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Clarín no presentó inicialmente ningún plan de “adecuación” ya que sostenía que el plazo final de un año<br />

para desprenderse de los medios “excedidos” comenzaba a regir desde que concluyera la medida cautelar;<br />

en cambio, el gobierno consideraba que ese lapso ya había transcurrido.<br />

De cualquier manera, coincidentemente con el 7D, la justicia dispuso prorrogar la medida cautelar hasta<br />

tanto se decidiera sobre el “asunto de fondo”: la constitucionalidad de la cláusula de desinversión (y<br />

disposiciones conexas). Cuando a fines de 2013, la Corte declaró constitucional la ley, Clarín debió iniciar su<br />

proceso de “adecuación” y dividirse en distintas subunidades, lo que no alteró sustancialmente su estructura<br />

y características. Pero a último momento y en forma sorpresiva, en 10.2014 se anunció que se aplicaría la<br />

“adecuación de oficio”, es decir, el desmantelamiento forzoso a cargo del Estado. Más allá de las medidas<br />

de judicialización interpuestas, nadie sabe aún cómo culminará este proceso.<br />

Acerca del presunto carácter monopólico del Grupo Clarín, debe precisarse que el mismo alcanzó sus<br />

dimensiones actuales a partir de autorizaciones legales de expansión concedidas por el propio gobierno<br />

kirchnerista en sus primeros años. Pero Clarín no es un monopolio: cada uno de sus medios, en los diferentes<br />

segmentos, está sujeto a mayor o menor competencia en casi todos los puntos geográficos del país.<br />

Si bien es cierto que el agregado “sinérgico” de sus componentes lo dota de un fuerte poder, el Grupo<br />

Clarín —comparado con otras situaciones de concentración o monopolios en otras latitudes— nunca operó 4<br />

de 7 canales de TV abierta VHF en la capital del país (como la mexicana Televisa), ni el 12% del total de<br />

emisoras comerciales (Clear Channel Communications, en Estados Unidos), ni 11 cadenas de radio en una<br />

misma nación (como PRISA en Chile).<br />

Clarín no acaparó jamás un mínimo constante del 60 o 70% de la audiencia televisiva (share que alguna<br />

vez llegó a tener TV Globo en Brasil), ni fue propietario de tres de las cuatro cadenas privadas nacionales de<br />

TV (como las redes de Silvio Berlusconi en Italia). Tampoco tuvo décadas de monopolio de cable en ninguna<br />

ciudad importante (como District Cablevision, luego Comcast, en Washington DC) ni tiene una participación<br />

de mercado en el cable tan alta que llegue al 64% de los abonados del país combinado con el cuasimonopolio<br />

de la telefonía fija (como Telefónica del Perú) 11 .<br />

Para no profundizar la “concentración” en el mercado argentino se podrían haber impuesto algunas<br />

limitaciones razonables hacia el futuro y en forma ecuánime para todos los participantes en el mercado de la<br />

comunicación. Simultáneamente, una apertura total de la competencia en todos los niveles podría haber<br />

sido una manera de moderar el poder de Clarín. Estas medidas son muy diferentes a un desmantelamiento<br />

hostil ejecutado desde el gobierno, en medio de ataques constantes a Clarín por lo que informa u opina.<br />

Muy pocos se opondrían a una política reguladora que limite la concentración de medios en pocas manos:<br />

es claro que una situación de este tipo puede afectar la libertad de expresión. El problema es definir qué es<br />

exactamente concentración y que son exactamente “pocas manos” y cómo distinguir tales casos de<br />

economías de escala, de competitividad y de multiplicidad de opciones que brinde una misma entidad<br />

editora o productora.<br />

Una atomización extrema del sistema de medios promovida activamente desde el gobierno, así como un<br />

posible desguace, desaparición o conversión al oficialismo de uno de los canales abiertos más importantes<br />

y/o de una de las pocas señales de noticias no oficialista y/o del principal sistema de cable del país, hubiera<br />

reducido las citadas economías de escala o el periodismo audiovisual independiente del gobierno. Más aún si<br />

esto se producía en un contexto donde existe una importante estructura de propaganda progubernamental,<br />

un organismo regulador “activista” y no neutral y un uso discrecional de la publicidad oficial. Así, la libertad<br />

de expresión correría peligro desde otro flanco. No importa si Clarín era el afectado o cualquier otro medio<br />

o persona que se exprese en el espacio audiovisual.<br />

Y es que, en realidad, no es correcto analizar la cuestión sólo como una “guerra” (o “divorcio”, en<br />

palabras del periodista Martín Sivak) entre Clarín y el gobierno, que representaría una puja de poder e<br />

intereses cual versión comunicacional de la “teoría de los dos demonios”.<br />

Primero, porque los ataques del gobierno se han dirigido hacia el periodismo en general y, además,<br />

contra periodistas independientes o de visiones diferentes de las oficiales. Aunque a veces se diga que el<br />

problema es con sus “jefes” o con los intereses “corporativos”, al kirchnerismo le resulta imposible disimular<br />

su animosidad contra todo periodista o comunicador que cumpla con su trabajo y examine con actitud crítica<br />

las posiciones oficiales.<br />

Segundo, porque Clarín no fue el único objeto de los ataques oficiales, que apuntan también hacia Perfil,<br />

La Nación y en algún momento llegaron a Radio Continental. Es decir, los medios que ejercen un periodismo<br />

crítico y no alineado con el gobierno. Desde un punto de vista estrictamente económico, a diferencia de<br />

Clarín, ninguno de ellos puede ser acusado de ser “monopolios” o grupos concentrados.<br />

Sin embargo, en ciertas provincias y ciudades del interior, la acción conjunta del gobierno nacional y de<br />

gobiernos locales ha hecho mucho para crear o afianzar importantes oligopolios y cuasi monopolios<br />

territoriales de medios oficialistas, casi desconocidos por la opinión pública general y que no están limitados<br />

por la Ley de Medios, que establece restricciones que tienen efecto real en un nivel mayormente nacional.<br />

Por último, guste o no, Clarín es uno de los actores principales del periodismo en la Argentina. Aun<br />

viéndolo con ojos críticos no puede considerarse que sea o haya sido el principal problema del país, ni<br />

11 Sobre el tema de concentración de medios ver, en la presente Introducción, el apartado “La cuestión de la concentración”.<br />

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