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RESTRICCIONES PARA TODOS

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PARTE H<br />

Conclusiones<br />

Desde que asumió el gobierno nacional en 2003 pueden distinguirse tres etapas en la política de<br />

comunicación e información del kirchnerismo. No necesariamente hubo una planificación racional y<br />

secuencial de ellas, pero cada etapa implicó una reducción de la libertad de expresión —fundamentalmente<br />

a partir de represalias por ejercerla— y del pluralismo —menos lugares donde poder presentar mensajes<br />

críticos—, así como una mayor extensión de los mensajes oficialistas. Todo esto, en contra de la promesa de<br />

la Ley de Medios.<br />

§<br />

La primera etapa (2003-2005) estuvo caracterizada por un “reconocimiento del terreno” y por una<br />

política con algunos grados de contradicción, generados por la indefinición y el accionar simultáneo<br />

de subgrupos en el gobierno con diferentes agendas o ideas. Las características de esta etapa fueron:<br />

1. Presión oficial para eliminar los programas políticos más críticos de la televisión abierta y que<br />

informaban sobre los aspectos más objetables de la gestión kirchnerista (fondos de Santa Cruz,<br />

corruptelas en actividades del gobierno, primeros “aprietes” a empresarios, etc.). Este objetivo<br />

fue parcialmente logrado por varios años.<br />

2. Cooptación, por medio de cuantiosa publicidad oficial, del diario Página/12. Es cierto que la<br />

mayoría de su cuerpo periodístico simpatizó “naturalmente” con el kirchnerismo durante los<br />

primeros tiempos a raíz de la política de derechos humanos y otros temas. Sin embargo, en<br />

virtud de la considerable subvención que representó la publicidad oficial, se terminó<br />

convirtiendo en un componente del aparato de propaganda K.<br />

3. Alianzas con ciertos medios para facilitar el acceso preferente de voceros o material del<br />

gobierno, aunque sin interferir en su línea editorial general (caso del Grupo Hadad). En otros<br />

casos, acciones conducentes a mantener relaciones amistosas con el Grupo Clarín (en ese<br />

entonces) y Telefé.<br />

4. Importantes aumentos de la publicidad oficial, que comenzó a utilizarse sistemáticamente como<br />

premio o castigo contra los medios, según fueran o no favorables con el gobierno. Dentro de este<br />

esquema, se destacó el intento de perjudicar económica y periodísticamente (negándole avisos e<br />

información y presionando a anunciantes) a Editorial Perfil, vista entonces por el gobierno como<br />

su principal enemigo mediático (luego reemplazada por Clarín).<br />

5. Medidas aisladas de “transparencia” informativa —con la misma inspiración que llevó al<br />

nombramiento de la nueva Corte Suprema de Justicia— de modo que el gobierno pudiera mostrar<br />

una cara “progresista” pero sin vocación real de cumplirlas. Por ejemplo, la aprobación de<br />

decretos para el acceso a la información, los que han servido en realidad para negar datos del<br />

gobierno invocándose causales que no corresponden.<br />

§<br />

La segunda etapa (2006-2008) significó un afianzamiento del poder del gobierno para utilizar ciertos<br />

medios con el fin de hacer predominar su mensaje, mientras se procuró limitar mensajes y<br />

comunicadores críticos. Ya no presentó contradicciones de fondo, aunque se desarrolló lentamente y<br />

todavía carecía de una planificación minuciosa y centralizada:<br />

1. Continuación de la restricción de los programas políticos de la TV abierta (la presión del gobierno<br />

logró el levantamiento de varios de ellos y/o cortar el acceso a la TV abierta de periodistas<br />

críticos: Jorge Lanata, Marcelo Longobardi o Alfredo Leuco; también evitó el uso de materiales<br />

comprometedores del gobierno en programas de archivos) y censura indirecta de contenidos<br />

“fuertes” anti-gobierno (la revista Noticias no consiguió que ningún canal abierto pasara la<br />

publicidad donde mostraba a Kirchner elogiando a Menem en los 90; desaparición de sátiras<br />

televisivas del presidente, etc.).<br />

2. Comienzo de la campaña de deslegitimación del periodismo: voceros y dirigentes del gobierno,<br />

incluyendo el presidente, pregonaban sistemáticamente que los periodistas son defensores de<br />

intereses, que no son independientes y que sus críticas forman parte de “operaciones” opositoras<br />

(luego también “destituyentes”). Desde el atril presidencial se criticaba a medios y periodistas, a<br />

veces por sus nombres, y hasta se polemizaba con ellos.<br />

3. Comienzo de la “kirchnerización” de los medios de comunicación del Estado. Es cierto que Canal<br />

7, Radio Nacional o Télam nunca fueron exponentes de un amplio pluralismo informativo y de<br />

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