 Figura 265
en á su buen aspecto.
Así debe procurarse en todo lo posible que
los edificios tengan proporcionadas sus dimensiones;
que esténperfectamenteaplomados
y establecidos
al
mismo nivel;
que los frisos
y cornisas formen
grandes
Figura 266
líneas, sin muchas
rasantes,
etcétera, etc.
Por lo demás,
el aspecto
de un edificio
no resulta solamente de su forma, depende
también de los materiales empleados en su
construcción, en la manera de ejecutarla y en
el orden que presida la distribución de apoyos,
puertas y ventanas, que deben ser en todo
caso simétricas.
Sirvan estas ideas, que someramente apuntamos,
á fijar la atención de los propietarios
sobre los extremos más importantes que en la
construcción rural deben tenerse en cuenta, y
no pierdan de vista que el detenimiento en el
estudio de dichas obras es la base principal
de la buena marcha de las explotaciones y el
medio más seguro de fomentar la población
rural, cuj'a importancia nadie desconoce.
C. Rodrigáñcz.
ARQUITECTURA RURAL.—Su INFLUJO
EN EL PROGRESO AGRÍCOLA.—La arquitectura
rural puede ser considerada, á nuestro modo
de ver, de dos maneras distintas: en su parte
facultativa, es decir, en todo aquello que se
refiere á la solidez y buena distribución del
edificio, y en su parte social, esto es, en el
influjo que puede tener para aumentar la producción
y los medios de bienestar de la clase
labradora. En el artículo anterior se ha estudiado
bajo el primer punto de vista. Haremos
en éste algunas reflexiones estudiándola bajo
el segundo.
Pocas cosas hay que den idea tan exacta del
estado agrícola de un país como los edificios
rurales. Su belleza arquitectónica, la propiedad
de sus diferentes dependencias para el uso
á que están destinadas, son á la vez efecto y
causa del desarrollo de los intereses agrarios;
pues si por una parte tales circunstancias son
indicio claro del desahogo de los cultivadores,
por otra, en razón á la comodidad que proporcionan
, los convidan á pasar la vida retirados
del vano ruido de los cuidados, y reteniéndolos
en medio de sus posesiones, los
aficionan á introducir en ellas las mejoras de
que son susceptibles. Sabido es lo mucho que
la costumbre modifica los gustos, y cuánto influye
el gusto para estudiar con detenimiento
y plantear con firmeza las reformas agrícolas;
habitúese el propietario á contemplar desde
el dintel de su casa las escenas de la naturaleza
, y de seguro acabará por no hallar espectáculo
más agradable y animado que el de la
salida del sol, ni fenómenos más admirables
que los de la vida de las plantas, ni ocupación
más notable que la del cultivo, ni satisfacción
tan íntima y pura como la de juzgarse en cierto
modo creador del árbol que le da sombra,
de la espiga que alimenta á sus hijos, de las
flores que embalsaman el aire que respira.
Las naciones más adelantadas en agricultura
son cabalmente las que poseen mejores edificios
rurales, y las comarcas en que éstos son
más numerosos, asimismo las cultivadas con
más esmero. Por eso en Francia, y en Bélgica
más que en Francia, y en Suiza más que en
Bélgica, y en Inglaterra más que en ningún
país del mundo, la arquitectura rural es objeto
de un estudio profundo y detenido. ÜSTo satisface
ya al propietario de aquellas naciones
la comodidad de la morada; busca además en
la construcción la belleza, y cada edificio es
un acabado modelo de arte. Sólo habiendo
viajado por las comarcas rurales de los países
nombrados se puede tener una idea de los
magníficos palacios para los grandes señores,
de las hermosas granjas para los arrendatarios
y labradores, de las graciosas al par que sencillas
viviendas para la clase proletaria, que
coronan los cerros, llenan de atractivo las