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La empresa La Corte (y su subsidiaria Prensa Satelital) tiene a su cargo la generación de señal de TV de<br />

casi todos los actos presidenciales y las cadenas nacionales (pese a que el Estado cuenta con la<br />

infraestructura de Canal 7) y de la producción/transmisión de FPT a partir de 2014 por adjudicación directa.<br />

La Corte pertenece a los hermanos Monzoncillo.<br />

Otros ejecutores comunicacionales de El Relato desde el aparato estatal (con márgenes de autonomía<br />

que en ocasiones los convierte en diseñadores) son, en orden de importancia, el cineasta Tristán Bauer, que<br />

a través de RTA gestiona en los hechos Canal 7 (e indirectamente interviene en señales del Ministerio de<br />

Educación, como Encuentro y Paka-Paka); la autoproclamada periodista “oficialista” María Seoane, que<br />

dirige Radio Nacional y el poco conocido Osvaldo Nemirovsci, quien coordina el funcionamiento de la<br />

plataforma estatal de TV digital con centro de operaciones en el Ministerio de Planificación.<br />

Cabe señalar que en este esquema La Cámpora continuó manejando el área de noticias de Canal 7, donde<br />

Bauer y el director ejecutivo de la televisora tienen poca intervención. La agencia Télam está igualmente<br />

bajo control camporista desde 2012 a través de su titular Santiago “Patucho” Alvarez, no obstante situarse<br />

nominalmente en la órbita de la SCP de Scoccimarro 117 .<br />

El crucial proyecto de la TV digital abierta terrestre —un cambio inevitable de la tecnología en la<br />

transmisión de imágenes pero en la cual el gobierno se autoasignó un rol hegemónico a través de la<br />

plataforma TDA estatal— es gestionado como emprendimiento conjunto entre RTA (Canal 7), la sociedad<br />

estatal ARSAT (propietaria de los equipos transmisores y de la red de transporte de señal), el INCAA y varios<br />

ministerios y es coordinada desde el Ministerio de Planificación.<br />

La gestión de la TV digital se extiende también al financiamiento de programación producida por privados<br />

de acuerdo con lineamientos oficiales, pero cuyos derechos pasan al Estado (Contenidos Digitales Argentinos,<br />

Banco Audiovisual de Contenidos Universales Argentinos –BACUA-, etc.) y se usan para dotar de contenidos a<br />

las señales públicas.<br />

Entre estos programas de TV subvencionados por el Estado (para los cuales se han asignado cerca de 200<br />

millones de pesos sólo en 2013) figuran las ficciones El Pacto (la historia de Papel Prensa SA según la versión<br />

kirchnerista, donde los “villanos” son Clarín y Héctor Magnetto con los nombres cambiados); Historias de<br />

una muchacha peronista; Proyecto Aluvión (todo lo que usted siempre quiso saber sobre el peronismo y no<br />

se animaba a preguntar); La Purga (historia de “uno de los tantos barrios populares de Córdoba,<br />

empobrecidos por la desindustrialización y el neoliberalismo”) y Propiedad: Privados (El problema del<br />

acceso a la vivienda en la Ciudad de Buenos Aires) 118 .<br />

Además de subsidiarse contenidos afines a El Relato también se promueven con preferencia las<br />

realizaciones de amigos políticos del gobierno, como la telenovela Esa mujer (2013), de Andrea del Boca,<br />

tramsmitida por Canal 7 en 2013.<br />

En el organismo regulador audiovisual, AFSCA, Martín Sabbatella (desconocedor absoluto del tema) es<br />

sólo la cara visible de una estrategia y accionar determinado por Zannini desde la Secretaría Legal y Técnica<br />

de la Presidencia. Aun así, Sabbatella ha convertido el ente en una réplica de su partido K Nuevo Encuentro,<br />

desplazando a cuadros técnicos competentes y cubriendo casi todos los puestos con militantes y ex<br />

funcionarios de su gestión en la Intendencia de Morón, quienes incluso aportan un diezmo salarial<br />

“voluntario” para la citada agrupación política.<br />

Un importante “hombre fuerte” del “aparato” en el ámbito estatal propiamente dicho fue el secretario<br />

de Cultura, Jorge Coscia, que asumió el cargo en 2009 y fue reemplazado en 2014. El excrítico y director de<br />

cine se desempeñó como máxima autoridad del INCAA con Eduardo Duhalde y durante la primera mitad de la<br />

presidencia de Néstor Kirchner. También incidió de cerca en la gestión de su sucesora en el instituto<br />

cinematográfico Liliana Mazure —con llegada directa a la presidenta— quien resultó electa diputada en 2013.<br />

En ese momento fue reemplazada por María Lucrecia Cardoso, hasta entonces vice del organismo.<br />

Sin embargo, Coscia —que también ejercía de “periodista” en Canal 9— comenzó a ser gradualmente<br />

eclipsado por el titular de la Unidad Ejecutora del Bicentenario, Javier Grosman, quien tiene acceso directo<br />

y privilegiado a Cristina Kirchner.<br />

Grosman pasó a controlar cada vez más el área cultural, al punto de forzar la salida de Coscia pese a la<br />

lealtad sin fisuras del cineasta a la presidenta y a El Relato, en lo que fue una puja más de poder que de<br />

ideología. (La Cámpora, con su ubicua política de expansión dentro del aparato estatal, había introducido<br />

también una cuña en los dominios de Coscia y pasó a controlar la actividad “territorial”, lo cual también<br />

produjo roces).<br />

117 En Télam, con servicios exclusivamente nacionales, trabajan 900 personas, el doble que a fines de los 90. La española EFE,<br />

cuarta agencia de noticias del mundo y con servicios globales, cuenta con 3.000 personas en todo el planeta, aunque una parte<br />

de esta cifra son periodistas que colaboran como freelancers.<br />

118 Pese a que varias de estas realizaciones presumen de “progresistas” y “comprometidas” reservan su crítica hacia el “blanco<br />

fácil” de la dictadura militar de 1976 y situaciones del pasado, e incluso contra gobiernos que no son del Frente para la Victoria,<br />

como el de Córdoba o la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, ninguna de estas producciones critica o denuncia temas actuales<br />

que rocen de alguna manera al gobierno nacional o sus aliados: la megaminería, protestas sociales de piqueteros no K, la<br />

corrupción, los problemas del transporte, el narcotráfico, las responsabilidades políticas locales en la trata de personas, la<br />

pobreza, la inseguridad, la deuda pública o el maltrato de indígenas en el Chaco y Formosa. Debe aclararse que no se condenan<br />

los puntos de vista de estas realizaciones en sí mismas —la libertad de expresión siempre debe ser absoluta— sino el hecho de<br />

que se financien con dineros públicos sin que haya contrapartes de otras visiones.<br />

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