09.05.2013 Views

estudio etnobotánico y agroecológico de la sierra norte de madrid

estudio etnobotánico y agroecológico de la sierra norte de madrid

estudio etnobotánico y agroecológico de la sierra norte de madrid

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

cubriéndolo con tierra. La faja evitaba que los troncos <strong>de</strong>l tramo más bajo tocaran <strong>la</strong><br />

tierra y quedaran sin carbonizar. Sobre <strong>la</strong> tierra se ponía una escalera para subir a lo alto<br />

<strong>de</strong>l horno, y evitar que se hundieran los pies. Para dar lumbre al horno se quitaba <strong>la</strong> vara<br />

central y se metía yesca encendida o ascuas por <strong>la</strong> embocadura. También se añadía leña<br />

fina para alimentar el fuego al principio, utilizando una vara <strong>la</strong>rga l<strong>la</strong>mada horgunero.<br />

Cuando <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>mas asomaban por <strong>la</strong> boca <strong>de</strong>l horno, se abrían en <strong>la</strong> superficie <strong>de</strong>l horno<br />

<strong>la</strong>s bufardas o botones, agujeros para que resol<strong>la</strong>ra o fumara el horno (ver Figura 4-2b).<br />

Según nos contó Anastasio Martín, <strong>de</strong> Pueb<strong>la</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> Sierra “si no quería fumar bien,<br />

tenían una aguja, que era un palo <strong>de</strong>recho, muy <strong>de</strong>recho, así <strong>de</strong> alto [aprox. 2 m], le<br />

hacían un bujero, pa que fumara hacia el otro <strong>la</strong>o, pa que tirara más". Finalmente se<br />

tapaba <strong>la</strong> boca con una lánchera (<strong>la</strong>ja gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> pizarra o esquisto) o con una p<strong>la</strong>ncha <strong>de</strong><br />

tierra con hierba. La entrada <strong>de</strong> aire por <strong>la</strong>s bufardas se regu<strong>la</strong>ba tapándo<strong>la</strong>s con piedras<br />

o abriéndo<strong>la</strong>s, con cuidado <strong>de</strong> no ahogar <strong>la</strong> lumbre, pero manteniendo <strong>la</strong> combustión<br />

con poco aire para que no se consumiera <strong>la</strong> leña. Si el horno era pequeño, <strong>la</strong>s bufardas<br />

se hacían en <strong>la</strong> base. Si era gran<strong>de</strong>, se hacían en <strong>la</strong> parte superior, <strong>de</strong> forma que al<br />

avanzar <strong>la</strong> combustión se tapaban <strong>la</strong>s bufardas <strong>de</strong> arriba y se iban abriendo otras más<br />

abajo.<br />

La carbonización duraba en torno a diez días, durante los cuales era necesario<br />

vigi<strong>la</strong>r el horno noche y día. Los primeros ocho días había que atacar el horno,<br />

alimentándolo con leña, primero con ramas finas <strong>de</strong> una cuarta (un palmo) y luego con<br />

támbaras más gruesas. Esta tarea era arriesgada, según nos contaba Eufemia Bernal,<br />

hija <strong>de</strong> un carbonero <strong>de</strong> Pueb<strong>la</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> Sierra: “A mi padre una vez, que fue a atacarle, y<br />

según lo estaba atacando se le metió un pie. Pero en Montejo había un hombre que se<br />

lo tragó todo, todo, entero, y así se fue”.<br />

Durante <strong>la</strong> combustión el horno iba reduciendo su tamaño. Si se hundía alguna<br />

parte, se pisaba y se echaba tierra para que quedara muerta esa parte <strong>de</strong>l horno, <strong>de</strong><br />

forma que <strong>la</strong> lumbre se iba a otro <strong>la</strong>do. El proceso había terminado cuando se juntaban<br />

<strong>la</strong>s bufardas. El color <strong>de</strong>l humo que salía por <strong>la</strong>s bufardas era otra forma <strong>de</strong> conocer el<br />

grado <strong>de</strong> combustión, ya que según se carbonizaba <strong>la</strong> leña pasaba <strong>de</strong> ser negro a ser<br />

transparente.<br />

Cuando el fabriquero <strong>de</strong>terminaba que había acabado <strong>de</strong> quemarse el horno, se<br />

tapaban todas <strong>la</strong>s bufardas para matar <strong>la</strong> lumbre. Era necesario <strong>de</strong>jar el horno cerrado<br />

tres días para matarlo. Luego se sacaba el horno, quitando los restos <strong>de</strong> <strong>la</strong> combustión y<br />

<strong>la</strong> tierra quemada para po<strong>de</strong>r esparcir el carbón. Era necesario ciscar o limpiar el carbón<br />

<strong>de</strong> tierra quemada varias veces para que quedara bien limpio. El cisco (carbón menudo)<br />

se guardaba en sacos para llevarlo a ven<strong>de</strong>r a Torre<strong>la</strong>guna, Ta<strong>la</strong>manca, Val<strong>de</strong>torres o<br />

Patones. El carbón aún en ascuas se extendía en pequeños montones o roscas, dándole<br />

vueltas para que se apagara. Este momento era muy <strong>de</strong>licado, ya que si una racha <strong>de</strong><br />

viento avivaba <strong>la</strong>s ascuas, el carbón que tantas jornadas <strong>de</strong> trabajo había costado podía<br />

convertirse en cenizas. Al separarlo en roscas se evitaba que una <strong>de</strong> estas combustiones<br />

fortuitas acabara con toda <strong>la</strong> producción <strong>de</strong> carbón a <strong>la</strong> vez. Una vez frío, el carbón se<br />

metía en seras para transportarlo.<br />

Los carboneros obtenían <strong>la</strong> leña tanto <strong>de</strong> fincas particu<strong>la</strong>res como <strong>de</strong> los montes<br />

públicos, asignados por suertes o por subasta. En La Hirue<strong>la</strong> nos contaron que a veces<br />

se compraba un árbol al propietario <strong>de</strong> <strong>la</strong> finca y se hacía un horno pequeño en el mismo<br />

lugar para convertirlo en carbón.<br />

306

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!