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RESTRICCIONES PARA TODOS

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Nunca se estrenaron tantas películas argentinas como durante los gobiernos kirchneristas. Pero la cantidad de público <br />

para estas películas siguió siendo mínima e incluso menor que en otras épocas. Es cierto que, con excepción de los <br />

Estados Unidos, prácticamente todos los países del mundo subsidian su cine nacional, que sin esa ayuda no podría <br />

subsistir o se mantendría en proporciones mínimas. No sería conveniente ni justo eliminar los subsidios al cine argentino: <br />

el Estado argentino debe mantener esa política por razones culturales (de la misma manera que se subsidian las artes y la <br />

educación en general). <br />

Sin embargo, el INCAA debería preguntarse por qué a la inmensa mayoría de las películas argentinas les va mal <br />

cuando, a la vez, cada año se producen unas dos o tres películas nacionales que logran aunar calidad con éxito de <br />

taquilla. <br />

De la forma en que se han otorgado, los subsidios del INCAA consolidaron un sector que vive de ellos sin estar <br />

sometido al riesgo artístico y donde se cultivan amiguismos y favoritismos. Los subsidios promueven además la <br />

estandarización de las temáticas e ideologías de las películas en términos de “corrección política” (lo cual bajo el <br />

kirchnerismo significa películas funcionales en forma directa o indirecta a El Relato) y, por otro lado, potencian la <br />

proliferación de “filmes de autor” que sólo disfrutan el director y sus allegados. <br />

Pero incluso asumiendo que la calidad de una película o su aporte a la cultura no deben medirse solamente por la <br />

cantidad de espectadores ni por criterios de mercado, muchos piensan que gran parte de la abundante producción <br />

argentina de los últimos años no ha implicado tampoco una mejora de su calidad artística. Paradójicamente, la <br />

proliferación de “películas de autor” de lo más esotéricas y subjetivas no ha significado grandes innovaciones temáticas o <br />

estéticas (muchas de ellas generadas por películas argentinas relativamente taquilleras). Por otra parte, no puede <br />

sostenerse que sea razonable que una película, como ocurrió alguna vez, haya generado un subsidio de… ¡8.000 pesos <br />

por espectador!, es decir, más de 200 veces de lo que costaba una entrada de cine. <br />

El sistema de subsidios del INCAA —aún sin entrar a juzgar su transparencia, la que ha sido muchas veces <br />

cuestionada— acostumbra a los realizadores que ya tienen la benevolencia del instituto a no esforzarse por recuperar la <br />

inversión. Asimismo, el requisito de presentar los guiones cinematográficos para que sean evaluados por el organismo en <br />

cuanto a su “coherencia” y “solidez” (palabras usadas en los correspondientes instructivos), a fin de realizar o no la <br />

declaración de interés, constituye una metodología que se acerca a la censura y es uno de los factores que privilegia <br />

determinadas temáticas. Existieron varios casos de películas exitosas o de indudable calidad que fueron declaradas “sin <br />

interés” por el INCAA (ver un ejemplo en E.12.04.2011). <br />

Tampoco puede argumentarse que el cine argentino tenga actualmente un problema de distribución. Hoy día, no es <br />

que las salas carezcan de estas películas (aunque siempre podrían proyectarse durante más tiempo, en más lugares y con <br />

más publicidad). Pero gracias a la cuota de pantalla, los subsidios, los créditos y las propias salas del INCAA (que desde <br />

2011 tiene también una señal de TV) se filmaron y se estrenaron decenas de películas y, aún así, en la mayoría de los <br />

casos cosecharon audiencias ínfimas. Es evidente que hay un problema que no puede explicarse sólo por el predominio <br />

del cine estadounidense ni por el “prejuicio” del público hacia las realizaciones argentinas. Se trata de un problema de <br />

contenidos. <br />

En conclusión, los subsidios deberían lograr un equilibrio entre el cine taquillero y el cine de autor —como decía el <br />

director y estudioso Octavio Getino, insospechado de “derechista” o “neoliberal”— y estimular el más amplio pluralismo <br />

temático e ideológico. Sin embargo, no pueden aumentar la cantidad de películas ad infinitum en desmedro de su <br />

calidad, ni beneficiar desmedidamente a intereses particulares en detrimento de otras actividades, ni resultar indiferente <br />

por las audiencias que atraigan (sin que esto último implique tampoco entronizar a la taquilla como factor <br />

determinante).<br />

05.2003 – 04.2008<br />

Buenas relaciones entre el Grupo Clarín y el kirchnerismo.<br />

§<br />

Durante el mandato del presidente Néstor Kirchner, el Grupo Clarín tuvo buenas relaciones con su<br />

gestión. En esta etapa, ni Kirchner ni figuras o voceros del Frente para la Victoria acusaron a Clarín<br />

de monopólico, de estructura concentrada, de amenaza para la democracia o de mentir, ni<br />

propusieron ninguna medida para disminuir su tamaño o poder. Por el contrario, se le autorizó a<br />

fusionar Multicanal con Cablevisión en 2007 (ver E.07.12.2007).<br />

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