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estudio etnobotánico y agroecológico de la sierra norte de madrid

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3. Catálogo <strong>etnobotánico</strong><br />

silvestres cuando no existía tanta necesidad, y aún hoy, inmersos en un periodo en el<br />

que algunos problemas <strong>de</strong> salud se asocian a <strong>la</strong> sobrealimentación, su uso sigue bastante<br />

vigente (ver Figura 3-38).<br />

Los informantes entrevistados (con eda<strong>de</strong>s comprendidas entre 32 y 97 años)<br />

seguían consumiendo muchas <strong>de</strong> <strong>la</strong>s verduras silvestres. Alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> <strong>la</strong> mitad <strong>de</strong> los<br />

registros <strong>de</strong> uso sigue vigente. En <strong>la</strong> actualidad, <strong>la</strong>s verduras y p<strong>la</strong>ntas aromáticas<br />

utilizadas en infusiones y como condimentos ya no se recolectan por necesidad, sino por<br />

su sabor único y porque su recolección constituye una actividad social. En <strong>la</strong> Sierra<br />

Norte <strong>la</strong> recolección se realiza en muchos casos en los paseos familiares o entre vecinas,<br />

y <strong>la</strong>s tareas <strong>de</strong> procesado también son un momento <strong>de</strong> reunión entre mujeres (vecinas o<br />

familiares).<br />

La recolección <strong>de</strong> p<strong>la</strong>ntas silvestres comestibles representa también una<br />

estrategia cultural para el control <strong>de</strong>l riesgo <strong>de</strong> hambrunas potenciales (Turner & Davis<br />

1993; Ertug 1998). El hecho <strong>de</strong> que esta práctica siga vigente en periodos en los hay<br />

abundancia <strong>de</strong> alimentos es quizás también una estrategia cultural para <strong>la</strong> conservación<br />

<strong>de</strong> este conocimiento. Si se siguen usando, se sigue transmitiendo el conocimiento sobre<br />

<strong>la</strong> recolección y el procesado <strong>de</strong> estas especies, y también los sabores <strong>de</strong> estas verduras<br />

siguen estando <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> <strong>la</strong> memoria gustativa <strong>de</strong> esa cultura.<br />

La influencia <strong>de</strong> <strong>la</strong> cultura en <strong>la</strong> aceptación <strong>de</strong> ciertos sabores es crucial. El sabor<br />

amargo, presente en muchas verduras silvestres, es <strong>la</strong> respuesta gustativa que primero se<br />

rechaza (Harborne 1993), ya que este sabor está asociado a <strong>la</strong> presencia <strong>de</strong> compuestos<br />

tóxicos. Sin embargo, el gusto por lo amargo se pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>sarrol<strong>la</strong>r habituándose a él,<br />

especialmente en <strong>la</strong> infancia temprana. Según Johns (1996), antes y durante el periodo<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>stete, el ser humano carece <strong>de</strong> <strong>la</strong> neofobia que caracteriza sus hábitos alimenticios<br />

y está abierto a todos los nuevos sabores que se le ofrezcan. Por tanto, si en este período<br />

temprano se acostumbra a los niños y niñas a apreciar el sabor amargo <strong>de</strong> <strong>la</strong>s verduras<br />

silvestres, esta experiencia gustativa queda fijada para toda <strong>la</strong> vida <strong>de</strong> <strong>la</strong> persona. Esta<br />

memoria gustativa lleva a <strong>la</strong>s personas que comieron verduras silvestres en su infancia a<br />

añorar esos sabores y querer seguir manteniéndolos en su dieta. En <strong>la</strong>s entrevistas que<br />

realizamos varios informantes recordaban con añoranza estos sabores <strong>de</strong> su infancia, un<br />

pastor nos <strong>de</strong>cía "Al pa<strong>la</strong>dar saca un sabor... ciertos hierbajos... que no sabes por qué,<br />

pero te gusta" (Antonio “el Torero”, Bustarviejo). Sin embargo, algunos informantes se<br />

quejaban <strong>de</strong> que sus nietos rechazaban estos sabores porque los habían “malcriado”,<br />

dándoles <strong>de</strong> comer sólo pasta y dulces. Si los niños y niñas <strong>de</strong>jan <strong>de</strong> comer p<strong>la</strong>ntas<br />

silvestres comestibles, no sólo se pier<strong>de</strong> el conocimiento tradicional, sino también se<br />

empobrece <strong>la</strong> memoria gustativa que ha mantenido esta cultura durante generaciones.<br />

La forma <strong>de</strong> procesado <strong>de</strong> <strong>la</strong>s verduras también tiene implicaciones culturales,<br />

ya que po<strong>de</strong>mos encontrarnos distintos niveles <strong>de</strong> e<strong>la</strong>boración <strong>de</strong> los alimentos y<br />

diferentes ámbitos <strong>de</strong> consumo. Se han consi<strong>de</strong>rado tres grupos: <strong>la</strong>s verduras<br />

consumidas crudas en el campo, sin ninguna preparación; <strong>la</strong>s que se han consumido<br />

crudas en ensa<strong>la</strong>da, lo que supone que se recolectaban para llevar<strong>la</strong>s a casa y se<br />

aliñaban; y <strong>la</strong>s verduras que se consumen cocinadas, bien cocidas y rehogadas, en<br />

tortil<strong>la</strong> o en guisos. Siguiendo a Tardío (2010), se ha realizado un análisis <strong>de</strong>l número <strong>de</strong><br />

especies que se incluyen en cada categoría, así como <strong>la</strong>s especies que se consumen <strong>de</strong><br />

varios modos (ver Figura 3-39).<br />

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