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Los fines propagandísticos de estos medios no están en contradicción con hacer buenos negocios. Los<br />

“empresarios oficialistas” cosechan ganancias no tanto por construir audiencia y obtener anunciantes, sino<br />

ofreciendo sus servicios al poder, recibiendo instrucciones o siguiendo la línea oficial, lo que supone una<br />

verdadera desvirtuación del periodismo y la comunicación. Los más conspicuos exponentes de medios<br />

privados paragubernamentales son Sergio Szpolski (diarios El Argentino, Tiempo Argentino, Radio América,<br />

Radio Splendid, Rock & Pop, Blue y señal CN23), Cristóbal López (Radio 10, C5N, emisoras de FM),<br />

Página/12, Remigio Ángel González (Canal 9, Aspen FM), Electroingeniería (Radio del Plata, 360TV) y Raúl<br />

Moneta (La 950, La Metro).<br />

Prácticamente todos los medios del Estado son parte del “aparato” de propaganda kirchnerista. Han sido<br />

pomposa y erróneamente definidos como “medios públicos”, cuando eso expresa precisamente lo que no<br />

son. En lugar de estar al servicio de toda la población se encuentran controlados férreamente por el<br />

gobierno con fines partidarios/sectoriales.<br />

Casi no cubren ni informan sobre las actividades de la oposición, o de quienes no adhieran al gobierno,<br />

salvo para atacarlos, criticarlos, ridiculizarlos o dividirlos. A la vez, comunican en forma detallada, positiva<br />

y triunfalista las posturas y acciones del gobierno.<br />

En este contexto, los medios estatales generan normalmente cuantiosos déficits. Pero no por perseguir<br />

fines culturales, artísticos o educativos, sino por estar manejados con criterios políticos sectarios, tanto en<br />

términos de contenidos como de gestión. Suelen tomarse como “botines” políticos para contratar —<br />

independientemente de sus merecimientos— a figuras o periodistas afines al gobierno, con honorarios<br />

muchas veces superiores a la media. Y como si esto fuera poco, es común que faciliten negocios privados a<br />

amigos del poder utilizando la infraestructura estatal.<br />

Los medios privados “paragubernamentales” y los medios del Estado que conforman el aparato oficialista<br />

actúan como órganos de propaganda en la mayor parte o en la totalidad del tiempo y su pluralismo interno<br />

es limitado o inexistente (sus eventuales disputas internas, en todo caso, reflejan “internas” del grupo<br />

gobernante).<br />

Hay otra categoría de medios que podría llamarse medios “colaboradores”. Son aquellos que no están<br />

operados directamente por el kirchnerismo o sus agentes directos y que pueden mantener una línea editorial<br />

propia (incluso no afín al gobierno) pero a los cuales el gobierno tiene un acceso preferencial para exponer<br />

sus figuras o mensajes en forma inalterada o complaciente, o bien a los que les puede exigir una<br />

“neutralidad” o equidistancia benévola.<br />

Todo esto a cambio de negociaciones con sus titulares, comunicadores y periodistas que resultan en la<br />

cooptación a partir de ventajas económicas, políticas o regulatorias (desde publicidad oficial hasta<br />

concesión de permisos/licencias) o a veces bajo simples amenazas de aplicarles alguna norma o disposición<br />

que los perjudique. Es por eso que las manifestaciones no kirchneristas en estos medios están sujetas a<br />

cambios o interrupciones abruptas e inesperadas.<br />

Los medios “colaboradores” pueden mantener su propia línea editorial e incluso exhibir espacios donde<br />

se expongan mensajes críticos u opositores. No obstante, están sujetos a la censura, supervisión informal del<br />

gobierno o a cambios abruptos de mensaje o de personal por efectos de la presión oficial; así, pueden<br />

“acoplarse” en forma limitada o temporaria a dicho “aparato” para difundir contenidos o campañas<br />

oficialistas.<br />

Muy representativos de esta categoría han sido los medios del grupo Vila-Manzano (América TV, Radio La<br />

Red, La Capital de Rosario) en distintas etapas del kirchnerismo, en especial desde fines de 2010 y muy<br />

particularmente su accionar frente a las denuncias de Jorge Lanata sobre “La ruta del dinero K” en 2013. Sin<br />

embargo, una vez que dicho grupo consiguió la aprobación de su “adecuación” a principios de 2014 retornó a<br />

una postura crítica hacia el gobierno nacional. Al mismo tiempo, ensayaba un acercamiento al<br />

presidenciable Sergio Massa que no le impedía tener líneas abiertas con sectores K, si bien sus medios habían<br />

dejado de ser “colaboradores”. En sus programas de discusión, como Intratables (América), debaten ahora<br />

figuras K y no K.<br />

En cambio, medios como Telefé o Ámbito Financiero revisten el carácter de “colaboradores” desde hace<br />

varios años.<br />

En los medios “colaboradores”, asimismo, los mensajes o figuras oficiales pueden tener acceso al medio<br />

en cuestión en todo momento que el gobierno desee y sin limitaciones sustanciales, como fue en particular<br />

estaría reforzando la posición ya predominante de los medios establecidos y se desalentaría la producción de contenidos<br />

“alternativos”. Esta visión conceptúa, por consiguiente, a la publicidad oficial como una forma de subvención a medios y<br />

contenidos comunicacionales.<br />

Sin embargo, a nuestro juicio, la publicidad oficial debe ser predominantemente una herramienta de comunicación entre el<br />

Estado y los ciudadanos para facilitarles información relacionada con sus derechos y obligaciones y objetivos afines. Por lo tanto,<br />

debe llegar al target apropiado en cada caso. No es un método de subvencionar medios o generar contenidos “alternativos”<br />

(dado que abre la puerta a una discrecionalidad que es precisamente la que aplica el kirchnerismo). Tampoco es un instrumento<br />

para difundir los logros del gobierno (sería entonces propaganda que beneficiaría al partido de gobierno con fondos públicos y<br />

que pondría a dicho partido en una situación de ventaja que las otras agrupaciones políticas no tienen y que podría ser<br />

usufructuada por el grupo gobernante con fines electorales).<br />

Para subvencionar medios o contenidos existen otras herramientas (desde créditos bancarios hasta partidas presupuestarias<br />

manejadas por organismos no políticos de tipo cultural u otros, con las debidas garantías de ecuanimidad). Asimismo, para<br />

vehiculizar contenidos “alternativos” existirán al mismo tiempo medios estatales o universitarios, cuyo funcionamiento y<br />

financiación debe ser también transparente y pluralista.<br />

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